VITALINA VARELA
La casa iluminada
Espacios abiertos que están cerrados. Una oscuridad que los aprisiona y los hace ser objeto de fijación y de desarrollo estático. Una luz que los define y dota de profundidad, línea y perspectiva. Los espacios abiertos son, en la nueva película de Pedro Costa Vitalina Varela, las construcciones que renuncian a la luz en pos de una mirada al suelo en la negrura de la noche. Donde Ventura, que ahora es un cura sin fe, los trabajadores de Fontainhas: albañiles, electricistas y demás pobladores del barrio deambulan como sombras de lo que alguna vez fueron. De entre todos ellos uno ha muerto. Hay sangre en su almohada y una procesión lo lleva hasta el cementerio (primer y último reclamo de la cinta). Es el marido de Vitalina, persona, actriz y personaje, la protagonista de la película que lleva su nombre. Una mujer que baja de un avión con los pies aparentemente ensangrentados, que viene desde Cabo Verde para enterrar a su marido, pero llega tres días tarde. Ella será la que abra las puertas del día en la noche a partir, no de espacios abiertos, sino de las paredes de una casa en ruinas.
En el cine de Pedro Costa, desde En el cuarto de Vanda (No quarto da Vanda, 2000), pasando por Juventud en marcha (Juventude em marcha, 2006), The Rabbit Hunters (A caça ao coelho com pau, 2007), O nosso homem (2010) y Caballo dinero (Cavalo Dinheiro, 2014) la imagen y la trama sucumben al claroscuro más impresionante y revelador. Privilegiando el estilo que ha ido perfeccionando a lo largo de los años y con un renovado sentido del realismo —en Vitalina Varela los fantasmas no tienen poder— Costa crea otra obra maestra que se revela como un cuadro barroco lleno de potencia y sentimiento.
La oscuridad juega un papel en torno a la totalidad del espacio que es crucial para comprender el sentido emocional y dramático de la obra. Costa y su director de fotografía habitual (Leonardo Simões) dominan la pulsión de la sombra que dibuja la atmósfera de un lugar sin tiempo pero que se sitúa en el Portugal actual. En él, la luz es la que, por su escasez, hace que los cuerpos devengan reflejos y líneas de lo que en realidad son. Personas y objetos conviven en su ambiente de naturalezas muertas mientras los rostros y los detalles se exploran desde una cercanía brutal. La cara de Vitalina, una fotografía de su boda, la mano de Ventura, un rosario que recoge del suelo… Todas esas imágenes suponen el abandono del realismo naturalista para adentrarse en el onirismo, la metafísica y la evocación de las formas en pro de una visión profunda y extraordinaria de lo real.
De entre todas las cosas sobre las que la luz puede arrojar significado, se decide hacerlo sobre la casa del difunto, en la que ahora vive Vitalina, presa del recuerdo y el rencor, de la pose y la melancolía. Una chabola ruinosa que se cae a pedazos, que respira por sus grietas y molduras y que esconde recuerdos entre sus amontonados ladrillos, ventanas y puertas. En torno a ella se crea un juego pictórico-escultórico que resulta levemente iluminado gracias a la presencia de la propia Vitalina, la cual aparece a menudo enmarcada por las puertas, en el canto de la cama o apoyada en la pared. Haciendo de su imagen un reto al espacio mismo y apoderándose de él mediante primeros planos de extrema composición. Como si de retratos de su rostro y figura se tratasen, los planos fijos crean la sensación de hermetismo y atemporalidad tan característica del cine del portugués. Pero si en Caballo dinero —de la cual Vitalina Varela es mucho más que una contrapartida femenina— el tema presente era la lucha con el exterior para huir de los fantasmas, en esta es la lucha interna para poder aprender a vivir con ellos y seguir adelante. Y es que Vitalina Varela es un canto a la esperanza que se representa de cara al final, en un plano que une Cabo Verde y Portugal mediante dos casas. Una oscura que se derrumba en el presente y otra iluminada que se construye en el recuerdo.
Vitalina Varela (Portugal, 2019)
Dirección: Pedro Costa / Guion: Pedro Costa & Vitalina Varela / Edición: Vítor Carvalho & João Dias / Producción: Abel Ribeiro Chaves / Fotografía: Leonardo Simões / Reparto: Vitalina Varela, Ventura, Manuel Tavares Almeida, Francisco Brito
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