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ENTREVISTA A VALDIMAR JÓHANNSSON (LAMB)

«Una parte imprescindible de Lamb es la convivencia con la naturaleza y los límites que impone».

Entrevista Valdimmar Jóhannsson Revista Mutaciones

El montañoso paisaje natural de Islandia es el escenario de  Lamb (Valdimar Jóhannsson, 2021), ganadora en el pasado Festival de Sitges del premio a mejor película. Es una fantasía en el sentido más literal, una fábula moderna que documenta con ensoñaciones y criaturas, una crónica de una familia avocada al fracaso, a la soledad y al aislamiento en un escenario primordial y salvaje.

En este relato, Maria (Noomi Rapace) e Ingvar (Hilmir Snær Guðnason)  son una pareja de ganaderos que deciden adoptar a Ada, una extraña cría de oveja que ha nacido en su granja, y acogerla como a su propia hija.

Valdimar Jóhannsson utiliza el género para dar forma a unos miedos muy reales, y crea unas criaturas que mutan animales con humanos para encarnar dos mundos opuestos que se unen para crear una abominación hermosa. Una bestia encantadora que roba todas las miradas y es el eje central en un drama humano invadido por un monstruo.

Lejos de optar por un acercamiento obvio al terror, Jóhannsson se vale de un tempo lento, una atmósfera huraña, imágenes y sonidos mínimos en un escenario inmenso, para crear una repulsión que contrasta con unos personajes incondicionalmente enamorados de algo que no es suyo.  Es una tragedia documentada con una frialdad pasmosa, que retrata el paisaje Islandés como un marco bravío, temible en su pasividad.

Lamb es un ejemplo de folk horror moderno, un subgénero que ha estado en boca de todos en este pasado festival, y que parece haber vuelto a la vida con títulos como El extraño (Na Hong-jin, 2016), Hagazussa (Lukas Feigelfeld, 2017) o Midsommar (Ari Aster, 2019). La película, sin embargo, ofrece una visión más personal del conflicto naturaleza-humanidad, alejándose intencionadamente de símbolos grandilocuentes, para centrarse en una ruptura familiar agónicamente lenta y absorbente.

Entrevista Valdimmar Jóhannsson Revista Mutaciones

La mirada de Ada me parece un aspecto clave. En muchas ocasiones, subrayas este componente del personaje con planos muy cercanos, incluso explícitos de su propio punto de vista o desde fuera. Se mira a sí misma reflejada en un espejo, y su ojo sirve como reflejo para el mundo a su alrededor.

Valdimar Jóhannsson: Creo que Ada es una parte inseparable de Maria e Ingvar. La película que tiene mucho que ver con la pérdida, es el hilo que mueve toda la historia. Hasta qué punto son capaces  ellos dos de intentar recrear una felicidad que tuvieron, esa era la idea. Cuando Ada llega, creo que sobre todo Maria lo ve como un sustituto a un proceso real, a una etapa de curación que se niega a sí misma. Es una sensación extraña y muy triste, casi tóxica, pero nada reprochable. Creo que cómo funciona Ada en este ambiente es una extensión de estos antecedentes, aunque ella no lo sepa, o no pueda procesarlo. Nunca llegas a saber del todo si es cariñosa o sumisa, si entiende lo que pasa a su alrededor; si este comportamiento es antinatural, o si de verdad hay algo de resentimiento hacia sus padres adoptivos.

Es interesante experimentar con ese tipo de relaciones porque son naturales en un escenario tan salvaje. Pero en general creo que la idea en esas miradas era que tanto Ada como el mundo se devolvieran la mirada entre sí. Que Ada descubriera el mundo a la vez que el mundo descubre a Ada.

Da la impresión de que la película solo muestra una mitad de la historia, otra versión de los acontecimientos que puede ser correspondiente a la de Ingvar y Maria.

