EL CUENTO DE LOS CASTAÑOS
Castaña tardía
El cuento de los castaños (Zgodbe iz kostanjevih gozdov, 2019), estrenada en el Festival de Toronto de 2019 y ganadora del premio a Mejor Película en el Festival de Tallin, es una mirada autoral que desprende melancolía y pérdida. La ópera prima de Gregor Bozic, filmada en 35 mm, es un compendio de historias de corte dickensiano sobre los habitantes de una pequeña zona forestal entre las fronteras de Italia y Eslovenia (antigua Yugoslavia) a mediados de los años cuarenta. Descrita como un cuento de hadas, el film del director primerizo esloveno toma prestada la idea de la inmigración no solo física, sino etérea, del cine de Theo Angelopoulos, a menudo forzada por el conflicto y el abandono.
Tres episodios sobre tres personajes. La película de Bozic rehúye de la antología para crear una estructura no lineal, entrelazada y que acopla al viejo carpintero junto a la castañera, y estos, a su vez, con la presencia solo en espíritu del hijo del carpintero. Golpeados por desgracias similares, el carpintero y la castañera rememoran su pasado al conocerse y son visitados a lo largo de la película por los fantasmas de aquellos que se perdieron por el camino. Bozic se abraza a un naturalismo estilizado para colocar a sus personajes en un entorno preciosista y de ensueño, en constante ocaso, y que otorga al escenario esa apariencia de cuento folklórico tan extraña y específica. La idea del viaje metafísico que propone el director esloveno ya se apreció a lo largo de cuatro décadas en el cine del griego Theo Angelopoulos. Esa idea imperativa del regreso a casa y la búsqueda constante de la Ítaca extraviada. El cuento de los castaños hace uso de sus bosques otoñales para crear una fascinante frontera entre la vida y la muerte, ya que los que viajan no solo son los vivos. La enfermedad y el conflicto son los atenuantes que provocan que los personajes protagonistas se vean perdidos y en soledad. Ese aire melancólico se ve curiosamente confrontado con el apartado musical, escaso, pero que cuando hace acto de presencia se antoja tan animado que roza lo anacrónico, y que ofrece a la estética de colores de alto contraste de los pardos bosques de Italia un aura de atemporalidad y paz.
El debut de Gregor Bozic, en toda su poesía naturalista, habla de la vida como un ciclo que, en ocasiones, acaba quedándose en el limbo. La película concluye de forma circular con un plano de un agujero en el suelo, en apariencia de tumba, que es rellenado por erizos de castañas y cubierta por hojas otoñales para su posterior cocción. El olvidado oficio de los castañeros, obligados a abandonar su hogar durante la Segunda Guerra Mundial. Se fueron con lo puesto para no volver y, de esa forma, poder enterrar sus recuerdos junto a aquellos que se quedaron atrás.
El cuento de los castaños (Zgodbe iz kostanjevih gozdov. Eslovenia, 2019)
Dirección: Gregor Bozic/ Guion: Gregor Bozic y Marina Gumzi/ Producción: Marina Gumzi/ Fotografía: Ferran Paredes/ Música: Hekla Magnúsdóttir /Reparto: Massimo De Francovich, Ivana Roscic, Anita Kravos, Giusi Merli y Natasa Keser