Slasher

DOSSIER PESADILLA EN ELM STREET (4/4)

Entre el crossover y el reboot

Freddy vs. Jason (Ronny Yu, 2003)

 

Nueve años tuvieron que pasar para que Freddy volviera a las pantallas de cine. Pero esta vez no iba a volver solo. Influenciado por las cintas de la Universal que en su decadencia más absoluta comenzaron a mezclar y combinar a sus monstruos en combates tan camps y entrañables como Drácula contra Frankenstein y demás iteraciones, Freddy consiguió reunirse con Jason Vorhees de la franquicia Viernes 13, en un encuentro o death match deseado por su legión de fanáticos y también por New Line, que soñaba con aunar las franquicias desde los años 90.

Freddy contra Jason vio la luz en 2003 tras infinitos borradores y luchas de New Line para ponerse de acuerdo con Paramount -poseedora previamente de los derechos de explotación de Viernes 13- cuando le entregaron la dirección a Ronnie Yu, director asiático que había reinterpretado en clave de humor y excesos la franquicia de Chucky, el Muñeco Diabólico en la más que interesante y malsana La novia de Chucky (1998). El punto de partida de Yu, que en un principio era reacio debido a su escaso interés por ambas franquicias fue no tomársela demasiado en serio y convertirla en un cartoon de los Looney Tunes pasado por el filtro del arte abigarrado y enfermizo de un Simon Bisley. El resultado, un midnight show y una fiesta para el aficionado al gore y a ambas franquicias, donde Jason se convierte en una suerte de antihéroe trágico, casi un samurai que ha perdido el rumbo -en palabras del propio Ronnie Yu- y un Freddy Krueger que recupera el carácter burlesco y espectacularizado de la entrega de Renny Harlin, pero sin las cortapisas de ser una entrega dentro de la franquicia. Cierto es que el guion y los continuos recortes de escenas y secuencias durante la post-producción aportan a la película una gran cantidad de incongruencias y agujeros narrativos, pero la fuerza y potencia que ofrecen las decisiones estilísticas de Yu a la puesta en escena -con ese dinamismo cartoon a lo Tex Avery, el manierismo exacerbado de todos y cada uno de los planos y la sensación de loco disfrute que desemboca en un combate que entremezcla los universos del wrestling y los superhéroes con el videojuego Mortal Kombat- más un libreto que sabe engranar de manera orgánica los ecosistemas tan diferentes en los que se mueven ambos asesinos dan como resultado un descerebrado disfrute, tan visceral como lúdico, que será paladeado con gusto por los seguidores más hardcore del sub-género.

Freddy vs. Jason (Ronny Yu, 2003)

El resultado comercial fue apoteósico, convirtiéndose en la entrega más taquillera de ambas franquicias. Entre los aficionados y la crítica el recibimiento fue polarizado e incluso Wes Craven afirmó que cualquier parecido entre su acercamiento a la saga y al personaje y el trabajo de Yu eran pura coincidencia. Pero como fin de fiesta y punto final para la historia de ambos personajes, Yu consiguió aquello que ni la Pesadilla final de Rachel Talalay o la interesante pero fallida Nueva Pesadilla de Wes Craven le dieron a Freddy Krueger: la sensación de clausura, de fin de fiesta de una época y un género.

Tras el estreno de este crossover inter-franquicial, parecía que nunca volveríamos a saber de un personaje tan sobre-explotado. Pero hete aquí que New Line fue absorbida por su empresa matriz, Warner Bros, y tanto Robert Shaye como el equipo que trabajaba a su cargo fue despedido. A su vez, Platinum Dunes, la productora propiedad de Michael Bay tuvo un gran éxito al reinterpretar en 2004 la seminal La matanza de Texas de Tobe Hooper, con un remake dirigido por Marcus Nispel. Esta interesante y formalmente estilizada revisión del clásico del terror tuvo continuación en 2009 con el remake de Viernes 13, dirigido de nuevo por Marcus Nispel, que aunque no tuvo el recibimiento que obtuvo la nueva versión de Leatherface, hizo vislumbrar a Michael Bay que había un filón en la re-introducción de los personajes de los clásicos del slasher para las audiencias del siglo XXI, eso sí, pasadas por el filtro estilizado y anti-narrativo de su prisma personal.

