DRIVE MY CAR
Voluntad y representación
En la historia con la que concluye La ruleta de la fortuna y la fantasía (2021), penúltima película de Ryûsuke Hamaguchi, Moka (Fusako Urabe) y Nana (Aoba Kawai), sus dos protagonistas, se reencuentran, después de muchos años, en una estación de tren. La alegría inicial de Moka, quien buscaba desesperadamente a una compañera del instituto, se disipa cuando Nana le confiesa que no es quien decía ser. Había estado todo el rato fingiendo, pues así pensaba que Moka podría sacar a la luz ciertas palabras enquistadas con el tiempo, podría confesarse y, a través de esa confesión, llegar a estar en paz. Tan efectivo resulta que al despedirse, Moka le devuelve el favor a Nana en la misma estación donde se conocen. Ambos personajes encuentran en la fuerza de la representación un medio para canalizar antiguas heridas y poder sanarlas. Esta bella idea conecta con el corazón ideológico de Drive My Car (2021), donde florece y muestra todas sus capas.
El largo prólogo de la última película del director japonés (los títulos de créditos comienzan a los 40 minutos de metraje) nos muestran como Kafuku (Hidetoshi Nishijima), actor y director teatral, lleva años callado ante las diferentes infidelidades que comete su mujer con otros actores. Ambos llevan años rotos por el duelo a su hija, que falleció siendo pequeña. Cuando finalmente van a tener la conversación que aclare todo, Oto (Reika Kirishima), su mujer, muere de forma repentina. Días después, el actor está interpretando a Vania, protagonista de El Tío Vania, obra teatral de Antón Chejov. En el momento en que se produce el siguiente diálogo…
ASTROV. ¿[Elena] le guarda fidelidad al profesor [Serebriakov]?
VANIA. Desgraciadamente sí.
ASTROV. ¿Por qué desgraciadamente?
VANIA. Porque esa fidelidad es falsa de punta a punta.
…todos sus sentimientos enterrados pugnarán por salir. Es tal la cantidad, por el tiempo que los guardó, que colapsan. Esto le induce un estado de shock que comienza en el escenario y que le llevará a estar dos años sin interpretar: la fidelidad que le profesaba a su mujer era debido a su cobardía, no a su convencimiento.
Durante estos dos largos años Oto sigue viva en el plano sonoro de la película: el método que tiene Kafuku para conocer a sus personajes es el de escuchar las diferentes obras de teatro en su coche y así poder completar el texto con los diálogos de su personaje. Ella era quien le grababa las cintas. Gracias a una beca, Kafuku va a Hiroshima para dirigir El tío Vania y la voz de Oto resucita en el Saab rojo del protagonista.
La repetición constante del texto chejoviano es parte de una de las principales propuestas de Drive My Car. A pesar de ser una adaptación de un relato homónimo de Haruki Murakami (del que se queda con lo esencial) la imbricación de las palabras de El tío Vania con la realidad de los personajes hace que sea más adaptación de la segunda. Una adaptación que pone en escena a unos personajes similares: en la película se sugiere una evolución que va más allá de lo escrito por el autor ruso. Ese otro personaje chejoviano, para Kafuku, es Misaki (Tôko Miura), chófer no deseada por él, reservada y casi arisca, con quien compartirá largas horas de trayecto en el coche escuchando las mismas cintas que él. Y, con la lentitud que caracteriza a dos personas que no pueden comunicarse, se irá descubriendo que están unidos por un dolor similar.
Esta reflexión sobre la dificultad que supone comunicarse sobrevuela toda la cinta. La propuesta de Kafuku para llevar a escena la obra de Chejov es similar a la misma que se dio el día que huyó del escenario. Un montón de actores de diferentes países de Asia, que interpretan en varias lenguas el mismo texto. Hamaguchi nos habla de nuevo, y de una forma diferente, del arte como ese lugar que permite la comunicación entre personas que a las que a priori les sería imposible hacerlo. El arte es el lenguaje universal que se encarna en las diferentes intervenciones de cada actor con los matices necesarios. Es el caso del personaje de Yoon-a (Park Yu-rim), elegida para interpretar a Sonia mediante la lengua de signos. Cada intervención suya en Drive my car es una invitación del director a que nos detengamos y le demos el tiempo suficiente a cada acto de escucha (o de comprensión general). Yoon-a condensa la propuesta formal de la película: un lento acercamiento a los diferentes personajes, dando protagonismo a sus reacciones sutiles, indicadoras del vasto mundo interior al que denotan.