Una parte importante en la que quise insistir era el ambiente, la sensación general del mundo, del universo alrededor de estos personajes. Es interesante dejar abiertas tramas a medio contar, historias sin terminar, o apenas dar contexto, y todo ello ayuda a presentar el tipo de universo en el que ocurren estas historias. Creo que la película tiene mucho de fábula, y eso es algo que hacen los cuentos: dejar espacios en blanco y que cada cual los rellene como buenamente pueda. Es bonito, tiene algo de inocente y creo que establece una relación con el espectador. Me gusta esa sencillez inofensiva tan típica y darle una vuelta algo macabra. La fantasía te permite esas licencias.

De hecho, hay un momento en la película en la que Maria e Ingvar están viendo una película en el televisor. Esa película es un cortometraje que hice hace unos años, Dolor (2008), y tiene mucho que ver con Lamb. Diría que ambas tienen esa presencia de cuento de hadas con giro oscuro.

Hay otra historia dentro de esta historia que podría haberse contado con más detalles, pero creo que muchas veces es mejor no rellenar esas páginas en blanco. En este caso creo que resalta lo peor de las circunstancias que les toca vivir a estos personajes. Definitivamente, hay un relato paralelo al de Maria e Ingvar. Y también es uno que podría ser equivalente a la de ellos dos.

Entrevista Valdimmar Jóhannsson Revista Mutaciones

Muestras los paisajes de Islandia  con un respeto que se transmite a través de unas imágenes sombrías, intimidantes.  ¿Qué importancia tiene la naturaleza en este relato?

Trabajé en concreto la fotografía y la gama cromática que quería conseguir desde muy al principio de la producción. Quería unos paisajes enormes, vacíos, naturales, pero que impusieran respeto. Cuando empecé a preparar la película, compré y coleccioné imágenes, fotografías y cuadros de paisajes islandeses. Quería capturar esa sensación real, plasmarla a tiempo real y necesitaba esas referencias. Me gusta pensar que creamos nuestro particular folklore islandés. Mis abuelos trabajaron en una granja de ovejas y de pequeño pasé mucho tiempo con ellos, gran parte de la idea surge de ahí.

Elegimos días nublados y de tormenta porque queríamos mostrar esa parte salvaje de la naturaleza, como si quisiera expulsar lo poco de civilización que hay dentro de ella. Una parte imprescindible de Lamb es la convivencia con esta naturaleza, y los límites que impone. Si los sobrepasas, la naturaleza contraataca de forma feroz.

Es una película que sorprende por lo densa que es su ambientación, lo realista que es cómo documentas esa realidad, pero visto desde un prisma fantástico.

Quise que la película, o al menos gran parte de ella, pudiera entenderse con pocas palabras. Al principio del primer capítulo los personajes apenas hablan, ni siquiera entre ellos. Quería destacar los sonidos del campo, del viento, de la lluvia, del tractor removiendo la tierra, las ovejas… Ni siquiera hay mucha música porque busqué que estos sonidos resaltaran y se sintiera una ausencia de diálogos o sonidos familiares. Al final, si prestas atención a esos momentos al comienzo de la película, más adelante no haría falta explicar según qué cosas. No quise insistir en diálogos que recrearan algo que ya se había visto.  Y todo ello tiene algo de fantasía, de extrañeza.

Creo que hay momentos que, sin ser del todo algo que podría reconocerse como verdaderamente mágico, se puede intuir un aura que embruja las secuencias. La primera vez que se ve a Ada de cuerpo entero está a contraluz, desenfocada. Ese es el misterio que quería encontrar con esta puesta en escena.

Lamb (Islandia, 2021)

Dirección: Valdimar Jóhannsson / Guion: Valdimar Jóhannsson y Sjón / Producción: Coproducción Islandia-Suecia-Polonia; Black Spark Film & TV, Film I Väst, Go to Sheep, Madants/ Música: Þórarinn Guðnason / Fotografía: Eli Arenson / Montaje: Agnieszka Glinska / Dirección artística: Felicity Hickson  / Reparto: Noomi Rapace, Björn Hlynur Haraldsson, Hilmir Snær Guðnason, Ester Bibi

 

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