EL FARO
Tsunami expresionista
Convocar la inquietud parece una excentricidad propia de Fausto. Un juego de sombras que, presuntamente, el terror adolescente desterró de sus códigos en post de orgías de sangre, sostenes y heavy metal. Cuando La Bruja (2015) emergió en el mundo de lo tétrico, detractores no le faltaron. Algunos tildaron la propuesta de Robert Eggers de presuntuosa, al parecer, una obra folclórica y clasicista, la cual parecía no aportar nada más que burguesa elocuencia. Su sofisticación hizo merma en un público fanático donde, algo propio de Haneke, daba más dentera que la propia y endiablada propuesta.
Eggers parecía flor de un día pero, tras cuatro años de espera, nace de sus manos una célebre partitura, una sinfonía de horror que, cual Murnau, define con estupor el miedo más silencioso y crepitante: el de las texturas. Sus notas más clásicas zumban en planos generales propios de Amanecer (1927, F.W Murnau), donde la neblina transforma aquella adulterada cabaña en un espeluznante faro. El faro comparte los códigos del expresionismo alemán para enunciarlo en su propia fantasía. Las máquinas de Lang y los engranajes de su Metrópolis (1927) son la percusión de la orquesta. Poe y Lovecraft no podían faltar para poner letra a la pieza. Una ópera majestuosa donde la humedad, el salitre y las escamas de sirenas sumergen por completo al espectador que, ante un guion críptico y barroco, no se desvincula de la trama gracias a la densidad de su puesta en escena.
El regreso a Nueva Inglaterra, lugar donde acontece La Bruja, condena nuevamente en su contexto a los protagonistas. En la primera cinta de Eggers, el puritanismo religioso sometía sus personajes a las más febriles y diabólicas fantasías. Temática remitente en su nuevo filme a través de una dupla de actores que sumerge por completo a la audiencia en una agónica y hostil clausura. Williem Dafoe y Robert Pattinson comparten un decrépito escenario donde sus gestos y narrativas son enfatizados por el perfilado blanco y negro, así como un 4:3 claramente antropocentrista. Encomiable y aplaudido trabajo que sigue ensalzando a Dafoe y da crédito a Pattinson.
Las mareas de este filme traen consigo mitos y leyendas de alta mar, folclore de viejos lobos con pipa y barbas cargadas de sal. Las pesadillas lovecraftianas se intercalan como un periplo onírico donde nunca sabrás si es cierto lo que acabas de observar. Eggers erige un clásico contemporáneo atestado de tsunamis expresionistas: minimalista a la vez que sobrecargada, silenciosa a la par que rabiosa. Una obra perdurable para los amantes del cine de autor y aquellos que ansían en el terror algo más que hastiadas matanzas y hemoglobina.
El Faro (The Lighthouse, EE. UU., 2019)
Dirección: Robert Eggers / Guion: Robert Eggers, Max Eggers/ Producción: A24 /New Regency Pictures / RT Features/ Música: Mark Korven Fotografía: Jarin Blaschke /Montaje: Louise Ford / Dirección artística: Matt Likely /Reparto: Willem Dafoe, Robert Pattinson.
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