EL DIA MÉS CURT 2019
Destellos de genio en El Dia Més Curt
El sábado 21 de diciembre es, efectivamente, el solsticio de invierno: el día más corto del año. Por ello, parece natural que el séptimo aniversario de El dia més curt, festival de cine en formato corto un tanto alejado en el calendario del resto de grandes eventos cinematográficos de Barcelona, se ampare en su simbolismo. Tampoco es casualidad que el Centre de Cultura Contemporánea de Barcelona haya servido como sede de este nuevo y mejor encuentro entre directores –nuevos o conocidos– y el público catalán: el museo, como en esencia el mismo cortometraje, tiene una vocación tan popular y horizontal como audaz. Valiente por su concreción temática, estilística, pero también por su sempiterna lucha contra la invisibilidad a la que el largo lo sume de cara al público masivo. Es el cuento de siempre. Por ello, cabe destacar el éxito de esta séptima edición, que ha confirmado el interés de una cantidad de público inesperada teniendo en cuenta la competencia que estas fechas despiertan, tanto dentro como fuera de las salas de cine.
Un público que ha respondido a unos títulos que, o bien venían con la garantía de los grandes festivales a sus espaldas, o bien habían suscitado el entusiasmo que solo el talento emergente puede resucitar. Con una selección de joyas recientes y otras recuperadas, la programación de la séptima edición incluía perlas de cineastas que vuelven al corto tras su paso por el largometraje, los habituales pequeños-grandes descubrimientos del programa infantil y la sesión Bandarra, la más gamberra de todas ellas, así como una selección especial curada por la coordinadora de festivales de cine Catalunya Film Festivals alrededor del aniversario de la distribuidora especializada en cortometrajes Marvin & Wayne. Un pequeño panorama (corto, comparado con el de un evento que ya venía rodando desde el día 10 y viajará hasta finales de año por todo tipo de pueblos de Cataluña) para una edición que, siguiendo con la estela de sus predecesoras, pone en la variedad su máximo empeño.
Lo más adecuado: empezar por la sección familiar –siempre los niños por delante–, donde pudimos disfrutar del multilaureado cuento de crecimiento personal El gigante, de Julio Vanzeler y Luis da Matta Almeida. Una historia que, robada en primera instancia por un esteticismo enervante, va ganando valor para construir una voz con entidad propia. Más gratamente sorprendió el Pawo de Antje Heyn, hijo de la amable creatividad de fondo blanco nacida en aquellos ya remotos asdf. Quizás en la sección Perles había los mayores garantes del evento, por lo menos de antemano. Fue el espacio dedicado a tótems cinematográficos internacionales como Roy Andersson (Una paloma sentada en una rama reflexionando sobre la existencia) y Martín Rejtman (Dos disparos), junto con talentos autóctonos que resuenan con fuerza como Carla Simón (Verano 1993) y Borja Cobeaga (Negociador). Nombres que, en su paso por el largometraje, han aupado a la cinefilia internacional y han vuelto, digamos, cubiertos de gloria. Una condición de estrellato que, sí, complació al público que acudió al hall del CCCB –cómo no, son todos ellos excepcionales–, pero que por parte de una servidora confirmó un renovado interés por lo nuevo y diferente que las secciones posteriores debían deparar.

Secciones de El Dia Més Curt como KM.0, programa integrado por la mejor cosecha nacional, dedicado este año a celebrar el décimo aniversario de Marvin & Wayne, distribuidora que ha trabajado con figuras como Sergio H. Martín (Los seis Grados de libertad), Claudia Costafreda (Benidorm 2017), Enric Ribes (Greykey) e Irene Moray (Suc de síndria), entre otros. Un apabullante estudio del cuerpo de la nadadora olímpica África Zamorano, con su peso, su fuerza y su resistencia, constituye el trabajo de Sergio H. Martín, colaborador de Neus Ballús. También nos acercamos a la negrura del destino humano de la mano de Claudia Costafreda y su Benidorm 2017, que con una premisa muy sencilla (una mujer decide ignorar un tsunami inminente) juega a un delicado juego de balanzas entre humanismo y vacío existencial. Finalmente Irene Moray presentaba su omnipresente Suc de síndria, un auténtico alegato feminista, tan íntimo como verdadero, con Elena Martín y Max Grosse Majench (a los que ahora podemos ver otra vez juntos en un sorprendente espectáculo en el Teatre Lliure de Gràcia).
Cerraba el telón del Dia Més Curt la sección Bandarra (una de esas palabras intraducibles que denota energía, juventud y una profunda irreverencia), que despertó al público que por la noche aún transitaba el centro barcelonés. En ella, pudimos ver slasher, friquismo y una secuela no oficial de Gremlins, entre trabajos de directores catalanes como Carles Torrens (Pet) e Irene Moray, que presentó también su debut Bad Lesbian. Todos ellas encarnaron la variedad, el compromiso a-la-contra y, sobre todo, la sensación de ver cosas nuevas que tantas veces echamos de menos en el cine de gran presupuesto.