HANNAH GADSBY: NANETTE
La comedia no es el enemigo
Nanette ha sido el stand up más comentado de los últimos meses. Muchos se han sorprendido cuando Netflix les ha recomendado este monólogo tras haber visto otros de Ricky Gervais, Louis CK, Jim Jefferies o Joaquín Reyes, y se han encontrado con el amargo relato de Hannah Gadsby. Para todos ellos, lo primero sería aclarar que Nanette no es un monólogo cómico. La cultura del stand up comedy lleva muchos años asentada en el mundo anglosajón, y en España la adoptamos hace relativamente poco gracias a los cómicos de Paramount Comedy y de El Club de la Comedia. Pero el monólogo como tal es un recurso teatral, y no siempre es humorístico (seguro que a todos os suena Cinco horas con Mario, de Miguel Delibes).
Una vez aclarado esto, y superada la primera impresión, el testimonio de Gadsby ha destacado alrededor de todo el globo por su valentía, compartiendo una historia de superación motivadora y reaccionaria (de la que no desvelaremos detalles). Pero quizá lo más sorprendente es que, siendo cómica, Gadsby reniegue de la comedia durante su discurso relegándola a ser un mero instrumento de distracción. Los titulares de medios como El País y los comentarios en redes han ido en esa dirección: “La humorista que quiere acabar con el humor”, “Cómo el humor puede forzar a los humillados a participar en su propia humillación”…
Gadsby combina la comedia y el odio para contar su historia. Según ella, la comedia y la ira son contagiosas, pero termina desechando los dos conceptos porque lo que realmente debería unirnos son las historias. Gadsby relata la suya principalmente desde el odio, y tiene todo el derecho del mundo a estar cabreada. Cualquiera lo estaría en su situación, y nosotros también sentimos el odio al escucharla porque, efectivamente, el odio es contagioso. La ira es tensión, afirma Gadsby, mientras que la comedia sirve para destensar. Pero, si desmenuzamos un chiste, contiene dos partes: la tensión y el remate. Hay que crear tensión antes del punchline, y Gadsby está harta de la tensión que generan tanto la ira como el humor. Por eso, deja caer en varias ocasiones que debería dejar la comedia para poder contar apropiadamente su historia. Pone como ejemplo que lleva mucho tiempo humillándose con chistes autobiográficos, o cambiando experiencias traumáticas para que sean “graciosos” (como la vez que la agredieron en una parada de autobús por su condición de género, cuyas dos versiones -la «graciosa» y la real- son obviamente muy distintas) en vez de reflexionar sobre ellos. Y tiene razón, pero el problema no es la comedia.
Contar la experiencia de Gadsby desde la comedia sería muy difícil, pero no sería el primer cómico que toma el hecho más amargo de su vida y lo convierte en un monólogo humorístico. El más obvio sería Richard Pryor, Live in Concert (1978, también disponible en Netflix), el primer stand up comedy estrenado en salas de cine, donde el humorista afroamericano recuerda a su manera cómo la depresión y las adicciones prendieron fuego a su cuerpo (literalmente) y casi acaban con él. En todo caso, Gadsby es libre de contar su vivencia como le dé la gana (faltaría más), y si no lo hace desde el humor, es una decisión sobre la que no caben reproches. Es una historia llena de odio y de ira, una experiencia desgarradora que describe lo peor del ser humano como especie. Aun así, las perlas cómicas no desaparecen de su guion. Son un símbolo de la valentía que hace falta para sobrevivir a una vida repleta de palos y un guiño de complicidad al espectador. Una llamada a la conexión positiva entre el odio del relato. Destensar el ambiente para coger aire y atisbar un rayo de esperanza.
Y es que la finalidad de la comedia, como ella misma afirma, es esa: destensar. La humillación y el desprecio a uno mismo no son humor, sino odio. Y diferenciar humor y odio es muy fácil, por mucho que los «ofendiditos» de Twitter quieran difuminar sus límites. No es lo mismo insultar que provocar, y muchas veces la diferencia está en personalizar el discurso. Si un chiste tiene como finalidad causar daño a una persona, NO es comedia. La comedia es contagiosa, sí, como la ira, pero crea conexiones positivas. Es sana y, aunque no sea la solución a nuestros problemas, ayuda a sobrellevarlos. Sobre todo si es en compañía. La propia Gadsby admite, contradiciéndose, que “la risa no es la medicina, pero es la miel que endulza el trago al tomarla”, y por eso mismo no es justo meter en el mismo saco al humor y al odio, ni renunciar a él. Ignatius Farray giró por España con una rutina titulada La comedia salvó mi vida. Vale que no sea así al pie de la letra en todos los casos, pero, sin ayuda del humor, todos estaríamos hundidos y sin solución. La comedia no es el enemigo, ni mucho menos.
Nanette (2018, Australia)
Dirección: Jon Olb, Madeleine Parry / Guion: Hannah Gadsby / Producción: Guesswork Television / Reparto: Hannah Gadsby