GIRASOLES SILVESTRES
El aprendizaje de la renuncia
La última película de Jaime Rosales ofrece una interesante mirada sobre dilemas identificables en la sociedad contemporánea occidental. Sin pomposidades ni artificios de ninguna clase, Girasoles silvestres (2022) retrata personajes, espacios sociales y relaciones afectivas, cuyos desarrollos y consecuencias actúan como bellos aprendizajes emocionales que conducen hacia la madurez.
La película transcurre a través de las vivencias de Julia (Anna Castillo), una madre joven al cargo de dos hijos, conformando así una familia monoparental. La complejidades de la maternidad se entremezclan con las complejidades de las relaciones de pareja. Ambas esferas vitales se encuentran y colisionan con resultados diversos, pero consecuentes al continuo aprendizaje de su protagonista. Julia sirve como hilo conductor para el cineasta barcelonés, quien comparte sus valores personales y familiares. Sin embargo, no existe una mirada condescendiente sobre su protagonista, sino un acercamiento curioso (casi de admiración) por las decisiones que modifican el rumbo de una madre y sus hijos. A veces, buenas decisiones. Otras, malas decisiones. Tal vez, ni buenas ni malas. El potencial del film involucra al espectador para que aprecie y valore desde la empatía, incluso desde la identificación, con una mujer que podría ser cualquier persona sentada sobre la butaca de un cine. Viéndose a sí misma.
El film está estructurado en tres partes co-protagonizadas por una pareja distinta. A su vez, esto diferencia tres etapas en la vida de Julia, cuyas necesidades vitales se encuentran en continuo cambio. A partir de las virtudes y defectos que ofrecen las nuevas relaciones, Julia absorbe variedad de vivencias y escenarios, los cuales, al mismo tiempo, definen a la pareja. La búsqueda de un equilibrio entre su familia monoparental y la de un sujeto externo no siempre será sencilla, pues Jaime Rosales manifiesta la importancia de la renuncia. Esto es, la aceptación de criar unos hijos implica renunciar a situaciones, aficiones y relaciones que podrían no encajar con la responsabilidad maternal. Por ello, cada pareja refleja prioridades más próximas o lejanas a las de su protagonista. Tratándose de un viaje de maduración, cada etapa contrasta entre sí a causa de la complementariedad reflejada por las relaciones. Porque no solo consiste en el retrato de una joven madre soltera, sino también en el retrato de diferentes perspectivas masculinas para afrontar la responsabilidad familiar, a veces, malogradas respecto a la preocupación de una madre que ya ha aceptado las renuncias de su nueva vida.
Acorde con el discurso del cineasta catalán, existe un arco de maduración que viaja desde entornos caóticos hasta contextos más estables. Pero Girasoles silvestres no es una película autocondescendiente que mira hacia el suelo. Es una mirada sincera sobre el autodescubrimiento, la responsabilidad y la maduración entre los imprevistos o las dificultades vitales. Siempre en pro del cuidado, la estabilidad y los valores familiares. Esta película mira hacia adelante. Este es su mayor logro.
Girasoles silvestres (España, 2022)
Dirección: Jaime Rosales / Guion: Bárbara Díez & Jaime Rosales / Producción: Coproducción España-Francia; Fredesval Films, A Contracorriente Films, Oberón Cinematográfica, Luxbox, RTVE, TV3, Movistar Plus+ / Fotografía: Hélène Louvart / Montaje: Lucía Casal / Diseño de producción: Victoria Paz Álvarez / Reparto: Anna Castillo, Oriol Pla, Quim Àvila Conde, Lluís Marqués, Manolo Solo & Carolina Yuste.
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