FIRST COW
La otra cara del wéstern
En First Cow (2019) Kelly Reichardt vuelve a escribir y a dirigir una deconstrucción del género del western clásico. El film, basado en la novela The Half Life (Jonathan Raymond, 2004) y producido por A24, se sitúa en el fértil Oregón de 1820. Como ya es denominador común en su carrera, Kelly Reichardt nos traslada a esta tierra del oeste estadounidense. Esta vez, retratada como abundante y absolutamente contraria a los áridos parajes de Meek’s Cutoff (2010). A pesar de la fertilidad de la tierra, la pobreza y las dificultades son palpables, pero la directora pone el foco en la importancia de la amistad y la antepone a la miseria. Aunque parezca una nimiedad, en manos de la directora la madurez y la complejidad está más que garantizada.
Con su reconocible austeridad al filmar, Kelly Reichardt propone en First Cow una historia de amistad entre dos hombres que no pertenecen a ningún lugar pero que intentan abandonar el nomadismo que la vida les ha impuesto para sobrevivir. Cookie, un cocinero de Maryland que trabaja para un grupo de cazadores y King-Lu, un inmigrante chino que huye por haber matado a un hombre, se conocen y, aunque les sea difícil, nunca más vuelven a separarse. Los planos abiertos propios del western que hacen hincapié en la naturaleza, convierten al territorio estadounidense en el tercer protagonista de la película. Sin embargo, Reichardt rompe con el recurrente formato apaisado del género para reencuadrar el film en cuatro tercios. Como en Meek’s Cutoff, la película se configura cuadrada. Esto no le resta peso al territorio, sino que la cámara se detiene a mirar el interior de los personajes con mayor precisión, y consigue una intimidad que sería improbable en un formato panorámico.
El guion comienza adelantando el final de la película, que se desarrolla en un flashback de dos siglos conducido por la tierra, elemento que abre y cierra el film. El nulo sentimiento de pertenencia hacia esa tierra deja de tener sentido cuando los cuerpos inertes se funden con ella. First Cow comienza mostrando la muerte para hablarnos sobre la vida. La existencia como una experiencia efímera e irrelevante en la que solo las relaciones con otros seres y con el entorno pueden dotarla de dignidad y de sentido.
En la trayectoria de Kelly Reichardt ya es común encontrar personajes que vagan por los parajes de Oregón. También es fundamental la importancia y la determinación de las mujeres en su cine. En Wendy and Lucy (2008) —que en sus primeras secuencias tiene mucho en común con First Cow—, o en la ya mencionada Meek’s Cutoff, se habla en femenino e incluso se pone en jaque la masculinidad. First Cow va un paso más allá y, aunque los personajes femeninos no habitan el film, la masculinidad clásica se ridiculiza hasta la comedia. La directora incide constantemente en la crudeza del nomadismo y la fortaleza que requiere vivir de ese modo, lo cual no significa que sea necesaria la clásica masculinidad o la inherente apatía y aspereza de los hombres del wéstern para afrontarlo. En First Cow los protagonistas son hogareños, sensibles e ingeniosos, mientras que los hombres que los rodean son caricaturas primarias y agresivas.
La primera parte de la película tiene ese carácter contemplativo del cine de Reichardt, hasta que la historia toma un rumbo y comienza la aventura de estos dos hombres intentando sobrevivir con la ayuda de una vaca. Es entonces cuando la película parece volverse más convencional en cuanto a la trama, pero mantiene las formas que delatan a la directora. La calma para construir el film, sumada a la fijación de Reichardt por filmar el gesto y las miradas, convierte a First Cow en una experiencia cercana a la realidad. Son destacables el encanto que desprende la película y los entrañables personajes que la protagonizan. La forma en la que la cámara capta a través de los gestos sus emociones y sus alegrías nos hacen partícipes de ellas.
Aunque la sencillez de la historia es indiscutible, la película está compuesta por distintas capas. Podemos encontrar lecturas relacionadas con el anticapitalismo, el sentimiento de pertenencia, el anticolonialismo, la masculinidad, el existencialismo, e incluso el veganismo. Sin embargo, y consiguiendo algo que requiere mucha destreza, la película es disfrutable desde su primera y más básica capa, como una simple experiencia audiovisual.
La forma de narrar este cuento sobre la amistad de dos emprendedores que luchan para sobrevivir es absorbente. Los colores y las luces de los árboles, los ríos y de la tierra injustamente tratada desprenden destellos de realismo mágico. Todo ello ambientado con una música optimista que confirma el sentimiento vitalista y a la vez irremediablemente trágico de la película. La romántica idea que se asienta tras el visionado es la de que el amor no puede cambiar la fatalidad de la vida, pero puede, al menos, hacerla más llevadera. Del mismo modo que la vaca, que acaba en Oregón como resultado de la aleatoriedad y de decisiones ajenas, únicamente con su existencia puede hacer más agradable la del resto.
First Cow (Kelly Reichardt, EEUU, 2019)
Dirección: Kelly Reichardt / Guion: Kelly Reichardt y Jonathan Raymond / Producción: A24, Film Science, IAC Films / Fotografía: Christopher Blauvelt / Música: William Tyler / Montaje: Kelly Reichardt / Diseño de producción: Anthony Gasparro/ Reparto: John Magaro, Orion Lee, Toby Jones…
Pingback: El mejor cine de 2020. Votaciones individuales - Revista Mutaciones
Pingback: El mejor cine de 2021. Votaciones individuales - Revista Mutaciones
Pingback: EL MEJOR CINE DE 2022. DESCUBRIMIENTOS. Revista Mutaciones.