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CRÓNICA DEL FESTIVAL SITGES 2022

Afrontando un festival sin límites

Sitges 2022 - Revista Mutaciones

La 55 edición del Festival de Sitges llegó a su fin el pasado 16 de octubre y en la Revista Mutaciones queremos hacer un repaso de las películas que pudimos disfrutar allí. En esta ocasión, la cita anual de los seguidores del cine de género ha vivido una especie de gran retorno reuniendo a un gran público después del impacto que tuvo la pandemia en los dos años anteriores. En su programación han confluido figuras ya icónicas y consagradas con otras más desconocidas a las que se les suman también grandes revelaciones. La sección oficial, inmensa, inabarcable, y donde casi no se trasluce un intento de selección en ella, ha tenido a competición 32 títulos (siete de ellos dirigidos por mujeres) de cineastas entre los que se atisban nombres como Peter Strickland o Ti West junto a los de Paul Urkijo, Frances O’Connor o Carlota Pereda.  A este intimidante número de competidores se les unieron otras 19 proyecciones fuera de concurso, entre las que pudimos ver los últimos trabajos de Kogonada, Carlos Vermut o Dario Argento. El legendario director italiano fue uno de los invitados de honor de este año, ya que, además de presentar su último trabajo, Occhiali Neri, fue homenajeado con la entrega del Golden Honorary Award.

La película que encendió la mecha de Sitges este año fue Venus, de Jaume Balagueró. Esta es la segunda película que se estrena con el sello The Fear Collection, una nueva marca que es el fruto de la colaboración entre Amazon Prime, Sony y Pokeepsie Films, productora fundada por Carolina Bang y Álex de la Iglesia. La primera película de este proyecto fue la desastrosa Veneciafrenia (2021), que sirvió como inauguración del sello en la pasada edición de Sitges. Con este segundo título, Jaume Balagueró dirige una cinta irregular que adapta de una manera salvaje, enérgica, y muy libre, un relato de H.P. Lovecraft. Pero la película da giros y saltos entre diferentes tonos y temáticas: comienza sembrando un thriller policíaco que se fusiona con un drama familiar y, después muta en una historia de brujas donde se entremezcla lo paranormal con el horror cósmico, para terminar con secuencias de acción completamente desvergonzadas propias del director de [REC] (2007).

Venus - Revista Mutaciones
Venus de Jaume Belageró

Venus, aunque un tanto caprichosa y llena de inestabilidades, fue un potente disparo de salida que introdujo una edición plagada de interesantes y poderosas propuestas de cine nacional. La programación del Festival de Sitges es una prueba de que el panorama del cine de género patrio está más vivo que nunca. Además de la cinta de Balagueró pudimos disfrutar de Cerdita de Carlota Pereda, la turbia Mantícora de Carlos Vermut, Asombrosa Elisa de Sadrac González, la increíble Irati de Paul Urkijo, As Bestas de Rodrigo Sorogoyen y la animación bárbara de Alberto Vázquez, Unicorn Wars. Todas películas que evidencian que estamos ante un cine sólido, plural y lleno de ideas.

El leitmotiv de Sitges fue el 40º aniversario de Tron y, aparte de programar esta y otras películas relacionadas con el metaverso como El más allá (Masaki Kobayashi, 1964), Picnic en Hanging Rock (Peter Weir 1975) o Demon Lover (Olivier Assayas, 2002), resulta llamativo que dos títulos que no tienen nada que ver entre sí ni con Tron estén impregnados de este elemento.  Tanto Mantícora como la película de Kogonada After Yang (ambas fuera de competición) tienen introducida en sus historias la realidad virtual y es curioso cómo la utiliza cada una. La primera para proyectar perversiones ocultas en ella, como si fuera un inconsciente digital, mientras que la segunda recurre a ello para hablar de humanidad y memoria.

