ENTREVISTA A DAMIEN MANIVEL (LA ISLA)
“Estas imágenes eran inconscientes de ellas mismas”
Damien Manivel se ha convertido en un habitual del Festival de Cine de San Sebastián. En él ha estrenado tres películas. La última, La isla (2023), en esta 71ª edición. Forma parte de la sección Zabaltegi Tabakalera y se ha presentado en una sesión junto con el cortometraje de su director asistente, Atsushi Hirai. La sensación de familiaridad recorre su película y se ha extendido a esta entrevista con Mutaciones, realizada casi de sobremesa, en una apartada esquina de la planta baja del Kuursal.
La isla es la despedida de Rosa y sus amigos, que pasarán una última noche de fiesta en lo que ellos llaman “la isla” antes de dejar la adolescencia atrás. La obra avanza entre las imágenes de ficción y el making of de la película, conformando un nebuloso y melancólico recuerdo. La manera en la que Manivel dispone las imágenes ─a veces abrazos y otras colisiones─ cuestiona el impulso del arte cinematográfico. Es por ello que esta entrevista, a modo de charla o discusión formal, se ha estructurado en torno a la organicidad que la propuesta abandera.
Imagino que tendrías en mente el lenguaje que querías usar para las escenas rodadas en “la isla”, pero qué hay de los ensayos. ¿Cuál era el plan formal?
Era toda una prueba, un ensayo. A veces no estaba ahí, simplemente quedaba la cámara. Otras estaba otra persona intentando hacer otra cosa. No pensé en el estilo como sí lo hubiese hecho si hiciera un rodaje ordinario. De hecho, fue algo que me dio libertad. No estaba empeñado en que esto fuera de una forma concreto. Solo estaba buscando un estilo. Durante el proceso de ensayo escuché mucha música. Me di cuenta que la música ambiente encajaba a la perfección con esta forma cruda de filmar, muy cercana a los rostros, a veces con errores (imagen distorsionada y fuera de foco) y moviéndose constantemente. Es bastante diferente a mis otras películas, que son estables y muy pensadas. Para mí fue muy excitante probar otra aproximación a la puesta en escena. Esta vino de la música.
Con respecto a esa distorsión que mencionas, que creo que va ligada a la idea de generar un recuerdo borroso, ¿por qué en “la isla” y no en los ensayos?
Depende. Algunas escenas son más tranquilas y no necesitaba mover la cámara alrededor de los cuerpos. Pero en los ensayos también buscábamos rodar de manera vívida, dinámica. Le dije al operador de cámara: “Si estuvieras dentro de la fiesta con ellos y quisieras rodarla, ¿cómo lo harías?” Tenía recuerdos de mis primeras fiestas, en las que llevaba siempre una cámara y grababa todo. De aquellas no estaba buscando perfección, realmente, y ahora tampoco. Buscaba algo vivo.
La idea nace y se lleva a cabo, durante el rodaje, de forma orgánica. ¿Ha sido el proceso de montaje también orgánico para ti o, al intentar crear paralelismos en la narrativa, ha devenido en algo más inorgánico, más intervenido?
Para mí la cualidad de la película es precisamente que es muy orgánica la fusión entre los ensayos y la “parte más ficcional”. La escena de la playa y la de los ejercicios, incluso yendo de la noche al día, de la mañana a la noche otra vez, cambiando los espacios y el tiempo, es muy orgánica porque está conectada por la narrativa lineal y con la intensidad de la protagonista. Desde mi punto de vista, los actores tienen la misma intensidad. Por lo que, cuando veo la película no veo una separación entre ellas. Es algo más fluido entre espacios y tiempo. Y desde luego que en esta historia lineal vuelvo atrás y hago bucles. Es un proceso lineal y circular.
Sobre las repeticiones, se aprecia que en ellas varía el tono del ensayo a “la isla”. ¿Qué buscabas con esto?
