ERREMENTARI. EL HERRERO Y EL DIABLO
¡A la gamberrada con los cuentos vascos!
“Queda por escribir la historia del lenguaje empleado por las sombras chinescas o la linterna mágica, primeras narradoras ingenuas de cuentos e imágenes”, decía el historiador cinematográfico Georges Sadoul sobre estas técnicas pioneras de la producción cinematográfica. Infinidad de películas posteriores se valieron de este sistema con diversos objetivos, desde el trabajo de innovación de Lotte Reiniger (Las aventuras del príncipe Achmed, primer largometraje de animación en 1926) hasta su uso como puro homenaje en el prólogo de Drácula de Bram Stoker (1992), de Francis Ford Coppola. El uso de las sombras como “narradoras de cuentos e imágenes” es una constante en los cortometrajes de Paul Urkijo Alijo. En Jugando con la muerte (2010), la sombra de la Parca (la icónica esquelética y con capa) acechaba a un anciano repudiado por su propia familia; en Bajo la cama (2012), un niño escapaba de la incomprensión a través de un portal oscuro debajo de su cama (cuál madriguera de conejo de Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll); en El bosque negro (2014), un caballero se perdía entre sombras de árboles en una vuelta de tuerca a los roles clásicos de los cuentos.
El director convierte su nueva película, Errementari (El herrero y el diablo), en un cocktail multi-género y en todo un homenaje al cine fantástico de serie B. Tras un prólogo de animación, la cinta empieza con la llegada de un representante gubernamental a un lúgubre poblado alavés de mediados del siglo XIX. El estilo Hammer o Roger Corman es aquí la referencia principal, de la misma forma que lo era en Sleepy Hollow (Tim Burton, 1999). De este último director, Paul Urkijo Alijo también toma sus clásicos protagonistas inadaptados, personajes presentes también en todos sus cortometrajes anteriores. Todo el nudo de la película ocurre en la siniestra herrería y es aquí donde el director se vale más radicalmente del uso de las sombras y el claroscuro para el juego del gato y el ratón entre el herrero y la niña protagonista y las “travesuras” del diablillo Sartael. En la coctelera caben referencias a los los iconos del terror (Frankenstien, Leatherface, Freddy Krueger), a la mitología griega (Alastor es el dios de los malos actos) o la demonología (Sartael es el demonio que se encarga de encontrar las cosas escondidas). Al igual que Abierto hasta el amanecer (1996), de Robert Rodríguez, la condición genérica de la película no para de cambiar, jugando al mismo tiempo con el relato detectivesco, el terror con monstruos, la comedia negra y hasta el cine onírico.
Inspirada en un cuento popular vasco que comparte notables semejanzas con el Jack O’Lantern irlandés (él también fue rechazado en el Cielo y en el Infierno) y rodada en euskera alavés del siglo XIX, la película es una gamberrada que pone de manifiesto la extensa mitología existente en el norte de España, una mitología que bien podría ser sustento argumental para futuros proyectos.
Errementari. El herrero y el diablo (Errementari, España, Francia, 2017)
Dirección: Paul Urquijo Alijo / Guión: Asier Guerricaechevarría, Paul Urkijo Alijo / Producción: Álex de la Iglesia, Luis de Oza, Carolina Bang, Gorka Gómez, Kiko Martínez, Ortzi Acosta, M.A. Jimenez y Paul Urkijo para Gariza Produkzioak, Ikusgarri Films y Kinoskopik S. L. / Música: Xabat Lertxundi y Pascal Gaigne / Montaje: Paul Urkijo Alijo / Fotografía: Gorka Gómez Andreu / Diseño de producción: Javier Arsuaga / Reparto: Eneko Sagardoy, Itziar Ituño, Josean Bengoetxea, Gorka Aguinagalde, Urko Olazabal, Kandido Uranga, Almudena Cid, Ramón Agirre