DJANGO DESENCADENADO: EL RASTRO DE BLUEBERRY
Oeste, Europa, Mississippi
Más que un género clásico, fuertemente codificado, el wéstern es hoy un lugar. Sus códigos se han dispersado y mezclado (de Kelly Reichardt a Valeska Grisebach pasando por Tres anuncios en las afuera) y el género se ha reconfigurado como un imaginario. Mientras se mantengan ciertas coordenadas espacio-temporales y sus iconos, en el wéstern hoy se puede hacer cualquier cosa: mezclarlo con otros géneros (el terror de Bone Tomahawk o el melodrama de El perdón), parodiar sus formas (Rango), reparar olvidos (Sweet Country) o narrar nuevas historias (La balada de Buster Scruggs); obras insólitas como Los hermanos Sisters o despropósitos iconoclastas como Wild Wild West. El primer wéstern de Quentin Tarantino, Django desencadenado (2012), tiene un poco de cada; sobre todo, es una atrevida operación de ampliación icónica.
Mucho antes de Django desencadenado el cine de Tarantino ya había referido a códigos y elementos del wéstern, sin embargo el género ha cobrado más peso en sus películas desde Kill Bill, cuyo Vol. 2 (2004) es ya como un wéstern sin wéstern. «Este es el universo del cine, donde las convenciones del cine son abrazadas, casi convertidas en fetiches», admitía Tarantino a propósito de Kill Bill, «A diferencia del otro universo donde sucedían Pulp Fiction (1994) y Reservoir Dogs (1992) en el que la realidad y las convenciones del cine chocan». Tom Shore tiene un excelente artículo acerca de este desplazamiento en Tarantino, de la realidad a la imagen fetichista, que supone también un cambio del centro de gravedad del cine negro al Oeste. Parece que para Tarantino el mundo de las películas es el mundo del wéstern. Tal vez por ello cuando decidió adentrarse definitivamente en un género que le era tan querido fue para revolucionar su imaginario.
El wéstern es solo el punto de partida de Django desencadenado; el de llegada, el blaxploitation. Tan importante es el recorrido gradual de un punto al otro que por una vez Tarantino incluso adoptó una narración lineal. A lo largo de la película los tópicos del wéstern se van abriendo progresivamente a nuevos iconos (un negro a caballo vestido a la moda colonial), nuevos espacios (plantaciones de algodón, interiores coloniales), músicas diferentes (folk, rap) y temáticas olvidadas (el racismo), para concluir en un épico final de blaxploitation. Pero ¿cómo unir dos extremos, el wéstern y el blaxploitation, tan lejanos?
Lo primero era escoger cuidadosamente el punto de partida. El western, bien, pero qué western. Tarantino es muy crítico con el western clásico de, por ejemplo, John Ford: «uno de los klansmen en El nacimiento de una nación […] Le odio». Así que el título de Django desencadenado -un abierto homenaje al clásico de Sergio Corbucci- se inscribe sobre un paisaje que recuerda antes al árido y terroso desierto de Almería que a Monument Valley. Hemos entrado directos al género a través del eurowéstern.
El wéstern europeo miraba entre la parodia y el homenaje a los referentes clásicos de Hollywood pero siempre desde unas coordenadas ideológicas distintas más afines a los propósitos de Tarantino. También hay que tener en cuenta que aunque los referentes inmediatos son Sergio Leone y Sergio Corbucci, los dos maestros del spaguetti western, el eurowéstern abarca mucho más, incluyendo otros medios como el cómic. Es en este dominio donde comienza uno de los rastros posibles desde los que seguir la gradual ampliación icónica del wéstern que opera Tarantino: el rastro de El teniente Blueberry, la excelente serie de historietas dibujada por Jean Giraud, también conocido como Moebius.
Durante la primera media hora de Django desencadenado, cuando se narra la liberación del protagonista, estamos inmersos en la geografía del (euro)wéstern y es fácil encontrar las huellas de Giraud: la densidad y la importancia dramática del paisaje, típicamente terruño al comenzar la película [imagen 1]; la manera en que se filman los jinetes en la oscuridad, jugando con la luz [imagen 2]. En esta primera parte encontramos los principales iconos del wéstern, que son desacralizados antes de seguir avanzando. Así, el sheriff resultará ser un farsante y un asesino y será ajusticiado [imagen 3]; y el poblado, escandalizado, quedará retratado como miembros del Ku Klux Klan. A partir de este momento la película derivará al, más inusual en el wéstern clásico, paisaje nevado [imagen 4] antes de adentrarse en el novedoso verde (y negro) de una plantación y a los colores cálidos y saturados como la sangre pop de los interiores de una mansión colonial, alejándose definitivamente del wéstern, del eurowéstern y de Giraud. La travesía política de Tarantino ha llegado a su fin.
Visto esto no parece casual que uno de los esclavos compañero de Django al comenzar la película se llame Blueberry. Y es que el pistolero outsider, antimilitarista y defensor de minorías creado por Giraud era uno de los buenos, no un klansmen. No es un mal origen para la ampliación icónica que vendrá después.
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