ENTREVISTA A PACO PLAZA
El maestro del terror español
Desde que su cortometraje Abuelitos (1999) le abriera las puertas de su primer largometraje, El segundo nombre (2002), Paco Plaza ha dedicado toda su carrera al terror. Tras dirigir tres de las cuatro películas de la saga Rec, este valenciano nacido en 1973 se ha convertido en uno de los más importantes referentes del género en España. Aprovechando el estreno de Verónica (2017) repasamos con él toda su filmografía.
De tus ocho largometrajes, siete son de terror. ¿Qué es lo que te atrae tanto del género? No lo sé, pero siempre me ha fascinado; supongo que cada persona tiene una inclinación natural hacia ciertas temáticas y yo, desde que de niño veía los clásicos en Mis terrores favoritos[1], disfruto más con el terror que con otro tipo de películas.
Tú accediste a tu primer proyecto de largometraje gracias a Abuelitos, uno de tus cortometrajes. ¿Crees que el corto sigue siendo una buena forma de entrar en la industria? No tengo gran conexión con el mundo del corto, pero está claro que lo mejor que puedes hacer para despertar el interés de los demás es mostrar tu trabajo; si consigues hacer un gran corto es muy posible que llame la atención. Cuando yo era joven el circuito de cortos era reducido, era muy fácil coincidir con amigos a lo largo de diferentes certámenes; así nos conocimos Jaume Balagueró y yo, J.A. Bayona, Koldo Serra… muchos.
Toda tu filmografía está llena de soluciones visuales sencillas y elegantes. Por ejemplo, en El segundo nombre, llama mucho la atención el plano inicial: varios trajes colgados y una percha vacía, que indica algo que falta. ¿Este tipo de ideas surgen durante la escritura del guion o a lo largo del proceso de rodaje? Creo que es muy importante intentar que las imágenes sinteticen lo que estás explicando. La diferencia entre la retransmisión de una acción y su puesta en escena es ese tipo de imágenes a las que aludes. Me obsesiona la manera intrínsecamente cinematográfica de explicar una idea. Hay grandes películas que son, por decirlo de una manera abrupta, “teatro filmado”, en las que lo importante es lo que pasa delante de la cámara, lo que se dice. A mí me fascinan las películas en las que pesa mucho el cómo se dice o cómo se explica en imágenes, más allá de la acción en sí. Ese plano de la percha era, para mí, la mejor manera de sintetizar que la película trataba sobre una ausencia.
Otra constante de tus películas es que siempre tienes inicios muy potentes, como la secuencia inicial de Romasanta (2004) en la iglesia. ¿Qué es lo que te planteas a la hora de valorar cómo empezar una película? Yo soy muy impaciente como espectador; me gusta mucho que una película, desde su primer plano, me sacuda y me plantee interrogantes. La peor sensación en el cine es la comodidad; me gustan las películas que plantean enigmas o retos al espectador, la sensación de descontrol, de ir por detrás de la película y tener que alcanzarla. Así que eso mismo intento con el arranque de cada película que he hecho.
Romasanta tiene un notable sabor añejo. Por ejemplo, el diseño de vestuario trabaja con colores muy vivos, casi como si fuera una de las películas de Roger Corman basadas en historias de Poe. ¿Por qué optaste por esta línea? Es interesante porque mi aproximación hoy a esa historia sería diametralmente opuesta, pero fue la que tenía con menos de treinta años. Mis referentes fueron la Hammer y Mario Bava, el uso de los colores y la planificación un tanto barroca y estilizada. Decidí contar la película como una fábula, alejándola de la realidad, y por eso tiene ese toque de ensoñación alejado del realismo. Como te digo, hoy iría al extremo contrario, pero la película me gusta mucho como es.
Después de Romasanta, un proyecto de gran presupuesto rodado en 35 milímetros, pasaste a Rec (2007), una película más pequeña y grabada en digital. ¿En qué tipo de proyectos te sientes más cómodo? El presupuesto no es importante; lo que importa es saber qué estás haciendo, y que todo sea coherente. Por ejemplo, creo que Rec tuvo el presupuesto que necesitaba y quizás Romasanta hubiera agradecido algo más de pasta. No es la cantidad, sino la adecuación de los recursos a la historia (o viceversa, como en el caso de Rec).