Cada plano de esta película es un ensayo. Incluso cuando grabamos en “la isla” es un ensayo. Por eso la atmósfera es distinta. A veces descubrimos las escenas y otras lo están haciendo de nuevo, por lo que tienen otra forma de actuar o de jugar. Además, de noche cambia la recepción de la escena. Puede ser más divertida en el ensayo y más violenta a la noche. Lo que me interesa es el proceso de repetición, de crear bucles temporales. Lo ves una vez, otra, otra y profundizas más en la emoción. Sabes lo que va a pasar, pero no cómo. Luego descubres la música, que hay más palabras o menos. Por lo que las escenas son iguales, pero también diferentes. Pone un sentimiento borroso sobre lo que es un recuerdo. ¿Es verdad? ¿Es una fantasía? Me gusta esta idea de los recuerdos borrosos.
La estructura también se altera con insertos de imágenes rodadas con teléfonos móviles.
Cuando empecé el montaje le pedí a los actores que me pasaran los vídeos que habían grabado durante el proceso de rodaje. Habíamos estado de fiesta dos semanas y había pruebas de ello. Usé un vídeo que había grabado Rosa. A través de su grabación podemos ver a gente del staff preparando la película. Para mí era muy interesante mezclar estas escenas de off-working con la repetición.
¿Tratabas de borrar la línea entre realidad y ficción o sucedió de manera natural?
Ambas. El proceso de edición fue muy intuitivo. Tenía este disco duro con tantas horas de material de vídeos, documentos, audios, fotos, vídeos de teléfonos, mis dibujos… y traté de juntarlo para contar la historia que quería. Por eso, la historia es ficción del principio al final. Cien por cien ficción. Usé todo lo que tenía en mis manos para darle vida a la película. Una película que se suponía que no debía nacer.
Me gusta esa idea de que la película cobró vida, de que la dirigías (en el significado estricto de la palabra), que no la estabas “haciendo” o fabricando, como se suele decir.
¡Sí! Juntar a toda esta gente y crear algo. Muchas de las ideas de la película no son directamente mías, vinieron de hablar con los actores.
Como un trabajo de grupo…
Efectivamente. Hablarlo entre nosotros y juntar la improvisación con escenas más escritas. Es una mezcla entre varios métodos. Aunque lo que verdaderamente es importante para mí es que cuando hacíamos esto no trabajábamos con términos definitivos. Estas imágenes eran inconscientes de ellas mismas. Cuando grabas, todo el mundo se da cuenta de ello, por lo que la realidad cambia. Los actores son más conscientes de que están siendo grabados y que eso va a aparecer en la película. En este caso, todo el mundo era inconsciente porque nadie sabía que estas imágenes se usarían. La belleza de estas imágenes es que son bastante ingenuas, en ese sentido.
Y volviendo sobre la idea de la organicidad, ¿es el proceso humano de recordar orgánico o inorgánico? Porque, realmente, al volver atrás cambiamos el recuerdo.
De la forma en la que lo dices es cierto. La memoria no es siempre verité, no es siempre cierta. Es el tipo de verdad que tiene que ver con la forma. La forma puede cambiar. Existe la fantasía, las mentiras, la emoción… Pero lo que más me interesa a mí de trabajar con los recuerdos es que cuando te obsesiones con un recuerdo y vuelves a él muchas veces, cambia. Hay una evolución. Esto es muy orgánico y bonito, yo creo. No creo en el realismo, de alguna forma. Uso el realismo, o la realidad en mis películas para darles vida. Para encontrar el sentimiento de la verdad tenemos que distorsionar la realidad, para transformarla.
La isla (L’Île, Francia, 2023)
Dirección: Damien Manivel / Guion: Damien Manivel / Producción: MLD Films / Fotografía: Mathieu Gaudet / Montaje: Damien Manivel / Música: Damien Manivel / Reparto: Rosa Berder, Damoh Ikheteah, Olga Milshtein, Ninon Botz, Youn Berder, Celeste Duménil, Jules Danger