ENTREVISTA A ADÁN ALIAGA E ISA FELIU
«Es increíble que todavía exista tanta resistencia a ver un documental como obra de arte»
Mes de noviembre del 2019. En la atmósfera todavía se respiran los ecos del discurso de Greta Thunberg en la ONU mientras el Black Friday, fiesta del consumo y el despilfarro anual, empapela las grandes ciudades. Un momento ideal para contraponer dos miradas: la del consumo descarrilado y la de la protección del medio ambiente. Dos puntos de partida tamizados a través de la humanidad que desprende el documental El cuarto reino. El reino de los plásticos, codirigido por Adán Aliaga y Alex Lora, y que apunta su mirada hacia aquellos que sostienen los cimientos del sueño americano. Para charlar sobre el documental nos reunimos con Adán Aliaga (codirector) e Isa Feliu (productora).
Dos años antes de presentar El cuarto reino habías realizado un corto con el mismo nombre, ¿de qué manera están vinculados?
Isa Feliu: El proyecto inicial siempre fue un largometraje, pero durante el proceso lanzamos un corto que perseguía conseguir financiación para terminar la película. Comenzamos a grabar en 2015 y han sido tres años de rodaje. Entonces, en 2017, cuando comenzamos con el montaje, a Alex Lora se le ocurrió que podíamos cerrar una pieza de 10 minutos para presentarla en Sundance. En una semana conseguimos montar el cortometraje y mandarlo a la organización del Festival. Aunque en Sundance no nos seleccionaron, movimos el corto por más de ochenta festivales de todo el mundo e incluso conseguimos una nominación a los Goya. Y mira tú por donde, meses después Sundance nos dio una ayuda para la producción del largometraje.
¿Qué es Sure we can?
I: Es una ONG conformada como centro de reciclaje y que a la vez realiza una labor social con sus trabajadores que le da una apariencia de comunidad. En EE.UU. existe la figura de los recicladores que se encargan de recoger latas y llevarlas a un punto de reciclaje. Normalmente esta labor la realizan empresas que cobran un arancel al reciclador. Sure we can es la única que no cobra arancel a los recicladores. Además, Sure we can es un centro social y cultural en el que colaboran artistas de diferentes disciplinas.
¿Cómo llegáis a conocer Sure we can?
Adán Aliaga: Tenemos una amiga que nos presentó a Ana Martínez de Lugo, la directora de la ONG, y al conocer el espacio nos quedamos prendados. Luego, comencé a ayudar a Ana en la ONG con la página web, en las redes sociales e intentando conseguir fondos para adquirir el solar, ya que se halla en mitad de Brooklyn y tienen una presión inmobiliaria fuerte. Entonces, después de estar colaborando meses con ellos, le propusimos a Ana hacer una película.
I: En realidad, yo creo que al principio ellos no eran conscientes de la magnitud del largometraje. A la ONG va mucha gente a rodar, y están acostumbrados a las cámaras, pero nadie ha estado tanto tiempo con ellos, ni se ha involucrado tanto con el proyecto.
¿Podemos considerar El cuarto reino como un documental sobre medioambiente?
I: Siempre hablamos de que existen diferentes capas. En el documental se habla también de la inmigración, del sueño americano, de la reinserción de personas con problemas de adicciones. El documental aborda muchas capas.
A: Hay un trabajo de montaje pensado para construir la atmósfera de la película. Nosotros no partimos de una película para mostrar los perjuicios del uso del plástico, ni para mostrar posibles soluciones, ni tampoco lo planteamos como una reflexión sobre el medio ambiente. Partimos del misterio, la magia y el surrealismo del lugar. También desde nuestros puntos de vista de cineastas europeos perverso que aterrizan allí para contar una historia. En ese sentido, la película está construida para potenciar los elementos singulares del lugar, como por ejemplo, Walter haciendo las gafas, René con las maquinitas, las metáforas de los illegal aliens… Con todo ello, hemos construido toda esta parábola en torno al medio ambiente y los plásticos, pero resaltando la parte más humana del lugar. Según Alex, la película tiene que contener esa magia y misterio que termina por revelar una verdad, y ese fue el punto de partida principal para abordar el proyecto. Por otro lado, teníamos muy claro que no queríamos abordar el tema desde tópicos o lugares comunes, queríamos acercarnos desde la historia de vida de sus personajes.
