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FE DE ETARRAS


Mucho ruido y pocas nueces

Dejarse seducir por Fe de etarras tras la efectiva, polémica y (tal vez) oportunista campaña de publicidad era cosa hecha. En los grandes carteles de la película producida por la plataforma Netflix, se podía leer el cántico “yo soooy españoool, españoool, españoool” con un singular detalle. La palabra “español” aparecía tachada. No es la primera vez que esto ocurre. En su momento, la serie Narcos fue promocionada con la conocida frase “Se fuerte, vuelve Narcos” incrustada en un globo de texto simulando un SMS haciendo alusión al mensaje enviado por el presidente de España Mariano Rajoy a Luis Bárcenas, extesorero del Partido Popular acusado de corrupción. Actualmente, con la cuestión independentista en el candelero, el marketing de Netflix dio mucho que hablar.

Fe de etarras cuenta las dificultades de un comando de ETA en un ambiente de euforia nacional debido a las sucesivas victorias de la selección española en el mundial de fútbol de Sudáfrica. Tratan de llevar la situación con normalidad y pasar desapercibidos mientras esperan la orden para llevar a cabo un atentado.


Su director, Borja Cobeaga (Pagafantas, 2009), también conocido por ser guionista de la comedia Ocho apellidos vascos (Emilio Martínez-Lázaro, 2014), vuelve a repetir gags en la película de Netflix. Las semejanzas entre las dos producciones se perciben entre dos personajes: Martín (Javier Cámara) en Fe de etarras, bien podría ser el Koldo  de Ochos apellidos vascos, que en cuanto tiene oportunidad, suelta una ristra de chistes sobre la grandeza de Euskal Herría y de su invisibilización por parte del gobierno español.

La película no deja de ser una historia de adaptación. La ineptitud del comando y el claustrofóbico ambiente proespañol presionan a los protagonistas a reducir sus ideas nacionalistas. Irónicamente, intentando aparentar normalidad, se harán pasar por albañiles y arreglarán las casas de sus vecinos mientras tratan de fabricar explosivos caseros. Ahí es donde reside la fe de los etarras: en tener paciencia, actuar poco a poco y en silencio.

El ambiente nacionalista queda reflejado a través de los planos de las fachadas de los edificios, repletas de banderas españolas. Los gritos de euforia durante los partidos de fútbol inundan las escenas donde los personajes cenan en silencio, reflejando a su vez el contraste de la situación. La gastronomía también juega un papel importante, abriendo el film con un plano de comida y los personajes sentados a la mesa degustando y alabando los alimentos. Este momento a la comida se le atribuye una identificación cultural vasca que contrasta de lleno con la escena final de la película: el comando reunido preparándose para disfrutar de un bacalao elaborado por Ainara (Miren Ibarguren) con “una receta que espero que os guste”

Además, es muy curioso el diálogo que transcurre en la escena de la tienda de petardos, en la cual los protagonistas quieren fabricar un explosivo casero y preguntan al vendedor por unos que suenen muy fuerte. El dependiente les ofrece unos que “silban” y que son “muy graciosos”. Los etarras los rechazan, no los quieren graciosos, los quieren ruidosos. Lo importante de los petardos, como de la publicidad, es que hagan ruido.

 


FE DE ETARRAS (ESPAÑA, 2017)

Dirección: Borja Cobeaga / Guión: Diego San José y Borja Cobeaga / Producción:  Manuel Sánchez para Netflix España y Mediapro / Música: Aránzazu Calleja / Fotografía: Jon D. Domínguez / Montaje: Elena Ruiz / Dirección artística: Javier Alvariño / Reparto: Javier Cámara, Gorka Otxoa, Miren Ibarguren, Julián López, Luis Bermejo, Ramón Barea, Tina Sainz, Bárbara Santa-Cruz…

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