ENTREVISTA A LUIZ FERNANDO CARVALHO Y MARIA FERNANDA CÂNDIDO (LA PASIÓN SEGÚN G.H.)
«Trabajo directamente sobre la literatura, hago una incursión de la lente en el libro»
Andrés y Nacho: A pesar de adaptar la estructura del relato original decides mantener la primera frase. ¿Qué importancia tenía esta en la película? ¿Cómo construiste el resto del guion?
Luis Fernando Carvalho: No hay exactamente un guion. No creo que este tipo de literatura, que es una prosa poética, necesite de la mediación de un guion. Yo trabajo directamente sobre la literatura, hago una incursión de la lente en el libro. Entonces no hay un guion, hay coordenadas y un estudio previo muy fuerte y sustentado por especialistas en la obra de Clarice Lispector que me ayudan a percibir las direcciones de la novela. Estas coordenadas me ayudan a generar una gran respuesta creativa de mi lectura sobre la novela.
A y N: De hecho, la novela de Lispector puede parecer difícilmente adaptable a imágenes ¿Qué fue lo que te llevó a usar este relato?
LFC: No creo en clasificaciones como fácil y difícil de llevar a imágenes. Por supuesto, yo creo en una posibilidad indudable de creación y narrativa cinematográfica. Si hay una clasificación de lo que es infilmable es porque hay un modelo único y hegemónico que domina el mercado. Esta manera de trabajar directamente sobre la literatura es una respuesta, una resistencia a este modelo que empieza en el guion. La estandarización del guion es una forma de castración del proceso creativo. El proceso creativo del cine que me interesa está más cerca del cine primitivo, del cine mudo o el cine de Murnau… Si tú ves los guiones de Amanecer, por ejemplo, es una poesía, no es prosa.
A y N: Cómo se mueve la cámara, la imagen distorsionada y la propia arquitectura de la casa remiten a la idea de la angustia ¿Cómo construiste la puesta en escena en torno a este concepto?
LFC: Todo sale de esa necesidad de inventar un plano, inventar una narrativa. La narrativa no está puesta. La intérprete y yo tenemos que inventar los instantes. Hay una combinación muy potente entre el rigor cinematográfico y la improvisación, tanto por la parte de la mise-en-scène como de la interpretación. Evidentemente he tratado de hacer una relación entre el lenguaje de Lispector y el de la película. La escritura de Lispector adentra las cosas. En sus cuentos, una mujer se encuentra con el búfalo y, cuando le mira a los ojos, se adentra dentro de la mirada del animal. Esa mirada epidérmica, microscópica, me interesa muchísimo. Es una mirada estructurada por los primeros planos. Esto me recuerda a una cita de Godard, que decía que si nos acercamos mucho al rostro humano esta humanidad se transforma, se transmuta en un paisaje, en algo no humano. El primer plano pasa a ser el fondo, y el fondo pasa a ser el primer plano. En Kafka también hay una reflexión interesantísima que recogen Deleuze y Guattari en Kafka: por una literatura menor, que muestra a un personaje que sube a un tranvía y ve a una joven que sube de espaldas a él. El viento únicamente separa un cabello y él entra en ese cabello para descubrir todo sobre su vida, sus sentimientos, quién era, sus dolores, sus esperanzas, sus amores, sus sueños… Él se enamora completamente a través únicamente del pelo. Para plasmar esto utilicé una lente que traza internamente un conflicto óptico entre el gran angular y el teleobjetivo. Esta permitía filmar con la misma lente a María Fernanda con la cucaracha, planteando una inversión estética, epistemológica, sobre la belleza de ella –que se va destruyendo en lo inmundo, que su vez se torna accesible. Esto es una propuesta muy política, porque estamos hablando de las personas que son puestas al margen de la sociedad. Entonces, la cucaracha es una especie de receptáculo; no es una metáfora exactamente. La metáfora afirma “esto quiere decir eso” y esto no es así, es múltiple para recibir varias capas de significado. La primera es una capa sociológica que está en las entrelíneas de la novela, pero también en el propio texto, que son los inmundos del mundo desde un punto de vista moral, económico. Hay una cantidad enorme de personajes en la vida real que se pueden encajar en la posición de la cucaracha: los gays, las personas trans, los inmigrantes… Todos los que son considerados abyectos.
María Fernanda Cândido: Las mujeres…
A y N: Sí, de hecho, la cucaracha, además de por la abyección funciona como catalizador donde el espectador pueda proyectar esa ruptura con lo humano…
LFC: Perfecto. De hecho, el propio personaje se despoja de sus involucraciones morales…
MFC: Es el tema central de la obra. Estamos delante de un ser inmundo, considerado asqueroso, repugnante. Entonces, primeramente reconozco lo abyecto de este ser, pero luego me doy cuenta de que lleva aquí miles de años antes que nosotros. Este ser atravesó un deshielo, pueden ser aplastados, se rehacen y siguen… Son muy poderosas.
A y N: Nos interesa la idea de la permanencia, de ese tiempo que no pasa, y cómo esta inmortalidad se traduce en la experiencia que tiene ella cuando entra en la habitación…
MFC: Esa percepción del tiempo como una ilusión es la verdadera percepción de estar vivo, de este momento. Si nos paramos a pensar es muy difícil mantener esa conciencia todo el tiempo, porque si no, nos desquiciaríamos. Pero, durante un intervalo, eso sucede con ella dentro de ese cuarto y lo vive como una epifanía, se congela durante un instante y toda la eternidad está concebida ahí. Es algo que no nos permitimos porque estamos automatizados por lo cotidiano: no nos damos la oportunidad de tener esas revelaciones, que duran únicamente instantes que no podrían ser experimentados durante una vida. Entonces, toda su existencia se pone en entredicho. Toda su dimensión moral, su propia dimensión como mujer, la raza, la clase…
A y N: El desdoblamiento final que tiene el personaje enlaza directamente con la idea del libro de Lispector de la desmaterialización de lo humano, el mutismo… Llevándolo más allá, es la destrucción de lo humano en pos de un sujeto político colectivo ¿Qué lectura tienes respecto a ello y cómo crees que se enlaza con lo actual?
LFC: Esto es lo que hace de la novela una obra muy moderna. Es como si hubiese sido escrita ayer por la noche. Es una novela muy radical porque hace un ataque frontal a toda una cosmogonía del mundo del hombre. Por eso, yo pienso que la abreviación del nombre de G. H., que los críticos interpretan como “género humano” es, realmente, “género hombre”. Conlleva una crítica muy fuerte a la cosmopolítica, los valores morales, la religión… Toda la constitución moral construida en la sociedad occidental blanca, hecha principalmente por hombres para hombres. Es un punto central de la novela que, en un impulso opuesto, busca al resto de personas excluidas: va de lo femenino a la cucaracha, deconstruyendo esta jerarquía y centralidad de lo masculino.