CUTRECON 2019 (I): EL MEJOR-PEOR CINE DE MONOS
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CutreCon, el Festival Internacional de Cine Cutre de Madrid, celebró su octava edición del 23 al 27 de enero entre el Palacio de la Prensa de Madrid, el Auditorio del Centro Cultural Casa del Reloj y Cineteca. A lo largo de las cinco jornadas con las que contó el festival se proyectaron más de 20 películas en sesiones marcadas por el “sello CutreCon”: interacción con el público, comentarios jocosos durante la proyección, sorpresas y, como siempre, muchas carcajadas. El festival contó además con numerosos eventos paralelos e invitados tan variados como interesantes, entre los que destacaron Robert E. De Souza (mítico guionista del cine de acción norteamericano de los 80/90), Pedro Temboury (director de la emblemática película de 2003 Kárate a muerte en Torremolinos) y Robert Bronzi (el clon húngaro de Charles Bronson), pero para este primer artículo vamos a centrarnos en el leit motiv de la presente edición: el mejor-peor cine de monos, homínidos e imitaciones de King Kong (Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack, 1933).
Sirviendo de enlace entre la temática principal del año pasado, space operas y plagios de Star Wars, y la del presente, la primera película simiesca que pudimos disfrutar (es un decir) fue el clásico casposo de 1953 Robot Monster, dirigido por un Phil Tucker que llegó incluso a participar posteriormente en la posproducción del remake de King Kong (John Guillermin) producido por De Laurentiis en 1976 (esta versión provocó una «KingKong-manía» que se tradujo en muchas de las películas que veremos en esta crónica). Con un argumento pulp de los más disparatados de la ciencia ficción de los 50 (y mira que es difícil), Robot Monster relata los esfuerzos de Ro-Man XJ2, un alienígena que parece un gorila con escafandra, por finalizar la invasión del planeta Tierra aniquilando a la última familia superviviente. Alice, hija del científico que ha logrado resistir al rayo destructor gracias a un suero (¿?), despierta en el macaco espacial sentimientos amorosos que le confunden. Se supone que la proyección era en «Cutr3-D» (3D anaglifo con gafas de colorines), pero la realidad es que la baja resolución impedía casi distinguir al mono invasor de los humanos.
El grandioso hombre de Pekín (que no tiene nada que ver con Pekín, transcurre entre Hong Kong y La India) fue la siguiente. Una producción de la famosa Shaw Brothers reivindicada por Tarantino, también conocida como Goliathon o Xing xing wang (Ho Meng-Hua, 1977). Aquí la historia sigue el esquema clásico de King Kong. Un intrépido aventurero viaja al Himalaya para comprobar la leyenda de un mono gigante. Una vez allí es herido, y permanece bajo los cuidados de una Tarzana rusa y de su amigo el monazo, que por supuesto es real. Cuando se recupera, se liga a su salvadora y la convence de llevar al gigante a Hong Kong para que un empresario haga negocio exhibiéndolo. Todos sabemos que la cosa va a acabar con el simio liándola parda en lo alto de un edificio con la chica medio en bolas en una mano, pero mientras tanto nos encontramos con una telenovela en la que la novia del aventurero le pone los cuernos con su hermano y luego al hermano con el aventurero otra vez, el aventurero se los pone a ella con Tarzana, a la que además intentan “seducir” el hermano, el empresario y el mono gigante. No se la intenta trajinar también su colega el guepardo porque está drogadísimo y con la boca cosida, medio llorando.
Si hablamos de plagios de King Kong (o de cualquier cosa), no podían faltar a la fiesta los italianos. En esta ocasión con otra película de 1977 titulada Yeti, el abominable hombre de las nieves (Gianfranco Parolini), en la que lo único que varía del relato original es que el monstruo es excavado del hielo, descongelado y transportado en una cabina (como José Luis López Vázquez) a la civilización. Esta versión ha cogido fama con el tiempo gracias a la histriónica interpretación del Yeti (Mimmo Crao), la sinvergonzonería del “compositor” de la banda sonora (Sante Romitelli) al copiar la parte más conocida del “Carmina Burana” de Carl Orff en un 95%, los planos interminables de helicópteros de juguete y, sobre todo, ESTA ESCENA:
El día terminó con la proyección de Suburban Sasquatch (2003), sobre la que su director, Dave Wascavage, nos soltó un rollazo, pregrabado para la ocasión, acerca de las culturas nativo-americanas y sus leyendas que no se lo creía ni él. Porque vaya tela la película: Wascavage graba (no filma) a un Big Foot (un tío con un disfraz de los chinos) con poderes sobrenaturales (aparece y desaparece) que descuartiza (despega brazos de maniquíes de plástico) a los habitantes de una nueva zona residencial (casi todo está grabado en un parking o un descampado) construida en una zona “espiritual” mientras un periodista (bloguero en pijama) y una india hechicera (chica haciendo cosplay de Pocahontas y viviendo en una tienda Quechua) intentan detenerle (y repiten una y otra vez los mismos y anodinos diálogos). Una joyaza, vamos.
El festival reservó para el último día una Marakong de cuatro películas más, con títulos como La venganza del mono sagrado (Pasupuleti Krishna Vamsi, 2004), con bigotones y coreografías estilo Bollywood, Queen Kong (Frank Agrama, 1976), la versión femenina de King Kong, y El apocalipsis del planeta de los simios (Kiyo Sumi Fukazawa y Atsuo Okunaka, 1987), que en realidad es un montaje reducido de una serie japonesa de 1974 basada MUY libremente en El planeta de los simios (Franklin J. Schaffner, 1968). Por encima de todas ellas brilló El gorila ataca (Paul Leder, 1976), que resultó ser una de las sesiones más locas de la CutreCon. Plagada de un humor que no siempre es involuntario, la película cumple con la máxima del cine de acción de que algo tiene que pasar cada 5 minutos, y gracias a ello el King Kong coreano se enfrenta a tiburones muertos, serpientes sedadas y maquetas del Todo a 100 sin ton ni son mientras el ejército decide cómo enfrentarle. En uno de los duelos finales, entre helicópteros y tanques de juguete, El gorila ataca nos deja la imagen que resume todo el cine de monos que hemos engullido durante estos días. Podéis verla a continuación. Yo no tengo más que añadir.
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