ENTREVISTA A LISANDRO ALONSO
«Creo que puedo aprender más de las personas distanciándome de ellas»
Autor imprescindible del llamado nuevo cine argentino, Lisandro Alonso comenzó a conquistar a la crítica y al público de festivales con obras de un naturalismo hipnótico como La libertad o Los muertos. Tras Liverpool y una serie de Correspondencias con Albert Serra, llegó Jauja (2014), su primera película con un actor profesional (nada menos que Viggo Mortensen) y ambientación histórica. Nos encontramos, pues, ante un cineasta de claros intereses formales pero cuyo cine ha ido claramente en expansión, añadiendo elementos desde el mayor minimalismo. Alonso ha visitado España gracias a la 9ª edición del Festival Márgenes, certamen en continuo crecimiento que, este año, le ha dedica el premio honorífico (Premio Especial Márgenes). A la espera de su siguiente película, Eureka, hemos tenido la ocasión de charlar con él para comprender un poco más (y un poco mejor) la forma que tiene de aproximarse a cada película, cada retrato y cada lugar que puebla su, tan precisa como libre, filmografía.
Tienes un nuevo proyecto, Eureka, que has definido como “un viaje por el tiempo y el espacio”. ¿Qué más nos puedes contar de este proyecto?
La idea que tenemos es empezar a filmar en marzo en Portugal. Después iremos a Méjico y Estados Unidos. Son tres historias que se unen y se conectan de forma diversa, por lo que puedo esperar un tiempo entre filmar una y otra. Haremos la primera y luego iremos viendo fechas para la siguiente. Son historias complejas, así que me viene bien el tiempo entre medias para pensar bien cómo quiero realizarlas. Tampoco hay un único protagonista por lo que puedo dejarlo todo más abierto. Así me da tiempo a volver a casa y estar con mi familia.
Tengo entendido que hay un personaje conductor femenino, que da nombre a la película y que se transforma en pájaro.
Bueno, eso es de la parte que une una cosa con otra. Sucede en una reserva indígena en Estados Unidos. Por una extraña razón, este personaje vuela hacia el Amazonas y se junta con otros indios que viven de forma diferente. A partir de ahí hacemos las conexiones. Es como un juego y no tengo aún muy claro cómo va a suceder. Lo he planteado un poco en los papeles y en alguna entrevista pero hasta que no filmo no tengo muy claro cómo va a pasar.
Con tal argumento, parece que se podrá emparejar más con Jauja que con su trabajo anterior
Sí, va más por esa línea. Combinaremos tiempos, espacios y repetiremos actores en diferentes situaciones. Como la chica que aparece en Jauja y, de repente, está en Dinamarca. Así se crea esa especie de realidad única para la película que no sé bien cómo funciona en el espectador. Al menos a mí me suele dejar algo desconcertado, sin saber bien dónde estoy.
Jauja fue su primera experiencia con actores profesionales, ¿va a volver a repetir experiencia con Eureka?
Sí, creo que vamos a hacer como la otra vez. Con actores profesionales será más fácil que entiendan un poco la línea del guion y la estructura de la película. Pero también van a salir actores que no hayan trabajado de ello previamente, como algunos indios y demás.
Hace ya cinco años del estreno de Jauja, y cuando llegue Eureka habrán pasado incluso más ¿Crees que el cine ha cambiado en este tiempo?
Yo voy a mi ritmo. Creo que todo va demasiado rápido pero yo sigo mi interés y mi criterio para planear mi ruta de viaje. Voy a mi velocidad.
Entre Liverpool y Jauja hubo una transformación en su estilo, empezando por el apartado histórico y también por el tratamiento de la imagen o la presencia de un actor profesional. ¿Qué ha pasado desde Jauja para llevarte a Eureka?
Entre medias produje la película de mi mujer (Constanza Novick), El futuro que viene, que está en esta edición de Márgenes y bueno, me ocupé de la vida de mis niños y trabajé en cosas diversas, una beca en Boston, etc. Hice cosas, algunas más importantes que otras, pero no tengo prisa por filmar. Ya me siento bastante afortunado con las películas que hice. No tengo esa energía que tenía en los primeros años. Cuando empecé hicimos como cuatro películas en diez años, desde La libertad hasta Liverpool. Ahora, desaceleré la energía y me concentro más en ver cómo crecen mis hijos.
