DISTURBIOS
Fuera del mapa
Una fábrica suiza, a mediados del siglo XIX, es el escenario donde Cyril Schäublin sitúa Disturbios (2022). Al igual que los relojes que se fabrican en ella, elementos de mucha precisión, el propio lugar se muestra como una gran máquina, donde las personas, desde su propietario hasta el último trabajador, son los engranajes que hacen posible su funcionamiento. Este espíritu impregna, incluso, la propia concepción de la imagen.
A la manera de Piotr Kropotkin, teórico anarquista, cartógrafo y personaje de Disturbios, el director suizo traza un gran mapa del lugar; los planos son una especie de vistazo con lupa al mismo, pues la manera en que se sitúa cada personaje respecto al entorno transmite la sensación de imagen ampliada. Además, al ser bastante plana, carente de profundidad, se potencia su carácter bidimensional, de pieza arrancada a otra imagen mayor. Los planos generales encuadran a los personajes desde las rodillas hacia arriba. Nunca se ven sus pies, por lo que su movimiento resulta artificial, como si fueran en una cinta transportadora o sobre raíles.
Schäublin obliga al espectador, mediante la propuesta formal, a mirar desde lejos. Pero también lo hace desde las acciones de los personajes, llenas de frialdad y cortesía, causadas por otro tipo de distancia, la histórica. La violencia propia de las relaciones de poder es omnipresente: desde el repetido acto de encender un cigarro hasta el trabajo medido con extrema precisión por los supervisores, que anotan los tiempos de fabricación de las piezas de cada obrero. Una medición que responde asimismo a la concepción del tiempo como objeto, el tiempo manipulable. El suizo muestra el tiempo dentro de su concepción capitalista, como algo intrínsecamente relacionado con la economía.
Toda esta estructura formal de Disturbios está, sin embargo, en pugna con su contenido narrativo. Los individuos, tratados como engranajes, han adquirido consciencia de dicho papel, mediados por las ideas anarquistas imperantes en el lugar, y oponen una resistencia pacífica a la opresión que sufren. También se apropian de algunos avances tecnológicos para su propio beneficio. La fotografía, como otro de los avances tecnológicos importantes en la película, parece a priori un elemento más de control por parte de los capitalistas, dada su imbricación con el tiempo y el dominio que ejerce en los espacios. Pero que las anarquistas las compren, las conserven y se sirvan de ellas para elaborar su relato (se hacen con fotos de anarquistas famosos prohibidas por las autoridades, o conservan imágenes de ellas mismas) hace de la fotografía un medio para dotar de entidad, de importancia, al movimiento (incluso si el que las vende, al notar dicha importancia, eleve su precio). Son objetos en los que se apoya el relato oral, elemento que da comienzo y final a Disturbios, y que usa Schäublin para trascender, al ser algo propio de los seres humanos desde el principio de la historia, cualquier elemento circunstancial.
Acercándose el final de Disturbios Josephine, una de las obreras anarquistas, es despedida por sus ideales y se va de la fábrica con Kropotkin. Mientras se marchan los detiene un agente de la autoridad, al borde mismo del plano que los encuadra. Les impide cruzar ese espacio porque están tomando instantáneas del lugar como forma de promocionar la fábrica (algo que llevan haciendo todo el metraje). Josephine, cansada del control temporal, espacial y laboral, cruza el espacio y sale del plano por voluntad propia. Puede acusarse a Disturbios de ser fría, intelectual, deudora en exceso de su puesta en escena única. Pero este gesto, en apariencia pequeño, encierra el corazón con el que late la película: el individuo maltratado por la industria que invade el espacio del poder, y se desprende de las cadenas del tiempo.
Disturbios (Unrueh, Suiza, 2022)
Dirección, guion y montaje: Cyril Schäublin / Producción: Seeland Filmproduktion / Fotografía: Silvan Hillmann / Música: Li Tavor / Interpretación: Clara Gostynski, Alexei Evstratov, Valentin Merz, Li Tavor, Daniel Stähli, Hélio Thiémard, Mayo Irion, Laurent Ferrero, Monika Stalder, Laurence Bretignier, Nikolai Bosshardt