CRÓNICA MÁRGENES 2023 – ESCÁNER
Crónica Sección Escáner – Festival Márgenes 2023
Al llegar el final de noviembre el festival Márgenes trae a Madrid las tendencias cinematográficas más contemporáneas de marcado corte autoral. En la sección Escáner, que da cabida a las piezas de directores nacionales, se promete ofrecer la visión más arriesgada y rupturista de lo que está sucediendo en aquellos márgenes de nuestra industria. La selección de películas de este 2023 viene cargada de un cine español que se construye desde fronteras, contrastes y oposiciones. Escáner está repleta de obras españolas creadas a partir de tensiones sentimentales, cotidianas y cinematográficas.
El amor como lugar de discusión y encuentro es el núcleo de La estafa del amor (2023) de Virginia García del Pino, una performance cinematográfica que utiliza el caso del estafador de Tinder como punto de partida sobre una serie de reflexiones en torno a las relaciones románticas con diversos pensadores. Por su propia naturaleza de performance, la directora aprovecha la participación del público, a través de su diálogo con los expertos y el montaje con constantes contraplanos o incluso partiendo la pantalla, tendiendo así a la simultaneidad del pensamiento. El choque de ideas halla su forma en la imagen. Aun así son precisamente las decisiones fílmicas lo que parece restarle organicidad a los mensajes y a los gestos, pues da lugar a una serie de repeticiones, en el montaje o la introducción de la música, provocando que se pueda cuestionar la necesidad de capturar el encuentro fortuito de opiniones.
Un contraplano que nunca llega es lo que propone, en cambio, el cortometraje de Pablo García Canga, Tu trembleras pour moi (2023), que se construye a base de cuatro escenas, lúgubres y frías, en las que nunca existe interlocutor: un ensayo teatral, una “conversación” en un bar, una aparente llamada telefónica en un hotel y un paseo nocturno en soledad. Dice Nuria Bou en su libro Plano / contraplano que este recurso es la forma fílmica más expresiva sobre el deseo, y, por tanto, su ausencia en el cortometraje supone el vacío absoluto de un discurso amoroso. En cambio, se manifiesta la emoción contenida en los gestos anhelantes y una voice-over que recuerda todas las palabras no dichas.
Cierta inconformidad latente con respecto al género cinematográfico se hace presente en On the go (2023) dirigida por María Gisèle Royo y Julia de Castro y La herida luminosa (2022) de Christian Avilés. La primera es un acercamiento a la road movie, dos amigos, y una sirena, escapan hacia la playa y el campo encontrándose con personas que despiertan preguntas sobre su sexualidad o el deseo de maternidad. La película pone en el centro la búsqueda del contacto humano, la textura de los cuerpos y los gestos sexuales; y se adentra en un potencial surrealista con ecos de Maya Deren. Pero, aunque On the go se proponga en desvelar la fusión corporal a través de la imagen, únicamente consigue generar una ruptura entre lo contemporáneo y lo ajeno, generando una otredad en torno al cuerpo, la clase y el lenguaje. La herida luminosa bordea los límites de la ciencia ficción, el ensayo y el cine absurdo, con un sol como un dios que despierta el culto entre los jóvenes ingleses. Sigue la estela de directores como Chema García Ibarra, sobre todo recordando al cortometraje Leyenda dorada (2019). Avilés conjuga el lirismo del guion, con intenciones mordaces, y una dirección de fotografía y de arte que busca enfrentar la belleza con la ironía permitiéndose explorar la estética kitsch.
La frontera toma forma física en Negu Hurbilak (2023) realizada por Colectivo Negu. Es la historia de una joven que intenta cruzar a Francia en 2011, durante el conflicto en el País Vasco, pero se evita por completo recaer en la huida frenética. De hecho, esa frontera física se torna emocional al hacer de los espacios una especie de limbo. Se completa con una serie de panorámicas que recuerdan la existencia cíclica y repetitiva de la protagonista. Gran parte de su atractivo reside en una mágica captura de los espacios interiores y exteriores, con unos colores y una iluminación que pone énfasis en cómo los actores cruzan los planos como si se trataran de umbrales entre la vida y la muerte.
