ENTREVISTA A ELENA MARTÍN (CREATURA)
«No queríamos filmar la exposición sexual y física como algo morboso o efectista, sino desde la intimidad, lo sensual, lo carnal e incluso lo crudo»
El proceso de escritura de Creatura, junto a Clara Roquet, se basa en entrevistas con otras mujeres. ¿Cómo se han combinado estas experiencias para configurar una película en apariencia tan íntima?
A la hora de escribir lo más fácil fue la infancia porque está todo por explorar. La adolescencia fue un poco más complicada ya que hay muchos referentes y películas que hablan del despertar sexual adolescente, lo que nos obligó a preguntarnos qué podíamos aportar nosotras. La edad adulta fue la más difícil, porque las experiencias son mucho más variadas. Por eso queríamos hacer un estudio de estas experiencias en una sociedad sin educación sexual, en la que todas las mujeres reciben violencias más o menos explícitas. Preguntamos sobre la masturbación, sobre las relaciones sexuales con otras personas, la relación con los genitales, el asco… Contamos también con una terapeuta que nos indicaba posibles contradicciones en el comportamiento de la protagonista. Al final, en el proceso de escritura fuimos haciendo elecciones para dar coherencia y concretar al personaje de Mila.
La urticaria que le sale a Mila es la materialización del deseo en el cuerpo, y en gran medida la convierte en un monstruo, ¿han existido referencias e influencias de otras obras en este aspecto?
Trabajamos mucho con Clàudia Dalmau – que interpreta a Mila de adolescente – gestos y formas de comportarse del personaje en relación con su cuerpo, en el rechazo, por ejemplo, a los genitales… eso tiene mucho de sentirse un monstruo. Durante la realización contamos con diversas referencias, muchas provenientes del cine de terror como las películas de posesiones, por ejemplo. Y otras realizadas desde perspectivas feministas más recientes como Crudo (Julia Ducournau, 2016) o Thelma (Joachim Trier, 2017). Creatura, partiendo de algunas de estas construcciones en torno al cuerpo y la monstruosidad, es una película mucho más humanista.
El mar es una pieza esencial de Creatura, los ríos o los lagos lo han sido en obras recientes como El agua (Elena López Riera, 2022) y el corto de Irene Moray que protagonizas, Suc de Síndria (2019). ¿Qué encuentras tú en el mar que sea atrayente para relacionarlo con el deseo?
En el episodio especial de Euphoria: Fuck Anyone Who’s Not a Sea Blob, escrito por Hunter Schafer, su personaje dice que el mar le parece “feminine as fuck and powerful as fuck”. El mar es un mundo tan inaccesible e inalcanzable para la experiencia humana que por eso lo conecto con el placer. Lo relaciono con el sudor, lo físico, lo corporal, pero también tiene un lado muy violento. Me recuerda al deseo femenino en ese sentido.
En Creatura los dos personajes masculinos principales, el padre y el novio de Mila, hablan de la incomodidad que ella les provoca. ¿En la forma que tiene la película de acercarse al cuerpo a través de la imagen también existía esta intención de incomodar al espectador?
Nunca quisimos que fuera provocador, estoy un poco cansada de ver el cuerpo femenino filmado de una forma efectista. En el guion, e incluso en algunos momentos de la película (las pesadillas y los sueños), parece que nos acercamos al terror, porque al final es una metáfora que nos gusta: el sexo es un misterio y es importante generar ese suspense en la película. Pero no queríamos filmar la exposición sexual y física como algo morboso o efectista, sino desde la intimidad, lo sensual, lo carnal e incluso lo crudo.
El cuerpo femenino de las tres actrices que encarnan a Mila sufre una gran exposición, pero me interesa saber sobre todo cómo se trabaja con la actriz que la encarna de niña (Mila Borràs).
El trabajo comienza con el proceso de casting de Mila, llevado a cabo por Irene Roqué. Era importante encontrar a una niña que estuviese en la misma fase que el personaje, es decir, que fuera una niña libre físicamente, a la que no tuviéramos que pedir ciertas cosas, porque eso no lo íbamos a hacer. Para ello realizamos juegos en los que se les pedía que me tocasen para despertarme, algunas ya mostraban vergüenza y pudor, pero Mila me pegó con el cojín, me zarandeó o me hizo cosquillas.
Lo siguiente era cuidar esa fase de exploración en la que se encontraba, para no exponerla, por supuesto, pero tampoco cohibirla. Al trabajar con ella fue muy importante el trabajo con los padres – que son actores – la coordinadora de intimidad (Lucía Delgado) y la coach (Clara Manyós). El trabajo de filmarla se hizo sin exponer su cuerpo de forma directa para preservar su imagen física, y poniendo barreras entre los cuerpos. En la película la relación con el cuerpo infantil de Mila viene muy derivada de la mirada del adulto, en cambio ella lo que hace es jugar. Por eso no fue difícil de rodar: lo difícil era encontrar las personas que quisieran participar, y entender el mensaje de la peli.
Con respecto a este juego de mostrar y ocultar el cuerpo, ¿qué papel cumple la fotografía y el montaje para complicar esa mirada masculina?
Durante la película existe un proceso de desligar la experiencia del cuerpo de la mirada masculina. A la hora de rodar teníamos muy claro que la cámara debía centrarse en la experiencia de Mila, en su rostro y su cuerpo, en los momentos en los que experimenta deseo, y no tanto en las personas que la rodean. Está presente, por ejemplo, en los pushings sobre su rostro cuando mira y desea. Y el montaje enfatiza esto. Además, sirvió como proceso de reescritura en el que la estructura se mantuvo, pero cambiaron los momentos en los que transicionamos entre la vida adulta, la adolescencia y la infancia. Buscamos crear un montaje muy poético y expresivo – apoyado por la música de Clara Aguilar – centrado en el descubrimiento de la protagonista.
Han pasado 6 años desde el estreno de tu primera película, Julia Ist (2017). ¿Ha sido Creatura un proyecto complicado de completar?
Es un problema de precariedad. Sigue sin ser fácil conseguir grandes presupuestos para sacar adelante proyectos dirigidos por mujeres. Hemos tardado mucho en completar Creatura porque ha sido un tiempo dedicado al guion: al no existir demasiadas ayudas al desarrollo Clara y yo hemos tenido que trabajar en otros proyectos. Además, no conseguimos toda la financiación necesaria, lo que nos obligó a grabar rápido, en 5 semanas, y teníamos el material justo para poder montar. Pero, en general, no me ayuda pensar lo difícil que es sacar los proyectos en una sociedad patriarcal y capitalista para la que la cultura no es un bien productivo de valor. El siguiente proyecto costará realizarlo, pero será un viaje muy guay.