Sevilla 2019

FESTIVAL DE SEVILLA: LAS NUEVAS OLAS

La otra Europa

La identidad europea

¿Sería acertado hablar sobre “identidad europea”? ¿Es posible extraer una visión compacta que la resuma y logre definirla? Más bien cabría preguntarse, ¿contiene esta realidad europea una ideología lo suficientemente consistente y concreta como para extraer conclusiones seguras? Tratar de averiguar los límites que definen a esta Europa mestiza, múltiple y heterogénea es una tarea compleja y casi que imposible, más aún, cuando la realidad ideológica actual del viejo continente es tan confusa y contradictoria (solo hay que dirigir la mirada hacia la reciente crisis de los refugiados, las xenofobias nacionalistas o a la problemática del Brexit). Por lo que la única ideología sólida y coherente de la que se puede extraer alguna certeza es aquella que se empeña en asegurar sus fronteras económicas y nacionales.

La 16 edición del Festival de Cine Europeo de Sevilla (SEFF) ha conseguido asomarse a estas realidades sin caer en los subrayados arquetípicos del cine de denuncia social o en los excesos miserabilistas del mismo, logrando una estimulante línea de programación que contiene los rastros de estas problemáticas pero de maneras mucho más sugerentes y menos expositivas, con propuestas que arriesgan el lenguaje y lo renuevan.

 

El otro festival

Porque no solo de la Sección Oficial vive el hombre, el certamen sevillano acierta cada año al incluir aproximaciones a un cine de corte más vanguardista y rompedor. Secciones inclusivas y diversas de un cine hecho en los márgenes que, temática y formalmente, innovan los discursos conocidos sin incurrir en ningún prototipo. Aunque en todo momento se esté hablando de un festival de cine de autor, la apuesta es aún mayor cuando Sevilla decide incluir en su programación una sección como Las Nuevas Olas, columna vertebral de toda la vanguardia del SEFF, y títulos que, aunque menos conocidos, se encuentran muy alejados de cualquier producto manufacturado y empaquetado para ser exhibido en los grandes festivales.

Muchas de las películas europeas más libres e inquietas de todo este año cinematográfico 2019 han destacado sobre todo por poner su foco en miradas femeninas transgresoras que rompen con el estereotipo del “cine de mujeres”, y, en relatos sobre el malestar del individuo que, de alguna forma, es también el malestar de esta Europa. Esta sección da buena cuenta de ello.

 

Mujeres en lucha

La suiza Klaudia Reynicke o la serbia Ivana Mladenovic son algunas de las prometedoras directoras europeas responsables de títulos como Love me tender o Ivana La Terrible (premiada en Locarno), que, conscientes de la arquetípica representación de la mujer en el cine, han querido explorar nuevas identidades para sus mujeres en lucha. Ambas películas suponen pequeñas rebeliones femeninas, donde en el espacio de lo íntimo, estas protagonistas librarán sus propias batallas existenciales a través de contradictorios pero iniciáticos viajes internos y externos. Ivana regresará a su Serbia natal para reencontrarse con su familia y consigo misma, en una historia con un alegre tratamiento desde el humor sobre la cultura y el hermanamiento de los países balcánicos; mientras que Seconda, de Love me tender, peleará contra su extraña agorafobia en un relato con una orgánica incursión en el surrealismo y potentes capas de abstracción simbólica. Las dos cintas, provenientes de Locarno, intuyen un discurso feminista bastante original y poderoso.

Love me tender - Revista Mutaciones
Love me tender, de Klaudia Reynicke

En la coproducción ítalo-argentina Maternal, de Maura Delpero, o en Arima, debut en el largometraje de Jaione Camborda, (considerada una de las nuevas promesas del Novo Cinema Galego y galardonada en esta misma sección) apenas aparecen hombres. Aunque ambas películas emanan de naturalezas muy diferentes, la mirada femenina se hace aquí más radical. Maternal aborda desde un realismo naturalista la problemática del embarazo adolescente y las contradicciones internas de la maternidad a través de protagonistas jóvenes que son madres reales. En cambio, el lynchiano y telúrico filme de Camborda es una mezcla de géneros que van desde el suspense a lo onírico, donde cuatro mujeres verán sus existencias afectadas por la presencia de dos hombres, uno imaginado, el otro tangible y atroz, pero donde no existe apenas una significación de las cosas. Solo los ecos de un pasado secreto reverberando entre sí consiguen elevar una idea evocadora de lo que puede ser la película. Un enigmático film sobre mujeres subterráneas y misteriosas.

