HASTA EL FIN DEL MUNDO
Lo nuevo y lo viejo
El excesivo apoyo en los tópicos del western clásico y la relectura de este género se dan la mano en el segundo largometraje como director de Viggo Mortensen. Hasta el fin del mundo (2024) recoge de Falling (2020) el peso del trabajo actoral para articular a su alrededor un drama romántico en clave del oeste.
La historia de Olsen (Viggo Mortensen) y Vivienne, (Vicky Krieps) se narra en Hasta el fin del mundo desde tres tiempos que discurren paralelamente: La infancia de Vivienne en Francia, el romance entre Vivienne y Olsen y la respuesta de Olsen a la muerte de Vivienne. Con esta decisión Mortensen deja de lado el suspense para convertir su película en un retrato de la inmigrante de origen francés a la que da vida Vicky Krieps, trasunto de la madre del director (a la que dedica el filme en sus créditos) y verdadero núcleo del relato. Es desde aquí desde donde construye su relectura del género más interesante. Hacia la mitad del metraje, con Olsen llamado a filas durante la Guerra de Secesión (desde 1861 hasta 1865) y a través de un cambio de foco, la película se queda temporalmente con Vivienne en un gesto que rompe con el punto de vista (Hasta ese momento otorgado a Olsen). La aventura y el viaje quedan fuera de campo para poner en evidencia la misoginia a la que se enfrenta Vivienne en un mundo de hombres. Quedarse con ella abre un imaginario mucho más contemporáneo. Al menos aparentemente porque más allá de este gesto, es en el desarrollo de este arco donde la película más se apoya en lo arquetípico. Los claroscuros presentes en la relación entre Vivienne y Olsen (todo el debate que abre en torno a los roles de género su romance) se sustituyen aquí por una clara dualidad entre el bien y el mal. Este último representado por un Solly McLeod cuyo personaje mira directamente al Liberty Valance de Lee Marvin. A su vez, la contemporaneidad con la que Mortensen afrontaba la puesta en escena, siempre con la cámara al hombro y buscando la relación del sujeto con el entorno, poco a poco va torciendo hacia solucionar la planificación en planos medios y sus contraplanos (gesto respuesta de un viraje de la película hacia la acción en interiores).
Así, el lirismo solo emana desde pequeños oasis ubicados en los tiempos muertos entre escenas. Es en las breves transiciones que hacen respirar la película donde se encuentran gestos tan bellos como el de ceder el encuadre al paisaje estadounidense en vastos planos generales que reducen al ser humano a su mínima expresión. Entes que vagan por el nuevo mundo con la esperanza de encontrar un lugar en él. Un sueño utópico que se mantiene vivo en la huída, quizás hasta el fin del mundo.
Hasta el fin del mundo acaba afrontando una estimulante mirada hacia el far west sin atreverse a dejar un imaginario arquetípico que condena la riqueza del conjunto. Su voluntad de retrato pierde fuerza al sentirse rodeado de supuestas normas del clasicismo al que apela, sobrecargando la propuesta y echando por tierra una posible nueva mirada que aporte al género.
Hasta el fin del mundo (The Dead don’t Hurt, Estados Unidos, 2024)
Dirección: Viggo Mortensen / Guion: Viggo Mortensen / Producción: Viggo Mortensen, Regina Solórzano, Jeremy Thomas / Música: Viggo Mortensen / Fotografia: Marcel Zyskind / Montaje: Peder Pedersen / Dirección artística: Carlos Benassini / Reparto: Vicky Krieps, Viggo Mortensen, Solly McLeod.