DARK (T3)
Eterno retorno de vicios y virtudes
Si bien Dark (Baran bo Odar y Jantje Friese, 2017-2020) ya se reveló durante su segunda temporada como una serie capaz de despertar pasiones y todo tipo de teorías a su alrededor, su tercera y última parte ha llegado, involuntariamente, en una situación mundial idónea (por mal que pueda sonar esto). Al igual que otras producciones como la nacional El hoyo (Galder Gaztelu-Urrutia, 2019), la cual fue catapultada internacionalmente por reestrenarse en Netflix justo cuando se produjo el confinamiento, el hecho cultural (audiovisual, literario…) y el hecho histórico-social se retroalimenta continuamente el uno del otro. Así pues, en una época de desconcierto, fragmentación y pesimismo fatalista, la serie alemana ha sabido consolidarse como referencia a través de su laberinto conspiranoico.
En Dark, el fenómeno y sus procedimientos no son ni mucho menos nuevos u originales, sino que parten de numerosos referentes e influencias previas, las cuales se adoptan posteriormente al contexto alemán. Posiblemente, la primera que viene a la cabeza es Perdidos (J.J. Abrams, Jeffrey Lieber y Damon Lindelof, 2004-2010), serie de la cual pretende canalizar su vocación hacia el misterio y el cliffhanger constante. Además, trata de jugar con la temporalidad de una manera similar, e incluso el propio sonido de transición entre líneas narrativas recuerda al archiconocido puente sonoro entre flashbacks y flashforwards de la serie de Abrams y compañía. El misterio y la forma de presentar pequeñas dosis de resolución a la par que innumerables plot twists, responden a una lógica del ocultamiento informativo que puede resultar frustrante para el espectador.
En la línea de otras series actuales, como por ejemplo Devs (Alex Garland, 2020), Dark presenta una confluencia entre lo religioso y lo cientificista, donde el conflicto entre determinismo, fe, racionalismo y pasión parece irresoluble. Lo sobrenatural en unión con lo racional no termina de funcionar aquí, ya que la confusión genérica entre lo policial y la ficción adolescente (donde Dark no aporta nada interesante) queda desnivelada frente a su componente de ciencia ficción, el cual es vital. Es en su enfoque paradójico sobre el tiempo donde Dark resulta más potente, por dos razones.
Primero, por una estética muy marcada de grises y ocres que acentúan el fatalismo inherente a la inevitabilidad de los sucesos que estar por venir. Dicha estética se mantiene a lo largo de la serie, independientemente de viajes a otras épocas como los años 80, alejándose de la obsesiva romantización de tal década, al contrario de otras series como Stranger Things (Matt Duffer, Ross Duffer, 2016- ). De hecho, en Dark, la principal referencia musical de esos años se localiza en el disco y canción Pleasure to Kill (1986), del grupo de thrash metal alemán Kreator, un acercamiento alternativo a diversos aspectos culturales de esos años que es de agradecer.
Segundo, que mediante su concepto sci-fi de la dimensión temporal la serie se nutre, en un sentido muy básico pero efectivo, del sustrato filosófico de algunos de los pensadores alemanes más icónicos del S.XIX. Ya sea, por un lado, del eterno retorno de Friedrich Nietzsche en su concepción cosmológica, como del pesimismo filosófico conforme a la insatisfacción del deseo que predicaba Arthur Schopenhauer, por otro. Tal acercamiento desde la ciencia ficción, gracias a los viajes en el tiempo por diversos puntos de la historia alemana, prácticamente convierte su conflicto en una abstracción del miedo patológico y la culpa alemana colectiva en relación a la repetición de la historia tras los crímenes nazis del S.XX. Sin embargo, al igual que lo mencionado por la versión adulta de Jonas, protagonista de esta historia, quien habla del efecto irremediable que tiene una decisión sobre lo no decidido, la serie también sufre sus elecciones y se embarca en un personal eterno retorno de vicios y virtudes. Su tercera temporada no es una excepción.
En su última entrega se deshace en gran parte de ese componente adolescente y policíaco que suponía una tremenda carga para la serie, a excepción de las reinterpretaciones de algunas de las escenas ya vistas en las temporadas anteriores, ahora recontextualizadas en un mundo alternativo. No obstante, lo que en un principio debería favorecer al show acaba volviéndose en su contra, al embarcarse en el más difícil todavía cuando introducen estas realidades paralelas, sin ninguna anticipación a lo largo de la serie más allá de los reflejos especulares de su intro. Posiblemente, los mayores problemas residen en un guion que se rinde a numerosas conveniencias supuestamente justificadas por tesis cientificistas. A partir de aquí, los innumerables giros de la trama se tornan huecos, en su mayoría dirigidos a la sorpresa en sí misma, pero sin conseguir alejarse de la repetición de sus misterios precedentes.
Sorprende que, bajo su complejo engranaje laberíntico repleto de paradojas insalvables y parentescos imposibles, se vislumbre pobreza en sus formas y procedimientos, que son prisioneros de su propia necesidad para sorprender y emocionar. Además de lo mencionado antes, la constante introducción de escenas estilo videoclip en todos los capítulos a diez minutos del final (slow motion, música indie/pop, personajes llevados al paroxismo sentimental…) responden a una lógica reduccionista de lo que debe significar emocionar al espectador. Sin embargo, en su capítulo de cierre, debe reconocerse que Dark pretende ser fiel a sí misma, evitando soluciones fáciles y resoluciones trivialmente felices. Consigue, a su manera, mantener ese halo fatalista en torno a la inevitabilidad del sufrimiento, únicamente soliviantado por ciertas conexiones interpersonales.
Dark (Alemania, Estados Unidos, 2017-2020)
Dirección: Baran bo Odar / Guion: Baran bo Odar y Jantje Friese (creadores), Marc O. Seng / Producción: Baran bo Odar, Jantje Friese, Quirin Berg, Max Wiedemann, Lars Gmehling / Música: Ben Frost / Fotografía: Nikolaus Summerer / Editor: Anja Siemens, Robert Rzesacz, Boris Gromatzki, Simon Gstöttmayr / Diseño de producción: Udo Kramer / Reparto: Louis Hofmann, Karoline Eichhorn, Lisa Vicari, Maja Schöne, Stephan Kampwirth, Jördis Triebel, Andreas Pietschmann, Paul Lux, Moritz Jahn, Christian Hutcherson.
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