FUNDACIÓN
Sobre la adaptación
Fundación, serie que estrena su primera temporada, se configura como un producto audiovisual basado en un elemento cada vez más recurrido: la adaptación. Y no ha de entenderse este concepto solamente como el traspaso de una obra literaria, gráfica o un videojuego al ámbito cinematográfico, sino que es también aplicable a los remakes (la re-adaptación de una película ya existente) y a los biopics (la adaptación de la vida de un personaje histórico o famoso al formato audiovisual).
A su vez, es bastante posible que si en estos últimos años las plataformas y el cine en pequeña pantalla no hubiesen alcanzado el éxito que hoy en día acumulan Fundación se convirtiese también en una saga, posibilidad que aún así todavía existe. Es de algunas de estas sagas de donde los creativos de Fundación sacan todas sus referencias, de ellas y de otras series fantásticas o de ciencia-ficción que han ido creando un imaginario común y fácil de copiar: El señor de los anillos, Star Wars, Star Trek, Juego de tronos, Los juegos del hambre, Harry Potter… La lista sigue y cada vez se hace más extensa.
En este caso, Fundación se aprovecha de la conocida obra de Isaac Asimov para volver a contar algo que, quizás, no necesita volver a ser contado. No quiere esto decir que toda adaptación deba ser rechaza por el mero hecho de existir -por supuesto que hay excepciones- pero quienes tienen la responsabilidad de hacer cine -o series- deberían cuidar más que hacen y como lo hacen. Lamentablemente hoy pesa más el bolsillo, y las películas y las series se tratan de hacer como si fueran clavos o sillas: todas iguales. Si una formula funciona, se intenta copiar hasta la extenuación.
Así, Fundación se recarga de efectos especiales y mundos imaginarios que resultan placenteros al ojo del espectador, al menos desde la perspectiva de lo estético. Pero el contenido resulta estar -como en la mayoría de estos casos- bastante vacío. Y es que la trama es simple y fácil, así como los personajes, sus interacciones y sus evoluciones. Todo ello se oculta detrás de una factura visual enorme y de un ritmo rápido que obliga a consumir información constantemente, sin dejar tiempo a la reflexión o al pensamiento. Esto es lo que hoy en día se conoce y se acepta como entretenimiento.
Y no es que el entretenimiento no deba existir, sino que quizás deberíamos cambiar el concepto que tenemos del mismo. El entretenimiento se entiende como algo ligero, pero no por ello tiene que ser algo plano, burdo y simple. Podemos encontrar otro camino. Gran parte de los espectadores ven lo que ven porque no conocen otra cosa. Y cuando llevan demasiado tiempo viendo lo mismo ya no pueden aceptar algo diferente. Ellos mismos resultan ser consumidos por lo que consumen.
Pero no es de ellos toda la responsabilidad, ya que el gusto se educa, y en esa educación hay dos partes: educado (o espectador) y educador (o cineasta). Y no debe entenderse ello como una jerarquía, es decir, el educador no esta por encima del educado. Su papel no le exime de mantener cierto respeto y cierta honestidad, algo que hoy en día se ha perdido. Se prefiere en su lugar seguir a los aplausos haciendo un cine que, en el fondo, no es exactamente cine.
Fundación (Estados Unidos, 2021)
Dirección: Rupert Sanders, Alex Graves, Roxann Dawson, Jennifer Phang / Guion: Josh Friedman, David S. Goyer, Saladin Ahmed, Victoria Morrow, Leigh Dana Jackson, Lauren Bello, Marcus Gardley, Sarah Nolen, Caitlin Saunders. Novelas: Isaac Asimov / Producción: Skydance Television, Wild Atlantic Pictures, Latina Pictures. Distribuidora: Appl