EL REY PROSCRITO
David Mackenzie lo arregla
Para desarrollar el ejercicio crítico de estas líneas de la manera más completa y objetiva posible, es necesario mencionar que el metraje de El rey proscrito que se estrenó en Netflix tiene un recorte de aproximadamente media hora. Pero su paso por Toronto provocó el paso del hombre de las tijeras por la sala de edición. El ejercicio crítico indudablemente debe abordar el resultado final que es proyectado, no lo que hubiera sido, pero en este caso lo que “hubiera sido” es llamativo de forma particular. Muchos son los momentos que se aprecia que la escena, ya no para la compresión del espectador, sino para la propia lógica narrativa, merecía más duración, ser consciente de la tipología temática que se está abordando y no dejar a medio camino, por ejemplo, el dinamitar emocional de un personaje para provocar una rebelión, los motivos de un rey para una ocupación o la ausencia de imágenes necesarias para el desarrollo de una coronación. Dicho esto, a lo que es.
En 1305 en una sórdida plaza de Londres, el rebelde escocés William Wallace apuró sus últimos hálitos de vida clamando por la libertad de su pueblo instantes antes de ser asesinado y descuartizado por orden del rey Eduardo I de Inglaterra. Cada pieza de Wallace fue colocada en diferentes puntos del país para mostrar la contundencia con la que el rey enfrentaba a los traidores a la Corona. Una de esas piezas fue el empujón definitivo para que Robert the Bruce, un noble y semi heredero al trono escocés se decidiese a proponer y liderar una insurrección para devolver a su pueblo y su país la libertad que le costó la vida a Wallace. La historia del primero fue plasmada por la archiconocida Braveheart (1995) de Mel Gibson, y para narrar los hechos del segundo título, El rey proscrito (Outlaw king, 2018), David Mackenzie recoge el testigo del discurrir del pueblo escocés (aún sin intención, es lo más parecido a una secuela histórica) y bajo esta premisa desarrolla su último film. Eso sí, Mackenzie es consciente de la inevitable comparación con el filme de Gibson y desarrolla durante dos horas una historia desmitificada, con un estilo más sucio y embarrado.
Siendo consciente de la distancia salvada con respecto a la cinta de Mel Gibson, David Mackenzie sí que muestra una estructura guionizada más cerca de su anterior título Comanchería (Hell or high water, 2016). Sin embargo, su muy estimable libreto no se acerca a la solidez de la trama, de la historia y sobre todo de los personajes (lo dificultoso de lidiar con personajes históricos) que recreó Taylor Sheridan en Comanchería. Quizás sea por la exclusión de metraje tras Toronto que puede omitir aspectos clave de la historia de la sublevación de la sangre escocesa. Pero acudiendo una vez más a lo que finalmente es, David Mackenzie aprovecha muy bien la gran construcción de personajes para ayudar a los protagonistas a realizar un gran ejercicio interpretativo con un Chris Pine perfecta e intencionadamente contenido y rodeado de secundarios a la altura, Aaron Taylor-Johnson a la cabeza. Armado con esto, Mackenzie (al igual que en Comanchería) esquiva la acomodación con la que cierto maniqueísmo podría someter a sus personajes; los despoja de toda pureza y los limita a la pura supervivencia y justicia terrenal. Un guerrero que despierta de su letargo a un pueblo oprimido, un hombre que rinde pleitesía a su nombre y un hijo sometido al largo y tortuoso yugo de su progenitor.
Pese a las ausencias que puede provocar el recorte de metraje, es cierto que El rey proscrito es resultado de un más que correcto y riguroso proceso de documentación histórico. No tanto en relación a la rebelión, como acerca de aspectos menos conocidos y matices más concretos que riegan de veracidad y rigor a las imágenes. Ejecuciones, castigos o puros cascos medievales, por ejemplo. Al robo de minutos, David Mackenzie, con lo que tiene, lo consigue.
El rey proscrito (Outlaw King, Reino Unido, EEUU, 2018)
Dirección: David Mackenzie / Guion: David Mackenzie, Bash Doran, James MacInnes, David harrower, Mark Bomback / Producción: Gillian Berrie para Sigma Films, Anonymous Content y Clockwork Sessions / Fotografía: Barry Ackroyd / Montaje: Jake Roberts / Diseño de producción: Donald Graham Burt / Dirección de arte: Jason Knox-Johnston / Reparto: Chris Pine, Aaron Taylor-Johnson, Billy Howle, Florence Pugh, Callan Mulvey,Stephen Dillane, Tony Curran, James Cosmo, Matt Stokoe, Sam Spruell, Paul Blair,Chris Fulton, Steven Cree, Stephen McMillan, Lorne MacFadyen, Jack Greenlees,Josie O’Brien, Jamie Sives, Alastair Mackenzie, Gilly Gilchrist
Con críticas así es mucho más fácil decidirse por una película .
Bueno, tras esta estupenda crítica, solo queda ver la película……