Pesadilla en Elm Street: El origen (Samuel Bayer, 2010)

El año 2010 fue el elegido para traer de nuevo a Freddy Krueger en un remake de la pesadilla original de Wes Craven, subtitulada en su llegada a España como Pesadilla en Elm Street: El origen. El encargado de realizar un remake que nadie necesitaba fue Samuel Bayer, en su primera y única película en su currículum como director. Bayer, excelente director de videoclips en los 90, sobre todo para grupos como Nirvana o Garbage (fue el director del generacional Smell Like Teen Spirit de Nirvana) demuestra en esta ópera prima que tiene todos y cada uno de los tics del director de videoclips: escasa habilidad narrativa, preponderancia del plano por encima del conjunto, esteticismo llamativo pero sin fuerza dramática, etc… El resultado, un insípido remake de una obra excelente, que deja de lado la atmósfera brumosa y cercana al giallo del original de Craven para entregar un impersonal trabajo que no ofrece ningún aporte novedoso u original ni a la saga ni al género, convirtiéndose en mero émulo de los trabajos previos de Marcus Nispel. A su vez, el poco inspirado guion de Wesley Strick -habitual guionista encargado de reescribir libretos en el Hollywood de los años 90- retoma la estructura argumental del original de Craven, pero sumándole un defecto común al cine comercial contemporáneo: la obsesión por rascar en los orígenes no contados de los personajes, haciendo evidente y subrayando aquello que era mejor dejar en la ambigüedad. Tanto es así, que aquello que Craven despachaba en una conversación de escasos cinco minutos entre Nancy y su madre en la cinta original, aquí es el tema central de la narración. Para colmo, las set-pieces de muerte, son meros remedos con más medios y menor talento de las del original y el nuevo Freddy Krueger -ahora bajo los rasgos de un Jackie Earle Haley, no consigue hacer olvidar o por lo menos emular el incomparable e inimitable trabajo actoral de Robert Englund, no solo por un guion y una dirección que no le ayudan lo más mínimo, sino por un trabajo de reinterpretación del maquillake original que oculta aquello que provocaba el horror, la mirada y los ojos de Robert Englund, que a través de ellos y su lenguaje corporal le entregó a Freddy Krueger una fisonomía y una fisicidad que Haley no es capaz de igualar o representar.

Y aunque la taquilla no le dio de lado a Freddy Krueger y la cinta más o menos acumuló algo parecido a los remakes precedentes producidos por Platinum Dunes, ha pasado una década casi desde entonces y no hay previsto traer de nuevo al amo de las pesadillas de nuevo al celuloide. Quizás porque la primera entrega es inimitable y sus secuelas, más o menos fallidas, fueron producto de una época, una industria, una productora y un público muy diferentes al actual. La incorrección política de Freddy, los excesos protésicos y el desmadre gore realizados e imaginados por lo mejor y más puntero de una industria casi desaparecida como es el maquillaje artesanal y los efectos orgánicos creados por artesanos como David Miller, Kevin Yaegher, KNB o Screaming Mad George han quedado como ecos de un pasado que la digitalización no permite volver. Sumémosles a todos estos factores las formas y modos asépticos del Hollywood contemporáneo de gran presupuesto y las escasas muestras de obras de tamaño medio, que son ya utopía en el Hollywood de las grandes corporaciones, y nos encontramos con un territorio en el que parece improbable la aparición de un experimento de tantísimo éxito como fue la primera cinta de la saga. Y aunque el paso del tiempo ha puesto en su sitio a sus secuelas, productos pensados desde el negocio por encima de los intereses artísticos, hay que reconocerle a todas y cada una de ellas su deseo de experimentar, de entregar producciones que aunque bajo el paraguas de un mismo sello y franquicia, se pueden entender como objetos únicos e individuales que probaron -con mayor o menor acierto- diferentes tonos, formas y estilos.


Freddy contra Jason (Freddy vs. Jason, EEUU, 2003)

Dirección: Ronny Yu Guion: Damian Shannon, Mark Swift Producción: Sean S. Cunningham  / Música: Graeme Revell / Fotografía: Fred Murphy / Montaje: Mark Stevens / Reparto: Robert Englund, Ken Kirzinger, Monica Keena, Jason Ritter, Kelly Rowland, Brendan Fletcher

Pesadilla en Elm Street: El origen (A Nightmare on Elm Street, EEUU, 2010)

Dirección: Samuel Bayer Guion: Wesley Strick, Eric Heisserer Producción: Michael Bay, Andrew Form, Brad Fuller / Música: Steve Jablonsky / Fotografía: Jeff Cutter / Montaje: Glen Sclantebury / Reparto: Jackie Earle Haley, Rooney Mara, Katie Cassidy, Thomas Dekker, Clancy Brown, Connie Briton

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