Sin embargo, la misma propuesta escénica lleva a los actores, en cierto momento del ensayo, a perderse por no entender la réplica de sus compañeros. Esto es algo positivo para Kafuku, pues obliga a que los actores se centren en sus líneas y que la primera conexión con la obra sea con las palabras de Chejov. Así consiguen entender a sus personajes, y de ese entendimiento nace la verdad en la actuación. Es esa unión con el texto de Chejov, que lleva guiando toda la película, la que nos muestra la otra cara del personaje de Kafuku: un actor al que le es imposible comunicarse y que propone la comunicación total mediante el teatro, heraldo de la representación humana en el universo del arte. ¿De qué sirven, pues, las lenguas? ¿Para qué hablar?
Vania está atrapado en su fidelidad al profesor, la cual es puesta en cuestión durante todo el transcurso de la obra, así como Kafuku lo está en su fidelidad a la difunta Oto. Vania se apoya en Sonia, hija del profesor, que vive la misma suerte que su tío. Y en Drive My Car, la Sonia del actor será Misaki. Las largas sesiones de escucha de El tío Vania se irán sustituyendo por conversaciones que irán produciendo la apertura de las grietas de ambos y darán lugar a dos clímax consecutivos, aunque de diferente naturaleza. El primero, ejemplo del uso de ciertas metáforas visuales por Hamaguchi, es la conclusión de una de las secuencias centrales del film con el plano de las manos de Misaki y Kafuku sosteniendo un cigarro por encima del techo del coche. La ruptura de las barreras entre ambos y el comienzo de la absoluta confianza.
El segundo clímax es en forma de escena y sirve a los personajes para sacar, finalmente, esos traumas a la luz, para curarse el uno con el otro. Una escena sobre la nieve que parece similar al final de la obra chejoviana, si esta hubiese acabado de una forma positiva. Los dos personajes abrazados pero sabiéndose cada vez más libres gracias al poder de la comunicación, de la representación, y del poder catalizador del texto de Chejov. Parecen, incluso, contradecir al propio Vania cuando afirma que “cuando se carece de verdadera vida, se vive de espejismos”. Pues ellos no dejan de lado estos espejismos, sino que los trascienden para representar un nuevo papel. Uno que les sirva para vivir en plenitud: Misake será vista como la hija que hace tanto perdió el actor, quien será la figura paterna que la chófer nunca tuvo.
Tras esto, Hamaguchi vuelve al escenario, y la obra concluye:
SONIA. […]¡Hay que vivir! (Pausa.) ¡Viviremos, tío Vania!… ¡Pasaremos por una hilera de largos, largos días…, de largos anocheceres…, soportando pacientemente las pruebas que el destino nos envíe!… ¡Trabajaremos para los demás, lo mismo ahora que en la vejez, sin saber de descanso!… ¡Cuando llegue nuestra hora, moriremos sumisos, y allí, al otro lado de la tumba, diremos que hemos sufrido, que hemos llorado, que hemos padecido amargura!… ¡Dios se apiadará de nosotros, y entonces, tío…, querido tío…, conoceremos una vida maravillosa…, clara…, fina!… ¡La alegría vendrá a nosotros y, con una sonrisa, volviendo con emoción la vista a nuestras desdichas presentes…, descansaremos!… ¡Tengo fe, tío!… […] ¡Descansaremos! ¡Descansaremos! ¡Descansaremos! (El telón desciende lentamente.)
Drive My Car (Doraibu mai kâ, Ryusuke Hamaguchi, Japón, 2021)
Dirección: Ryûsuke Hamaguchi /Guión: Ryûsuke Hamaguchi, Takamasa Oe. Historia: Haruki Murakami /Fotografía: Hidetoshi Shinomiya /Música: Eiko Ishibashi /Reparto: Hidetoshi Nishijima, Tôko Miura, Reika Kirishima, Sonia Yuan, Satoko Abe, Masaki Okada, Perry Dizon, Ahn Hwitae
Pingback: Oscars 2022, predicciones. Revista Mutaciones
Pingback: Festival de Venecia 2023 - Películas de la Sección Oficial
Pingback: Crítica de 'El mal no existe' de Ryûsuke Hamaguchi
Pingback: Entrevista a Kei Chika-ura, director de Great Absence (2024)