¿Cómo cambió tu planteamiento de la planificación con el paso del celuloide al digital? No me gusta el digital, creo que te proporciona unas comodidades que no siempre son positivas para la película; el nivel de concentración en un rodaje cuando se rueda en celuloide es superior, se ritualiza el momento de la toma, sabes que cuesta mucho dinero y que hay que tenerlo todo claro antes de dar motor. Pero tiene ventajas también; no hubiera podido rodar Verónica en 35mm de la manera que lo hice, dando libertad de acción a los niños, dejándoles improvisar cosas, grabando una gran cantidad de material. Tampoco me gusta regodearme en la nostalgia, porque el 35mm está muerto en España y no va a volver, así que no vale de nada lamentarse.
Rec recuerda mucho al tren de la bruja de las ferias, dejando de lado casi todos los elementos narrativos para concentrarse en el puro terror y la angustia de una situación extrema. ¿Por qué optasteis por un planteamiento tan poco usual, y cómo convencisteis a los productores para que confiasen en una película así? Queríamos hacer una película sin otra pretensión que divertirnos. Tanto Jaume[2] como yo estábamos trabajando en proyectos más convencionales, y comentábamos lo trabajoso de levantar la financiación, la cantidad de cosas que debes hacer antes de verdaderamente dirigir la película, y como los procesos son tan largos que a veces corres el riesgo de ir perdiendo energía. Esa conversación fue en, si no recuerdo mal, agosto; empezamos a fantasear con hacer una película que fuera súper rápida de montar, que hiciéramos con pocos recursos, y en octubre estábamos rodando. Julio Fernández fue el primero que se entusiasmó con la idea de hacer algo tan underground, con poco riesgo y muy divertido, como una traslación de un videojuego a la pantalla.
Una cosa interesante de Rec es que es la propia protagonista la que desea que ocurra algo emocionante esa noche para poder grabarlo. Esa clase de ironías se repiten en varias de tus películas, y siempre hay mucho de sátira y humor gamberro en todo lo que haces. Incluso una película tan dramática como El segundo nombre tiene una prostituta que se queja de que le duele la mandíbula, pero es en las películas de Rec donde el humor ha ido ganando cada vez más peso, hasta el punto de que mucha gente ha comparado Rec 3 (2012) con Berlanga. ¿Es algo puntual de la saga o consideras que la mezcla de humor y terror forma parte de tu identidad como director? Es algo innato en lo español; no hay más que ver los chistes que hacemos, los españoles tenemos ese superpoder de verle el lado cómico a todo. Es verdad que a partir de Rec eso se ha acentuado más en mis películas, de hecho, Rec 3 es más una comedia romántica que una peli de género para mí. Y en Verónica también hay momentos de humor que forman parte de la idiosincrasia española, yo creo. Me halaga mucho cuando se habla de Berlanga o Azcona, para mí son dos referentes esenciales, junto a Saura y Álex de la Iglesia son los pilares de mi educación.
Todas las películas de la saga Rec muestran una constante ruptura de las reglas establecidas: en la primera, dejando fuera todo lo narrativo; en la segunda, jugando con los géneros y cambiando el foco a mitad de la película; en la tercera, acabando con el formato de metraje encontrado para recuperar una planificación más tradicional a los veinte minutos de película. ¿Cuánto hay en eso de deseo por tu parte de jugar con los formatos y los géneros? Más que de jugar con los formatos, de sorprender, de intentar que la película no sea lo que te esperas. Hay algo muy reconfortante, en un sentido negativo, en ver la película que esperas ver, sin sobresaltos. A mí me gustaría conseguir que los espectadores nunca estuvieran del todo cómodos viendo la película, que hubiera un “sentido araña” que les avisase de que todo puede cambiar. El efecto sorpresa es lo que más me gusta cuando voy al cine.
¿Tras cierto estancamiento en los 90, crees que estamos viviendo una nueva edad de oro del terror? Ojalá. Creo que el terror es el género que nos permite de manera más libre, metafórica e indirecta, hablar de nuestras inquietudes. En España se ha hecho muy buen cine de terror y está en nuestra tradición literaria también, así que espero que hagamos cada vez más y mejores películas de terror, películas que hablen sobre nosotros, sobre quiénes somos y sobre lo que nos aterroriza.
[1] Mis terrores favoritos era un programa de Narciso Ibáñez Serrador, emitido en La 2 de Televisión Española, en el que Chicho y Luisa Armenteros presentaban películas de terror escogidas por el propio Ibáñez Serrador. Curiosamente, Paco Plaza acabaría rodando, diez años después del fin de Mis terrores favoritos, una película dentro de la nueva serie de Películas para no dormir.
[2] Jaume Balagueró es codirector de Rec y Rec 2 y director en solitario de Rec 4.
Pingback: Crítica de Verónica, de Paco Plaza - MUTACIONES
Pingback: Crónica Sección Oficial San Sebastián 2021. Revista Mutaciones