SUZHOU RIVER

Metamorfosear la realidad

¿Es únicamente en las historias, en los cuentos y relatos que construimos y transmitimos donde se puede alcanzar la idealidad? ¿Está de facto la existencia corrupta, empobrecida, desmejorada con respecto a lo que sus ideas prometen? En esta reflexión platónica se introduce desde el inicio, por el sucio y contaminado río Wusong, el protagonista y narrador en off de Suzhou River, cinta del año 2000 del chino Lou Ye, que por primera vez se estrena en España tras su reciente restauración en 4K.

Desde la desesperanza de este personaje que jamás vemos (nunca aparece en campo, su actuación es la de la cámara cuando utiliza el plano subjetivo), que a su vez destila el propio desencanto del cineasta (la profesión del personaje narrador es filmar vídeos), parte esta ensoñación romántica que también envuelve una crítica política a su Shanghái natal. La huida de la literalidad permite no solo la plasmación de un drama social, sino la inclusión de un metacine que no se revela abiertamente, pero que interpela soterrado en el lirismo de un romance. ¿Y si sólo mediante esta vía del artificio cinematográfico se pueden alcanzar verdades vetadas al puro realismo?

Suzhou River- Revista Mutaciones

Con el foco en amores imposibles, extrayendo la belleza de ambientes descompuestos y con una ligereza y trazo formal impresionista, la cinta de Lou Ye nos recuerda al primer Wong Kar-wai. Pero hay aquí una certidumbre mucho mayor. El guion es de una planificada estructura circular que denota un mimo por la construcción de la trama y de sus personajes, muy alejado de la espontaneidad del maestro hongkonés. Siempre desde la perspectiva de su personaje-narrador, que unas veces recuerda, que otras veces intuye…, conocemos también las historias de Meimei, Mardar y Moudan. La cinta crea su propia mitología: una historia de amor que se convierte en leyenda popular, una metamorfosis, un condenado eterno… y, en consonancia, el etéreo verso que supone su puesta en escena: encuadres ebrios, ralentís, zooms y teleobjetivos. Un montaje vaporoso y aparentemente errático, a veces de planos fugaces, que se imbrica con un juego sonoro también en las antípodas del naturalismo. El mismo sentido del bello artificio ilusorio reside en los neones, en el maquillaje de Moudon, en su vestimenta charolada esmeralda y escarlata. El mismo romanticismo tan enérgico se presenta también como elemento transformador en las vidas de sus personajes. Y, sin embargo, todos estos elementos consiguen mantener un hilo que nos remiten a la realidad social de donde todo parte. La cinta abraza la transformación, pero no deriva jamás en el escapismo, siempre se encuentra ligada a la corriente de donde nace.

Por lo tanto, de vuelta al río Suzhou (nombre popular del hoy saneado río Wusong que se remonta a épocas ancianas del país), siguen surgiendo las preguntas: ¿es la desesperanza un motor para la búsqueda de la verdad y la belleza? ¿son al menos las historias un bellísimo consuelo que dan sentido al sinsentido de la vida? ¿Debemos o no inspirarnos en ellas? ¿Pueden las ensoñaciones guiarnos por la realidad? Cada persona deberá, constantemente, de manera errática y sin mucha probabilidad de éxito, buscar sus respuestas: como Mardar a su Moudon.

 


Suzhou River (Suzhou He, Alemania-China, 2000)

Dirección: Lou Ye/ Guion: Lou Ye / Producción: Dream Factory, Essential Filmproduktion GmbH / Fotografía: Wong Yuk/ Música: Jörg Lemberg/ Interpretación: Zhou Xun, Jia Hongshen, Yao Anlian, Nai An.

Mario C. Gentil

Graduado en Historia del Arte. Creador y director de testigodecine.com Tengo un canal de YouTube (CINEMArietismo) donde hablo de mis películas favoritas. Máster de Crítica Cinematográfica en la ECAM. Futuro programador de cine.

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