Atlàntida Film Fest 2020

FOMO

La manada húngara en clave adolescente

En una de las secuencias de La red social (David Fincher, 2010) la exnovia de Mark Zuckerberg le dice “En internet no se escribe con lápiz, sino con tinta, y escribiste que Erica Albright era una zorra”. Un comentario que no le hirió en absoluto sino que seguidamente comienza a expandir su negocio en Internet (después de haber creado una página en la que el usuario puntuaba a las chicas de la Universidad). El machismo en la redes sociales, el escarnio social que pueden llegar a provocar y el continuo abuso de ellas para publicarlo absolutamente todo son los temas que están detrás de FOMO, la primera película del director húngaro Attila Hartung. Una controvertida radiografía de la generación Z húngara donde Hartung pone la mirada en un antihéroe al que no le sirve de nada el perdón. 

FOMO. Revista Mutaciones

FOMO son la siglas en inglés de “miedo a perderse algo”. Una nueva forma de ansiedad provocada por la necesidad de estar conectados constantemente para no perdernos nada de la vida de todo el mundo. Una joven es filmada mientras está siendo violada, pero no solo por la cámara de la cinta sino también por el móvil del protagonista, Gerg?. Este antihéroe es obligado por sus amigos a acostarse con ella y a grabarlo. A partir de aquí el sentimiento de culpa, la negación y la insistente búsqueda de la joven, la cual desaparece después de que el video se difundiera, marcarán sus pasos hacia la perdición y a la aparición de traumas en forma de estatuas sacándose selfies. Estas estatuas son la clave del film. 

Tras la tragedia digital la película adopta un tono y un ritmo más pausados (después de una primera parte frenética simulando el montaje con stories de Instagram). Gerg? se va dando cuenta de que sus amigos no son más que machistas que avergüenzan a las chicas en internet. Y eso, aparece reflejado de manera formal congelando imágenes, fotos que se sacan con sus víctimas en las redes. El protagonista, tras haber violado a la joven, se saca un selfie con su particular “manada” y el tiempo fílmico se congela. Esa imagen paralizada en su cabeza comienza a ser algo habitual hasta que la película lo explicita con la imágen de una estatua de piedra de su amigo con el móvil en la mano. Sus amigos quedan retratados para siempre en Internet.

Una fotografía o un vídeo deja constancia, deja marcadas con tinta a las personas implicadas para siempre y ese es el problema de las redes sociales que la película quiere dejar claro a la generación Z. FOMO no es una película pionera, tampoco evidencia nada nuevo en el panorama cinematográfico, pero su frescura en el montaje y en los cambios de ritmo, en la disparidad de personajes respecto a los que no te ves emocionalmente atraído y en la forma que adopta la película (en clave de Instagram) nutren al espectador desde la perspectiva del enemigo y no desde la de la víctima. Una particular elección porque el sentimiento de perversión que se siente al ver el film es real. Perversión en la manera en que la ficción es tan real como la propia realidad, en Hungría, en España y tristemente en el resto del mundo. Al contrario que Mark Zuckerberg y sus amigos, Gerg? es al final el que se queda como una estatua de piedra ante el mundo, retratado.


FOMO (Hungría, 2019)

Dirección: Attila Hartung  / Guion: Attila Hartung, Yvonne Kerékgyártó /  Fotografía: Kristóf Deák / Música: Henry Gonzo, Dávid Konsiczky / Producción: FilmTeam, Vertigo Média Kft / Reparto: Yorgosz Goletsas, Panna László, Bouquet Gergely, Pokorni Ábel, Sipöcz András, András Stohl

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