Tron - Revista Mutaciones
Tron de Steven Lisberger

 

Asimismo, Tron comparte efeméride con muchísimas obras que han hecho historia, y así lo hemos podido ver en 1982: Greatest Geek Year Ever de Roger Lay Jr., documental que trata la superpoblación de obras maestras de la cultura popular en el año 1982 y analiza cómo pudo darse este fenómeno. Un relato en ocasiones exhaustivo, pero muy completo, que tal vez peque de caer demasiado en lo emocional. Y es que la sección de Sitges Documenta de este año ha estado plagada de nostalgia. Este sentimiento y este amor desmedido por los iconos pop también se percibe en Beyond the Wasteland (Eddie Beyrouthy, 2021), que habla de un grupo de fanáticos de Mad Max y de cómo una saga de películas es capaz de unir a millones de personas de todo el mundo. Algo con resonancias al documental de Guillermo de Oliveira, Desenterrando Sad Hill (2017), que obtuvo el premio en Sitges a la Mejor Película en la Sección Noves Visions. De figuras e iconos pop parece que ha tratado esta sección del Festival porque también se programó Hollywood Dreams & Nightmares: The Robert Englund Story sobre el actor que encarnó a todo un mito del cine de terror: Freddy Krueger, asesino de la saga Pesadilla en Elm Street. Estos documentales en su mayoría padecen un síntoma enciclopédico que les hace intentar abarcar más de lo que es posible. Cumplen un esquema similar de rescatar clips de películas y reunir a un grupo de bustos parlantes para desgranarlas una a una. Entre estos ejemplos, tan solo el dedicado a Mad Max parece que escapa de este hermetismo estructural y formal.

Un documental más alejado y con una propuesta más interesante fue Lynch/Oz, de Alexandre O. Philippe, que presenta el cine como área fantasmática con rimas y leitmotivs que viajan de una película a otra. El film está dividido en capítulos, que funcionan como videoensayos dirigidos por figuras de renombre como Karyn Kusama o David Lowery, y trata de la influencia de El mago de Oz (1939) en los trabajos de David Lynch. O eso parece al principio, porque la cinta de Victor Fleming ha empapado infinitas obras posteriores y se erige casi como un referente universal, inspirando a muchísimos cineastas que, desde los más diversos puntos de vista, han reflejado en su cine que el mundo real y el onírico están divididos por límites pequeños y agrietados, donde se entremezclan elementos de un lado y otro. Idea que ha conformado filmografías como la de Lynch, donde se exploran mundos con reglas propias.

Esta edición de Sitges también estuvo plagada de sorpresas, pues para asombro de la gran mayoría se coronó con cuatro galardones la película finlandesa Sisu dirigida por Jalmari Helander. El jurado conformado por Christophe Mercier (antiguo vicepresidente de Fox Searchlight Europe) la escritora argentina Mariana Enríquez, la actriz Susanne Wuest, la programadora de la American Cinematheque Heidy Honeycutt y el director William Lustig, ha laureado esta película como la mejor de esta edición, otorgándole también los premios a la mejor interpretación masculina (Jorma Tommila), mejor fotografía (Kjell Lagerroos) y mejor música (Juri Seppä y Tuomas Wäinölä). Un reparto de premios poco variado, ya que Ti West ha sido galardonado como mejor director por Pearl, y Mia Goth, coguionista y protagonista de la misma obra, ha ganado el premio a la mejor interpretación femenina.

