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EL PROFESOR DE PERSA

Dolor, miedo y surrealismo

“A cada cual lo que le corresponda”. Un enorme cartel sobre la entrada del campo de concentración anuncia la trama entre Gilles (brillante Nahuel Pérez-Biscayart), un joven belga que acaba prisionero en la base alemana y Klaus Koch (Lars Eidinger), el oficial de campo al mando. Ya desde el mismo cartel promocional de El profesor de persa (Vadim Perelman, 2020) se presienten los abusos de poder en el campo, donde la mirada agónica de Gilles, cubierta de miedo y asperezas, sentado en una silla e iluminado por una pequeña lámpara ruega al oficial Kock lo que es suyo, levantado con su uniforme acicalado e imponente desprecio hacia el prisionero, la libertad.

Aun así, el film relata la relación que se forja entre ellos en el campo. Mientras Gilles se hace pasar por persa para sobrevivir Kock le invita cada noche a su despacho para aprender farsi y cumplir su sueño de abrir un restaurante en Teherán después de la guerra. Lo que pasa es que Gilles no conoce el idioma y a partir de un sistema propio, reuniendo los nombres de los presos, va generando un falso diccionario en farsi. Dichos encuentros nocturnos lastrarán a Gilles hasta la inanición; tendrá que pasar el día trabajando en la cocina y la cantera, racionar la comida para sus compañeros y esconder su propia identidad para sobrevivir. El inserto hacia el cartel de la base al comienzo proclama en El profesor de persa la misma mentira de su personaje, nada es lo que parece.

El profesor de persa. Revista Mutaciones

La vida en el campo de concentración de la película es un diabólico laberinto por las entrañas y el costumbrismo de las víctimas y verdugos que produjeron la II Guerra Mundial. Un recorrido por las miserias que tenían que resistir los prisioneros en su día a día, con largas jornadas de picar en la cantera que acaban en una interminable cola para mendigar un pequeño plato de sopa al día. Y también, el club social que arremolinaba a los jerarquizados puestos de los alemanes, desde sus salidas nocturnas para bailar, sus exóticas cenas y los picnics surrealistas que organizaban en el campo. El tono que Perelman inserta en cada una de las vidas de los protagonistas cambia, mientras el drama invade la expresión de los judíos, la comicidad y el enredo suscita un humor hilado finamente entre los personajes alemanes. En cambio, la relación entre Gilles y Koch se nutre a través de la conjunción de los dos mundos. Aquí la mirada hacia el tiempo que pasan juntos es indeterminada, salvo por el detalle del reloj que suena intermitentemente durante sus reuniones y a lo largo de toda la película en la habitación. El tintineo del segundero aborda de manera silenciosa pero agobiante las más de 30000 personas que son asesinadas en el campo de concentración durante el transcurso de El profesor de persa.

Gilles mantiene una relación con varios de los presos, italianos y judíos con los que no puede comunicarse idiomáticamente. Es el lenguaje el que cobra sentido, tanto por la narrativa de la cinta como por el audiovisual. La puesta en escena pictórica, teatral y tragicómica sugiere un acercamiento a películas como La vida es bella (Roberto Benigni, 1997) pero el apoyo en planos generales más esteticistas y el cuidado en mantener la luz natural para alumbrar y definir a sus personajes El fotógrafo de Mauthausen (Mar Targarona, 2018) se vislumbra en El profesor de persa. Además de atender mediante largos planos las miradas de Gilles y Koch. En los brillantes ojos del actor que interpreta al oficial de campo se distingue ira y desprecio, y en los del actor Pérez-Biscayart miedo, pena y sufrimiento, un lenguaje a través del silencio y la mentira.

El registro del campo de concentración arde bajo la mirada de terror del protagonista, la palabra “verdad” es una de las más de 2800 que se inventa durante las sesiones con Koch y es esa verdad que se quema la que se impone por justicia y raciocinio. “Lo fácil no es aprender sino retener” y es en esa retención la que lleva a Gilles a redimirse a través de su propio sufrimiento. La pantalla se cubre por un frondoso verde y unas vías de tren oxidadas, el camino eterno termina y al final, a cada cual le toca lo que le corresponde.


El profesor de persa (Rusia-Alemania-Bielorrusia, 2021)

Dirección: Vadim Perelman / Guion: Ilya Tsofin (basada en la novela de Wolfgang Kohlhaase) / Producción: Hype Film, ONE TWO Films, LM Media, Belarusfilm / Fotografía: Vladislav Opelyants / Música: Evgueni Galperine, Sacha Galperine / Montaje: Vessela Martschewski / Reparto: Nahuel Pérez Biscayart, Lars Eidinger, Leonie Benesch, Jonas Nay, David Schütter, Luisa-Céline Gaffron, Alexander Beyer, Giuseppe Schillaci, Peter Beck, Andreas Hofer.

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