HELL FEST
Cuando el asesino es lo de menos
La Eva mitocondrial de las películas slasher fue La matanza de Texas (The Texas chain saw massacre, Tobe Hooper, 1974), donde se establecieron algunos de los motivos visuales y argumentales propios del género: un asesino varón cuyo rostro aparece cubierto con una inexpresiva máscara y su idée fixe de eliminar a cada una de las víctimas que se cruzan en su camino. La sucesora que recogería el testigo del recorrido iniciado por Hooper sería Halloween (John Carpenter, 1978), donde se introducía como elementos el uso del leitmotiv musical que anunciaba la presencia del asesino, frente al realismo sonoro del film de Hooper.
Hell Fest, aun siguiendo escrupulosamente los cánones del género (un grupo de adolescentes en plena euforia sexual con final girl incluida) está, sin embargo, lejos del terror primitivo de La matanza de Texas o de la frescura inaugural del film de Carpenter, en un film donde, al contrario de aquellos, el asesino protagonista carece en absoluto de carisma y cuya presencia no transmite terror alguno. En la pétrea máscara que luce este no hay ni rastro de los siniestros ecos que reverberaban las texturas de las caretas pintadas y de ojos hundidos que lucían Leatherface o Michael Myers. Todo en este psicópata es puro estatismo, desde su máscara hasta sus lentos movimientos, haciendo de él lo menos interesante de la cinta.
Sin embargo, de manera inversa a como suele suceder en las películas del género desde Scream (Wes Craven, 1996), Hell Fest posee la curiosa virtud de ser un film que transita desde un comienzo anodino (un asesinato ocurrido años atrás como vehículo de presentación de la figura del psicópata a través de los pesados zapatos de hierro que porta) hacia un final mucho más sugerente, donde predomina la plasticidad de las imágenes.
Partiendo del escenario inicial de un festival del terror repleto de siniestras atracciones, será a través del lenguaje escenográfico donde la película localiza sus mejores logros: el espectador acompaña al grupo de protagonistas en su recorrido a través de la riqueza y variedad de los decorados que conforman aquellas atracciones, desde los planos oblicuos de una casa de paredes torcidas hasta la roja iluminación monocroma (que evoca el color de la sangre) en la inquietante escena del vagón detenido en el interior de un túnel del terror. Hay algo hipnótico en los haces horizontales de luces que sumen momentáneamente en la sombra las partes fuera de su alcance y en la lisérgica paleta de colores empleada en el film. El puritanismo del american gothic comparece a través de la escena de la guillotina, precedida por el siniestro remedo de la figura del Tío Sam, para llegar a un final donde predominan las texturas y los recursos escénicos propios del teatro: desde esa lona negra con impresiones de manos que la expanden hacia la protagonista, hasta la secuencia final que sitúa al psicópata enmascarado deambulando desorientado en una composición de maniquíes enfundados en túnicas negras y cubiertos con máscaras blancas sin boca, donde resuenan ecos del kabuki japonés.
Hell Fest no se revela sutil en cuanto al modo de abordar las escenas de muerte, mostrando en cuadro un par de escenas que harán apartar la vista a más de un espectador (en particular la escena de la aguja), situándola en la estela del gore de films precedentes como Cumpleaños mortal (Happy birthday to me, J. Lee Thompson, 1981) o más recientemente Destino Final (Final destination, James Wong, 2000) y sus cinco secuelas. En contraposición a la imaginería arty propia de los asesinos de los films de Rob Zombie (incluida su extraordinaria precuela de la serie Halloween de 2007 y su menos lograda 31 (2016)), Hell Fest sacrifica el interés de la figura de su psicópata en la trama (del que solo parece acordarse en el guiño final del film al despojarle de su máscara) en favor de una cuidada puesta en escena, la cual no es suficiente para logra suplir su principal carencia: la de causar auténtico terror.
Hell Fest (USA, 2018)
Dirección: Gregory Plotkin / Guion: Seth M. Sherwood, Blair Butler, Akela Cooper / Producción: Gale Anne Hurd, p.g.a., Tucker Tooley/ Música: Bear McCreary/ Fotografía: Jose David Montero/ Montaje: Gregory Plotkin, David Egan / Reparto: Amy Forsyth, Reign Edwards, Bex Taylor-Klaus.
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