Arima - Revista Mutaciones
Arima, de Jaione Camborda

 

Un malestar existencial

Las miradas más críticas y subversivas de los cineastas europeos se han dirigido hacia el malestar y la desorientación del individuo ante un complejo y confuso mundo actual, retratado por Las Nuevas Olas a través de paisajes de una Europa en descomposición y mediante la abundancia de relatos fragmentados. Estos relatos nos hablan de los estados mentales de sus protagonistas, identidad, desencanto e incertidumbre del hombre frente a un mundo que le es ajeno y que no entiende, donde se cuestionan todo el tiempo los conceptos de patria y nación.

La plástica y posmodernista Take me somewhere nice, de Ena Sendijarevic (Premio del Jurado en Rotterdam), evoca el mismo y singular espíritu de Extraños en el paraíso de Jim Jarmusch pero en paisajes bosnios. La película, alejada de la ligereza narrativa de Jarmusch, sospecha una crítica hacia el conflicto y el abandono de la Europa del bienestar hacia esa otra Europa más necesitada, donde la protagonista, holandesa, hará las veces de esta Unión Europea que rechaza y decide su propio devenir desde un lugar dominante y eurocentrista. El filme obtuvo el premio a Mejor Ópera Prima por la Confederación Internacional de Cine de Arte y Ensayo en esta misma sección.

Take me somewhere nice - Revista Mutaciones
Take me somewhere nice, de Ena Sendijarevic

Gracias a las coproducciones francesas del festival, la sección Las Nuevas Olas consigue asomarse a otros contextos fuera del continente que, directa o indirectamente, siguen influyendo sobre la realidad europea. Estas producciones observan los traumas que genera la violencia en cualquiera de sus formas (terrorismo, conflictos bélicos, etc.), sin ceder nunca a exhibicionismos o a los excesos tan propios de estos géneros. Títulos como Abou Leila o Encantamiento (ambas presentes en Cannes) destacan por su planteamiento libre y rompedor: son películas inmersivas, de silencios, simbolismo y abstracción. En Abou Leila, de Amin Sidi-Boumédiène, el carácter de la violencia del terrorismo en la Argelia de los ’90 se insinúa con fuerza pero a la vez con sutileza, proponiendo un debate entre islamismo y terrorismo, donde el trauma generado en el protagonista es abordado desde un laberíntico tratamiento onírico, lo que le valió el premio a Mejor Película en esta sección. Pero quizá sea Encantamiento, de Ala Eddine Slim, la cinta más transgresora e inapelable de Las Nuevas Olas y, seguramente, de todo el festival. Película con infinitas capas metafóricas y planteada en clave surrealista, busca constantemente la descontextualización del trauma, originado por el Estado opresor, desde lo formal. Y es revolucionaria en cuanto a que invierte los roles de género en sus protagonistas o cuestiona el rol femenino en la maternidad, entre otras muchas cosas. Toda una joya de la vanguardia europea al estilo de Holy Motors, de Leos Carax.

Encantamiento - Revista Mutaciones
Encantamiento, de Ala Eddine Slim

 

Un pequeño milagro

Como el que encuentra un lugar en la quietud, bañado por un reflejo de luz dorada, indirecta, encontramos a Oskar Alegría con su pequeña pieza de no-ficción Zumiriki (también de Las Nuevas Olas). Especialmente reseñable por su cercanía y sensibilidad es esta obra de Alegría, quien durante cuatro meses marchó a vivir a un bosque, al bosque de su infancia donde crecieron sus abuelos y antepasados vascos. En ese bosque había una isla en medio de un río, una isla ya hundida en la memoria del tiempo, una isla que tenía nombre: “Zumiriki”. Con esta película, Oskar pretende recuperar esa isla, que representa su infancia, la memoria y los paisajes de sus ancestros, hacer estos suyos; como si fuera el dueño de un recuerdo invisible, o como si quisiera nombrar el mundo por primera vez. Como Thoreau o como Mekas en su Walden, este entrañable náufrago convoca al azar, y a través de rituales de pensamiento mágico filma sin pensar, sin tiempo y con paciencia, una pequeña obra poética hecha de esperas, y de milagros.

He querido detenerme aquí, como el que se detiene en un claro en el bosque entre tanta arboleda, para destacar este inspirador film entre todos los demás. No tanto por una cuestión de gustos o preferencias, si no más bien desde un sentimiento de humanismo y honestidad, pues la pieza consigue aglutinar en muy pequeño espacio lo verdadero y esencial que provoca repensar la vida en todas sus dimensiones. Parte de una cuestión fundamental y transformadora: hacerlo primero desde uno mismo. La obra, todo un poema cinematográfico, ganó el premio a Mejor Película de Las Nuevas Olas no-ficción.

Zumiriki - Revista Mutaciones
Zumiriki, de Oskar Alegría

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