Pearl - Revista Mutaciones
Pearl de Ti West

Pearl utiliza la parodia al cine de los años 40 y 50, la edad de oro del cine y la utopía Hollywood, para mostrar de nuevo las oscuridades del mito del sueño americano. La matanza de Texas (Tobe Hopper, 1974) con tintes musicales que se aleja del grindhouse que proponía X (2022), de la que la nueva cinta de West es una precuela. Siguiendo una estética tan específica, sorprende con un despliegue técnico de fábula, lleno de ensoñaciones y caleidoscópicos actos de violencia. Y es que parece haberse hecho un consenso inconsciente por encontrar espacios rurales como escenario del terror. Rodrigo Sorogoyen e Isabel Peña ambientan su nuevo aparato de tensión As Bestas en la fiesta popular Rapa das bestas, y transmiten la bravura de su entorno a unos personajes avasallados por la precariedad de su nuevo hogar. Algo parecido ocurre en la francesa Los cinco diablos, donde un pequeño pueblo sirve como cárcel para una Adèle Exarchopoulos que encuentra tormento en una persona que vuelve del pasado. Todas ellas películas sobre una supuesta huida del mundo rural que nunca será posible, llevadas a cabo desde ópticas muy diferentes y con conclusiones igualmente dispares.

Una buena colección de películas que se conciben como puro entretenimiento de género la encontramos en Midnight X-Treme, la sección de madrugada de Sitges, que este año ha acogido a directores veteranos de este cine como Joe Begos, Ryûhei Kitamura o Takashi Miike. Capitaneadas por la que quizás sea la única franquicia de terror pachanguero que ha conseguido resucitar de su propia autodestrucción; V/H/S 99, que este año repite su antológica gesta por reunir las voces más macarras del horror independiente en una entrega más bien genérica, pero que no defrauda en su ya habitual fiesta del susto.  

V/H/S/99 - Revista Mutaciones
V/H/S/99 de Johannes Roberts, Vanessa Winter, Joseph Winter, Maggie Levin, Tyler MacIntyre y Flying Lotus.

Resulta llamativa la variedad en la selección de la competición oficial, pero cuando nos enfrentamos a la inmensa cantidad de propuestas que se han visto en esta pasada edición del festival, surgen cuestiones de por qué películas como la maravillosamente realizada Emily de Frances O’Connor –un comedido drama coming of age en forma de biopic de la autora Emily Brontë, con ligerisimos dejes fantásticos- comparten sección con descacharrantes exhibiciones de nihilismo decorados con música clásica y una intención de crear el horror desde una reflexión ética o moral inexistente como es la danesa Speak No Evil de Christian Tafdrup. Unas cualidades que duele ver que se repitan en más ocasiones. La española Unicorn Wars, cinta de animación de ambición intachable y mensaje bienaventurado, trunca sus logros técnicos con una interpretación del medio animado francamente trillada. La violencia explícita que contrasta con el achuchable diseño artístico, no es sino otro ejemplo más de la incansable capacidad del fantástico actual de subrayar sus intenciones con la brocha más gorda que uno encuentre.

Encontramos tentativas a un cine de espectáculo mucho más elegantes en películas infinitamente más convencionales como las coreanas Hunt, de Lee Jung-jae, y Project Wolf Hunting, de Kim Hong-sun; el primero un thriller político con ocasionales set pieces de acción trepidante, y el segundo una especie de slasher, mezcla bastarda entre Con Air (Simon West, 1997) y Soldado Universal (Roland Emmerich, 1992). Películas mucho más propias a un canon al que Sitges debería acercarse, alejadas de intereses performativos que, en manos de autores sedientos de polémica, se quedan en burdos artefactos de shock y charlatanería.

Shin Ultraman - Revista Mutaciones
Shin Ultraman de Shinji Higuchi

Asimismo, en el Festival también tuvieron su aparición películas tan importantes para el panorama actual como son Occhiali Neri de Dario Argento o Shin Ultraman, el último tándem Higuchi–Anno en su revisión del mito kaiju. Por muy arcaica que sea ya la propuesta de Argento, o por marciano que sea el reboot de Higuchi, extraña que muchas de las películas fueran programadas fuera de concurso. Así es el caso de Cerdita, el rural punk de Carlota Pereda que es quizás el título español más importante que la cita en la ciudad costera haya podido ofrecer, y que aun teniendo un estreno casi inminente, se haya decidido dejar a las puertas de un premio oficial en Sitges. 

 

Amaia Zufiaur y Ernesto Delgado

Un comentario en «CRÓNICA DEL FESTIVAL SITGES 2022»

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