¿Por qué decidisteis cortar el documental en Navidad?
A: Yo creo que la película se estructura en planteamiento, desarrollo y desenlace y nos ha servido para contar una historia de la forma más rica posible. Durante el montaje, valoramos diferentes finales, pero pensamos que las imágenes donde René se está limpiando el polvo (y que podría parecer que se flagelaba) cerraba perfectamente la historia que queríamos contar.
I: Eso en lo relativo al montaje, pero a nivel producción también teníamos que darle un final a la historia. Teníamos que decidir cuándo parar de grabar, sobre todo cuando teníamos 400 horas filmadas. Podríamos decir que surgió de forma orgánica. Adán tuvo que viajar a España con lo que detuvimos las grabaciones durante unas semanas. Entonces comenzamos a montar lo que teníamos hasta el momento, y nos dimos cuenta que teníamos material de sobra y que solo grabaríamos lo imprescindible.
¿Cómo fue el proceso de montaje?
A: Pues yo estuve más presente en el proceso de rodaje. Grabamos entre Alex Lora, Sergi Diez y yo. El grueso del montaje lo ha realizado Alex, y Sergi Diez fue el que nos dio el acabado final al montaje.
I: Sobre todo nos ayudó a dar un punto de vista externo.
Adán, ¿cómo te sientes al transitar del documental a la ficción y viceversa?
A: Para mí la transición es bastante suave porque mis proyectos pueden considerarse híbridos de ambas. Lo que me lleva a filmar una película es una historia que me enamora, que me da pesadillas, que no me deja dormir. En mi caso, yo no diferencio entre documental y ficción. No sé si es una virtud o un defecto.
I: Fíjate, por ejemplo, durante un pase de Documentamadrid, vinieron a la proyección los estudiantes de un colegio que se sorprendían de que El cuarto reino fuera un documental (risas).
Pero también es cierto que las salas de cine dejan poco espacio en la cartelera para el género documental…
A: Eso es verdad, tendríamos que haberla catalogado como un thriller de acción (risas). Tenemos disparos y también puede pasar como película navideña. Es increíble que todavía exista tanta resistencia a ver un documental como obra de arte.
¿Cómo ha sido la organización entre Alex y tú, Adán? ¿Qué diferencias existen entre la dirección en solitario y a cuatro manos?
A: En mi caso, esta es la tercera película que codirijo con tres directores diferentes: Esquivar y pegar con Juanjo Jiménez, El arca de Noé con David Valero y El cuarto reino con Alex Lora. A su vez, Alex a codirigido La silla de vuestro padre con Antonio Tibaldi. En nuestro caso, creo que nuestros egos no son elevados. La conexión con Alex ha sido muy buena y hemos formado un gran equipo. Yo he dedicado más tiempo al proceso de grabación y Alex ha estado más presente en el montaje. La película la hemos sacado adelante básicamente nosotros tres, Isa, Alex y yo. Incluso te diría que el trabajo de Isa ha sido tan importante como el nuestro. Podría incluso formar parte de la dirección.
I: Es cierto que han sido ellos dos la que la han dirigido y yo he participado en los momentos en que pesaba una opinión externa para poder tomar ciertas decisiones. He realizado la figura del productora creativa, coordinando a dos cabezas pensantes.
A: Alex y yo tenemos unos intereses similares y una sensibilidad acorde, por eso ha funcionado tan bien el equipo.
¿Hicisteis un trabajo previo sobre vuestras expectativas del proyecto?
A: Hemos hablado mucho de qué queríamos contar, cómo sería el enfoque y el tono de la película para generar este misterio en torno a la vida de René, o las permanentes luces de los aviones que sobrevuelan el centro y que podrían parecer extraterrestres, o sobre las pilas de bolsas de latas de cerveza que parecían montañas extrañas. Por ejemplo, otro tema que teníamos claro es que queríamos grabar a los personajes con la máxima humanidad posible. Si René me decía que no quería grabar más, yo cortaba la cámara.
I: También tenemos algunas escenas grabadas que decidimos no incorporar al corte final porque no nos sentíamos cómodos nosotros. Y si para nosotros era incómodo, también lo sería para ellos. Cuando lo terminamos de montar, se lo mostramos a ellos y salieron maravillados.
A: Sí, les ha encantado.