GOOD BYE, DRAGON INN
En un cine de Taipei
Con Good Bye, Dragon Inn (2003) el cine de Tsai Ming Liang, que ya era uno de los mayores referentes de la Segunda Ola del cine Taiwanés dio un giro radical que aun podemos rastrear en Rizi/Days, su última película. En palabras del director: «antes, mi obra estaba más basada en la trama, en la historia, pero a partir de ese momento empecé a dar más importancia al espacio». Ahora, reestreno en salas de Good Bye, Dragon Inn (nunca una película demanda tanto la experiencia cinematográfica) es una feliz efeméride para volver a una de las películas ya esenciales del siglo XXI.
Una mujer sube con dificultad una escalera. Y después otra, de escalones más empinados y estrechos que los de la anterior. Con mayor dificultad. Hay un hombre orinando en el aseo. Llega otro, el turista japonés, que se coloca justo a su lado. Y a ellos se une un tercero, a continuación del segundo. Un cuarto hombre entra en el aseo para recoger el tabaco que dejó allí olvidado. Tres líneas de diálogo apuntan una explicación para el misterio que nadie espera. El cine está encantado y en él habitan fantasmas. Quizá pertenezca a uno de ellos el cigarro a medio fumar que humea en un cenicero lleno de colillas en la cabina de proyección. Puede que el fantasma lo dejara allí al esconderse de manera apresurada por la llegada de la mujer de la taquilla. Subió hasta allí por una escalera empinada. En la sala, un niño mira la última película que se proyecta en el desvencijado teatro Fu-Ho de Taipei, lleno de goteras, suelos combados y grietas. Parece hipnotizado por el embrujo de los fantasmas de la pantalla grande. ¿O es un anciano que, por arte de magia, ha regresado a la infancia?
Planos de encuadres forzados que inventan nuevas perspectivas y anulan cualquier posibilidad de simetría. Estáticos, silentes y expectantes. Y, sin embargo, las imágenes fluyen en una sucesión armónica porque la cámara se colocó, no por casualidad, en el único lugar posible. De fondo, el sonido de algún trueno que se cuela de la tormenta que cae afuera, el ruido del proyector y el diálogo del clásico de artes marciales Dragon Inn. El montaje sigue por momentos el compás de la música de su banda sonora.
Y lo único que se puede hacer, a este lado de la pantalla, mientras se contempla el espejo que nos atrae con la fuerza de un sueño, es levantar las piernas y dejar que reposen en el asiento de la fila de delante. Dejar, quizá, que los zapatos se deslicen de nuestros pies y caigan al suelo. Encender un cigarrillo. Y así, con toda la vida por delante, esperar a que se aparezca el fantasma.
Good Bye, Dragon Inn (Taiwán, 2003)
Dirección: Tsai Ming-liang / Guion: Tsai Ming-liang, Sung Hsi / Producción: Homegreen Films / Fotografía: Liao Pen-jung / Montaje: Chen Sheng-chang / Reparto: Lee Kang-sheng, Chen Shiang-chyi, Kiyonobu Mitamura, Jerry Chan, Yang Kuei-mei