EXEMPLARY BEHAVIOUR
Sobre el ser humano y sus jaulas
Cuanto más personal es un filme, más difícil es hablar o escribir sobre él. Ello se debe a que la personalidad suele alejarse de la supuesta gramática cinematográfica que existe hoy en día y, por lo tanto, hay menos “reglas” a las que acogerse para clasificar o criticar la obra. Son películas, como Exemplary Behaviour, que se construyen por y para sí mismas, un fenómeno aparte y esperanzador en comparación con la gran masa de films gemelos que nos ahogan actualmente.
En el libro La poética de lo cotidiano Yasuhiro Ozu dice que no hay unas normas o un sistema real para hacer cine, que todo lo que se entiende como las bases del séptimo arte -como el plano-contraplano o la cuestión del eje- no son más que chorradas que se han establecido gracias a un canon que no hay porque seguir o respetar. Y no le falta razón. El lenguaje cinematográfico es una construcción humana, una invención que no es absoluta y que se puede manipular, destrozar o atacar.
Aquellos que -ya sean cineastas, críticos o espectadores- se comportan como si esta gramática fuese divina y no se plantean que pueda haber otras formas de hacer cine viven encerrados en una burbuja. Para salir de ella no es necesario huir de estas maneras clásicas y conservadoras, sino tan solo conocer y aceptar que hay un gran abanico de posibilidades más allá de ellas. De lo que hay que alejarse es de los términos correcto o incorrecto: y es que el cine no debería hacerse bien o mal, sino simplemente hacerse.
Exemplary Behaviour no es tan radical como para provocar por sí sola los pensamientos anteriores, pero si hay algo de esto en ella. El asesinato del hermano del director como punto de partida es uno de los motivos que la construyen como una película personalísima. Las dudas y las búsquedas de la obra se configuran como reales, veraces, profundas. El hecho de que su autor Audrius Mickevicius falleciese durante la realización del filme a causa de una enfermedad terminal es algo que también queda impreso en el mismo.
Se agradece que a pesar de todo ello Audrius decidiera no dramatizar la pieza, sino desnudarla. Se cuentan las cosas de una manera directa y sincera. Se mantienen los silencios, los momentos banales, las reacciones reales… El naturalismo de Exemplary Behaviour se opone a las construcciones ficcionadas que vemos hoy en día en casi todas las películas que se califican a sí mismas como documentales.
Quizás el único elemento que puede hacerse algo pesado en algún momento es la voz en off del cineasta, que se torna demasiado filosófica. Pero ella se mezcla con otras voces, las de los presos, y ello ayuda a que sea una más entre distintas historias y vivencias. También ayuda a construir una poética sobre la naturaleza del hombre y su vinculación con el tiempo, siempre en relación con el ámbito carcelario.
Acabo el texto citando una imagen muy poderosa de Exemplary Behaviour: aquel momento mágico en el que la escultura de una moto realizada por un preso se eleva y se descompone poco a poco en todas las pequeñas piezas que la conforman. Este poema visual sujeto a varias interpretaciones resuena en la memoria y nos hace seguir reflexionando sobre todo aquello que se nos ha contado en la obra.
Exemplary Behaviour (Pavyzdingas Elgesys, Lituania, 2019)
Dirección: Audrius Mickevicius, Nerijus Mileriud / Guion: Audrius Mickevicius, Georgi Tenev / Producción: Era Film, Casablanca Film Production, Stefilm, Agitprop, RTV Slovenija / Fotografía: Valdas Jarutis, Audrius Kemezys, Julius Zalnierukynas / Música: Marjan Sijanec / Montaje: Kostas Radlinskas / Reparto: Audrius Mickevicius, Rolandas Cerapokas, Rimantas Alekna, Bernard Stiegler, Ingrida Cerapokiene