Entonces, ¿que cada vez transcurra más tiempo entre tus proyectos es más una decisión personal que de dificultades productivas y financieras?
Bueno, es una mezcla. No tengo esa urgencia de estar contando cosas todo el rato. A veces dejar pasar un poco de tiempo y que las ideas se asienten de una manera más sólida en mi cabeza me ayuda a estar más seguro de lo que quiero filmar y porqué lo quiero hacer. Es entonces cuando se transforma en una necesidad, en algo que me despierta un interés más profundo. Eso es lo que me lleva a querer estar tiempo en los lugares donde voy a rodar, ver cómo vive la gente allí, ya sea en la selva o en una reserva india.
Aunque Fantasma sucede en un cine y en Liverpool hay un fragmento en la ciudad, lo más urbano de su cine es Dos en la vereda, y eso que es de Buenos Aires. ¿Se siente más vinculado a la selva o a la estepa que a la gran ciudad?
Como vivo en una ciudad tan grande como Buenos Aires cuando me dan ganas de filmar me dan ganas de salir, de ir a ver otras cosas. Me da más curiosidad ver cómo vive la gente lejos de allí y no las personas que veo todos los días. Quiero ver cómo vive gente que se aísla, descubrir qué cosas tienen y qué no, por qué eligen vivir así, de una manera que no es la que he elegido yo. Puedo aprender más de ellos que del vecino de mi manzana.
Aunque esas primeras películas no son históricas, ese viaje a lo rural también las convierte un poco en un viaje al pasado.
Sí, alejarse, como ver un viaje al principio del mundo. Así podemos descubrir cómo vive gente con otras necesidades que no son las que tenemos en un medio urbano. Tiene su propio tiempo y no es el de la tecnología porque cuentan con unas necesidades más básicas por cubrir. Creo que tenemos mucha dependencia por estar actualizados y consumir que realmente no es necesaria.
Con todo lo que está pasando ahora políticamente por toda Sudamérica, usted está mirando a los inicios, a los nativos americanos y a qué fue de ellos, o qué permanece en la actualidad de ellos.
Sí, eso puede ser consciente o inconsciente. No me parece que el sistema mundial esté funcionando. Está claro, viendo lo que pasa en América y lo poco que conozco de Europa. Quizás viendo cómo viven otras personas pueda aprender algo, y si yo puedo aprenderlo quizás el espectador también pueda. Al final, esto es una metáfora, como los indios amazónicos, que protegen más su país que los propios brasileros. Es decir, que los indios son más brasileros que los brasileros. Eso ya me da como una lectura con la cual se puede aprender. Ellos son los que menos agreden el lugar en el que viven, pero también los que menos beneficios obtienen del mismo. Eso ya me despierta una curiosidad.
En todas tus películas es evidente un manifiesto uso visual del paisaje, desde la nieve de Liverpool a la selva de Los Muertos o el cielo estrellado de Jauja.
Sí, a veces aprendemos más de la naturaleza que del personaje que la recorre. Se puede saber más del personaje a través del entorno en el que vive. Generalmente escojo lugares donde la naturaleza es el protagonista. No me gustan mucho los lugares donde hay demasiadas personas. Creo que puedo aprender más de las personas distanciándome de ellas y mirando solo a tres o cuatro personajes que elijo ver y observar. Así me puedo concentrar más en mi forma de pensar.
¿Qué opina del concepto “Slow cinema”, con el que a veces se denomina a su cine o al de algunos compañeros como Albert Serra? ¿Cree que su cine es lento?
Lo que necesitan es encasillar este tipo de películas y le han puesto ese denominador. Lento, rápido, con ritmo, sin ritmo… No, no, no. No me hace mucho ruido como lo puedan calificar. No me importa si es lento o no lento, me importa la experiencia que te genera como espectador. Entiendo que no tiene un ritmo como el que podemos ver en cualquier serie o películas de Netflix, pero es que Netflix maneja una historia corta. Para ellos la historia del cine empieza con Tarantino. Pero sí, entiendo a lo que van, a que tienen planos y un ritmo contemplativo. No me lo tomo como algo despectivo o un ataque personal. A alguien se le ocurrió poner eso para vender alguna entrada más en su ciclo, nada más.
