TRES MIL AÑOS ESPERÁNDOTE
Ficciones para (sobre)vivir
Para muchas almas solitarias, las novelas, relatos y otras historias, han servido como refugio, hogar y consuelo. La huida de un mundo hostil o adverso y la evasión por medio de la ficción es algo que se ha podido ver en films como La rosa púrpura de El Cairo (Woody Allen, 1985), donde la fantasía permitía a una pobre camarera malamente casada conocer al protagonista de su película favorita, que un día atraviesa la pantalla del cine y se enamora de ella. En Tres mil años esperándote (2022), George Miller saca a un genio de una botella, un djinn encarnado por Idris Elba que se aparece ante Alithea, un personaje creado a la medida de Tilda Swinton. Ella es una mujer a la que el mundo y su forma de verlo le han hecho permanecer un tanto apartada de los demás. Piensa que sus sueños y ambiciones están ya cumplidos porque encuentra todo lo que busca en los mitos y leyendas que se dedica a analizar. Es una prestigiosa narratóloga y, para su asombro y fascinación, en uno de sus innumerables viajes alrededor del mundo para realizar conferencias, llega a Estambul, donde libera a este ser mágico que le ofrece tres deseos. Solo que ella no tiene nada que pedir, así que el genio le narra su vida e intenta convencerla de por qué es importante desear.
La película, que bebe de influencias claras de Las Mil y una noches, adapta la colección de cuentos de A.S. Byatt, The Djinn in the Nightingale’s Eye (1994). Pero, en cierta manera, Alithea también es como si la protagonista de La princesita (1905), novela de Frances Hodgson Burnett llevada al cine por Alfonso Cuarón en 1995, hubiera crecido y hubiese transformado su pasión por las historias en su forma de vida. En estas tres obras, la de Allen, Miller y Hodgson Burnett, sus protagonistas utilizan la narración como refugio y viven hechizadas por otros mundos exóticos (exotizados desde Occidente), que resultan lejanos y que en realidad son inexistentes, pues pertenecen a la cantera de los sueños.
En ese sentido puede parecernos que la película llega un poco tarde, pues la premisa está planteada desde un paradigma eternamente repetido. Su marco ancestral es salpicado por tintes kitsch, algo que también estaba presente en otra obra de Miller, la hortera y esperpéntica Las brujas de Eastwick (1987); a lo que se añade ese orientalismo un tanto manido para contar historias arquetípicas… Tres mil años esperándote es una rareza anacrónica, nada sencilla y fácil. Y tal vez sea esa mezcla aparentemente contradictoria lo que la hace tan fascinante. Lejos de ser suicida, como se ha repetido hasta la saciedad, es una película arriesgada. Miller ha cargado con artillería pesada cada segmento, regalando maravillosas secuencias de fantasía y creando lo que, a riesgo de sonar a locura, pueda ser una de las películas más interesantes del año, pues remite a las narraciones más puras. Y nunca viene mal que alguien recuerde por qué necesitamos que nos cuenten historias.
Tres mil años esperándote (Three Thousand Years of Longing, Australia, 2022)
Dirección: George Miller / Guión: George Miller, Augusta Gore. Adaptación de: A.S. Byatt / Fotografía: John Seale / Producción: Coproducción Australia-Estados Unidos; Kennedy Miller Mitchell, Kennedy Miller Productions, Filmnation Entertainment, Metro-Goldwyn-Mayer (MGM), Elevate Production Finance, CAA Media Finance / Montaje: Margaret Sixel / Música: Tom Holkenborg / Intérpretes: Idris Elba, Tilda Swinton, David Collins, Alyla Browne, Hayley Gia Hughes, Angie Tricker, Sarah Houbolt, Kaan Guldur, Jason Jago, Aska Karem, Aiden Mckenzie, Berk Ozturk, Jack Braddy