ENTREVISTA A DANE KOMLJEN (THE GARDEN CADENCES)
«La identidad no es algo fijo, siempre está en relación con algo más, y esta idea me guio a construir la película, como algo que se busca a sí mismo«
Estábamos muy interesados en la idea de la colectividad y lo íntimo para hablar de las identidades queer. ¿Cuál fue tu enfoque respecto a ello para construirla?
No creo que fuese una idea consciente, es más algo en lo que estoy interesado. Creo que de alguna manera me atrae la capacidad del cine para registrar la intimidad, encontrar la distancia a la que acercarse a una persona, a un objeto… y hacerse a la idea de cuál es esta distancia a la que uno puede filmar. Hay algo muy bonito en eso, porque creo que vivimos en un tiempo en el que la privacidad es compartida, pero que nos hace ser conscientes de la diferencia con la intimidad: revelar algo de ti mismo puede ser a su vez algo vacío. Es más, la manera en la que estamos juntos revela la calidad de esta intimidad, en nuestras relaciones, pero también en la manera en la que las imágenes son producidas. Así que creo que es más algo que busco a cómo está planteado en un guion.
La puesta en escena busca y muta con los protagonistas. ¿Cómo se relaciona esta con los propios personajes y sus identidades?
La manera en la que se construye la puesta en escena es a través de un diálogo con los mollies (los miembros del colectivo protagonista) y preguntándoles en qué situaciones les gustaría ser filmados. Así, todo lo que es mostrado fue propuesto por ellos y yo me interesaba por cómo se comportaban en diferentes ámbitos de sus vidas. Creo que la cuestión de la identidad es algo en cierto sentido “oscuro” para mí, porque no creo que sea algo que excaves en ti mismo y encuentres. Para mí fue darme cuenta de lo que era capaz a través de mis relaciones con otros. De alguna manera quería plasmar esta idea de que la identidad no es algo fijo, de que está siempre en relación con algo más: los hogares a los que fuimos llevados, de los que huimos, de los que construimos con otros… Esta idea de la identidad como algo que no es fijo fue la que me guio en la construcción de toda la película, de algo que se busca a sí mismo.
En la escena final se abre una reflexión sobre la búsqueda de un espacio propio, la migración. ¿Cómo surgió esta idea y cómo la plasmaste en guion?
No trabajé con guion. Siempre soy muy precavido con decir “esto es ficción, esto es documental”, pero esta es de alguna manera la película más cercana al documental que he hecho. Esto fue un proceso muy largo. Ellos dijeron que querían invitar a un grupo de personas que eran muy cercanas, y simplemente rodamos durante dos horas, donde únicamente grabamos tres tomas. Creo que hubo varias versiones de esta conversación; me sirvió para saber de qué iba la película y de alguna manera actuaba como cierre de los temas que se trataban durante el resto del tiempo. Era una elección de ellos y de alguna manera acabó siendo sobre la ciudad, sobre Berlín como un espacio de tránsito, como un espacio donde buscarse a sí mismos, donde expresarse, pero también sobre la impermanencia de ello ya que muchos de ellos actualmente están pensando en marcharse después de muchos años.
De hecho, nos interesaba la dialéctica entre el jardín como espacio seguro y la ciudad en la que hay un sentido político de resistencia.
Esta fue una impresión que tuve cuando estuve allí. De alguna manera, nunca puedes olvidar que estás en la ciudad. El jardín era un espacio seguro para ellos, pero siempre sientes que hay algo violento ocurriendo más allá y eso era algo que quería transmitir. Una vez estás allí es un espacio y un momento bonito, pero nunca puedes eliminar el ruido de fondo. También tenía esta idea de empezar la película más silenciosamente y que la ciudad se fuese revelando, que era la sensación que tenía cuando estaba allí.
A lo largo del festival, hemos visto la idea de la amenaza hacia el sujeto político colectivo y cómo cada película lo interpreta a su manera. ¿Cuál es tu acercamiento a ello?
Es difícil no caer en lugares comunes, pero creo que el cine tiene este poder: captar el tiempo y las cosas que aparecen y desaparecen en él. Y siento que también hay una intención por capturar lo que está a punto de desaparecer, que dota a la imagen de cierta urgencia. Está relacionado con lo colectivo, pero también con una manera de vivir, de amar, de estar juntos… El cine es directamente político cuando registra estas cosas. No es que las salve de desaparecer, pero trata de decir que no quieres que desaparezcan.