Se ha hablado mucho de lo escaso que es el diálogo en sus guiones. Me gustaría saber cómo construye una película, si parte de las imágenes, de ese corto guion, también del espacio que le da a la improvisación durante el rodaje, etc.
Nosotros partimos con una especie de guion que es más bien una guía de trabajo para que todos los técnicos que forman parte del equipo sepan más o menos qué es lo que tenemos que filmar y cómo tenemos que hacerlo. Eso se respeta, esa guía se filma casi completa, ya sean veinte, sesenta o treinta páginas. Después, si queda tiempo, podemos hacer algunas escenas que no estaban en el guion. También se improvisa un poco pero sobre un trabajo ya pensado. Además, siempre es con casi la misma gente. Ya sabemos para dónde vamos y para dónde está dirigida la película. Muchas veces la vamos encontrando conforme la filmamos. Me interesa esa forma de trabajo que no tiene todo preconcebido. Quiero darle espacio a que también se pueda ir descubriendo aristas de la película conforme la vamos haciendo.
¿También en sus primeras películas había un planteamiento de guion de parte del equipo o se dejaba llenar el espacio de las acciones a lo que normalmente haría los protagonistas? Pienso, por ejemplo, en el protagonista de La libertad cuando cocina un armadillo.
Eso está, sí. Sobre todo en esa película que se filmó de una manera más lineal. En Jauja, sin embargo, la última escena estaba al comienzo en el guion pero no funcionaba, así que en montaje se pasó al final, donde causaba más sorpresa. Siempre depende de la película. También de la edición en la que unas te dejan más espacio para jugar que otras.
En una entrevista en España por Jauja dijo que, de una película no le interesa preguntarse los porqués, sino dejarse llevar. Con 5, ya casi 6 largos, si tuviese que contestar a la pregunta de qué ha querido hasta ahora conseguir con su cine ¿qué respondería?
La meta que tuve desde que empecé a estudiar cine era convertirme en un director. Eso para mí ya es un éxito, el lograr que una película me abra la puerta para filmar otra y no morir en el intento ya me da satisfacción personal y seguridad para seguir intentándolo. Ciertos reconocimientos, como el de ahora en Márgenes o algunos otros me hacen pensar que, además, mi sensibilidad tiene cierta gente que la respalda. Me parece que lo que quiero conseguir es seguir conociendo lugares que, sin la excusa del cine, no tendría la oportunidad de descubrir. Llevar la cámara y los micrófonos a sitios donde no he estado y ver cosas que no he visto antes. Trato de sorprenderme a mí y jugar con el lenguaje cinematográfico, a ver hasta dónde puedo ir. Esos son mis objetivos, no tengo más.
El modelo de exhibición está cambiando y parece que hay una división entre lo que se exhibe en festivales, en salas comerciales y en plataformas ¿Cree que su cine tendría sentido en una plataforma, que volverá a conquistar las salas comerciales o que tendrá que seguir viviendo a través del circuito de festivales?
Yo sigo pensando e imaginando las películas en un cine y las sigo haciendo para la sala. No veo que me puedan ver dentro de una plataforma, donde el control remoto tiene un poder increíble y uno puede ir de un lado a otro. Por eso, las opciones de las plataformas son otro tipo de películas con otra dinámica muy distinta. Pero nunca se puede asegurar nada. Eso sí, cuando uno piensa una película para el streaming cambia mucho la forma de concebirla, desde el tamaño de plano hasta los diálogos, pasando por el ritmo y los tiempos. La concentración que uno le puede dar a una película, que uno le puede poner a un televisor mientras está cocinando o haciendo cosas es muy diferente al del cine.
Sin embargo, muy poca gente tiene acceso a festivales de cine para descubrir películas como las suyas.
Claro que sería bueno que se puedan ver también en una pantalla. Yo no veo mucho cine, ni en televisión ni en salas. Solo voy cuando estoy en festivales o para ver películas de amigos. Pero entiendo que puede ser una forma de encontrar películas que de otras maneras no podríamos tener acceso. No sé cuántos adeptos podrían tener mis películas pero siempre serán bienvenidos.
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