De otra forma, el tiempo y la brecha generacional se torna física también en Antier Noche de Alberto Martín Menacho, la historia de los vecinos de un pueblo en el campo extremeño. La película evita por completo un acercamiento a lo rural desde el romanticismo. En cambio, se permite documentar la inevitable colisión entre tradición y modernidad. Lo hace tendiendo a un estilo naturalista, con una fotografía de colores apagados y con actores naturales, pero destaca sobre todo por el respeto a la experiencia en el campo, con un inicio que recuerda que está anclada a la vida real. No esconde la precariedad o la inestabilidad económica, asimismo pone en imágenes la esperanza y la resistencia de sus personajes, que recorren los espacios en constante movimiento buscando un cambio y encontrando su identidad.
El cine de Laida Lertxundi se ha caracterizado por una indagación en los elementos cotidianos desde el extrañamiento. En su nueva pieza In a nearby field (2023) el centro neurálgico es la casa, pero es una existencia entrecortada, no cronológica e interrumpida que pone en evidencia el tiempo y la vida que se sucede en la brecha del montaje. Lertxundi pone el foco en la naturaleza de una existencia observada, pero también en lo que únicamente se intuye, en la imagen que no existe. Siguiendo esta estela, aunque poniendo el foco en una juventud precaria en la que el aburrimiento supone una penalización sistemática, se encuentra Alicia fai cousas (2023) de Ángel Santos. Alicia habla con amigos y compañeros, pero no existe diálogo, arranca los números de teléfono de los anuncios de la calle como forma de romper la monotonía y espera a que la llamen tras los castings. La espera se materializa en encuadres que denotan vacío, espacios incompletos o calles que solo tienen vida momentáneamente.
Y, por último, quizás la ruptura de la normalidad más absoluta de la selección es la que proponen David Pantaleón y José Víctor Fuentes en Un volcán habitado (2023). Entre audio y audio de whatsapp se suceden imágenes del volcán de La Palma en pleno estallido de violencia y belleza. La película reclama el estado mundano del cuerpo frente a la catástrofe, recuperando poco a poco su presencia en la fotografía y el sonido, humanizándola paulatinamente hasta llegar a un inevitable reencuentro de voces y cuerpos.
Son tres piezas las que intentan de forma evidente reparar la brecha entre pasado y presente: Trenc d’Alba (Anna Llargués, 2023), Non te vexo (Xacio Baño, 2023) y Zinzindurrumkarrat (Oskar Alegría, 2023). El cortometraje de LLargués, que se encuentra anclado a ciertos sentimentalismos familiares, se puede leer como un coming-of-age con un protagonista obligado a enfrentarse a una memoria contenida en imágenes de 8mm ajenas y paredes de una casa familiar en ruinas. La obra de Xacio Baño se aleja de la ficción para acercarse a la tradición ensayística elaborando una historia sentimental de la fotografía para dar sentido a las presencias fantasmales capturadas en celuloide y digital. Oskar Alegría explora la desincronización de la memoria, al reutilizar la antigua cámara Super 8 de la familia, en busca de las imágenes, sonidos e historias del pasado. Los tres directores examinan la grieta del tiempo, de la tecnología y la evolución de la fotografía o el cine sin recaer en la nostalgia de un tiempo y espacio no vivido, sino recordando la incapacidad de recuperar por completo la memoria, individual y colectiva.
Escáner cierra elaborando una radiografía del cine nacional sin duda heterogénea. Destacan las propuestas de cortometrajes, que se siguen elevando como el formato donde existe más flexibilidad, experimentación e incluso poesía. Pero también, los proyectos que están construyendo un cine español a base de la destrucción del propio mecanismo cinematográfico. Hay que recalcar la labor de aquellos cineastas que se permiten cuestionar formatos pasados, el uso del analógico por ejemplo, sin un ápice de misticismo, sino como forma de palimpsesto crítico.