SPIDER-MAN: CRUZANDO EL MULTIVERSO

Revalorizar el género, dimensionar al superhéroe

Crítica Spider-man: cruzando el multiverso

Hace cinco años Spider-Man: Un nuevo universo (Bob Persichetti y Peter Ramsey, EE.UU., 2018) ofrecía un soplo de aire fresco al panorama superheroico en un momento en el que Marvel estaba llegando al culmen de su fase 3 y aún no había arrancado sus series, con las que inició una aceleración hasta la extenuación de sus productos. Para entonces, la película también se adelantó a la incorporación del elemento multiversal dentro de la narrativa de las producciones de este género. Esto no llegó a las producciones del estudio cinematográfico presidido por Kevin Feige hasta Loki (Michael Waldron, EE.UU., 2021), Spider-Man: No Way Home (Jon Watts, EE.UU., 2021) -la segunda inmersión al spider-verso– o la más reciente, pretenciosa e insustancial Doctor Strange en el multiverso de la locura (Sam Raimi, EE.UU., 2022). Pues bien, frente a ello, ahora Spider-Man: Cruzando el multiverso (Joaquim Dos Santos, Kemp Powers y Justin K. Thompson, EE.UU., 2023) llega para pisar igual de fuerte y demostrar cómo construir un verdadero multiverso de la locura. 

La secuela de las aventuras de Miles Morales viene para revalorizar el género de superhéroes, desvirtuado en los últimos años por producciones mediocres como consecuencia del desgaste de su realización en masa, la repetición de fórmulas, los desequilibrios argumentales, la acción esperpéntica superficial o la avaricia detrás de la creación de todas ellas, entre otros factores. En ella, se demuestra la posibilidad de dotar de capas y valor al entretenimiento, de equilibrar lo que comúnmente se enmarca en el divertimento más mundano con ambiciones artísticas. Y aquí es dónde el factor de la animación se erige como un pilar fundamental. 

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En esta nueva aventura arácnida, la animación se posiciona como un recurso dinámico, que fluye y se transforma y contiene múltiples posibilidades. No solo se conforma bajo un proceder idéntico al de las películas de acción real, sino que aprovecha sus elementos diferenciales. Así, las imágenes dibujadas fluctúan, se expanden a cada rincón del plano y, en este caso, también honran a -y se aprovechan de- el medio del que parten: el cómic. Los diferentes tipos de animación se multiplican y danzan entre ellos, entremezclándose y uniéndose orgánicamente y de esta manera la forma se convierte en reflejo de lo narrativo, del argumento multiversal. Cada estilo abre el espacio para explorar esa variedad infinita de universos existentes dentro del spiderverso y, al mismo tiempo, dota de identidad a cada uno de los personajes y acentúa acción y emoción. Todo se funde en uno y rema en el mismo sentido.

Asimismo, Spider-Man: Cruzando el multiverso ofrece una historia más madura y más oscura tras todo el dinamismo de una trama que parece no frenar, pero que sabe cuándo tomar un respiro y cuándo seguir acelerando los niveles de adrenalina del espectador. Todo el armatoste épico se sostiene sobre un argumento esencialmente trágico que no pone el foco central del antagonismo en una némesis, sino que se vertebra en varios puntos de conflicto que enriquecen el conjunto. Consecuentemente, se pone en una encrucijada al héroe no solo a nivel de acción, sino a nivel moral; lo personal y lo comunitario confluyen, poniendo en disputa la razón última de la existencia del arquetipo del héroe, la responsabilidad inquebrantable sobre la que se sostiene y la división identitaria a la que se ve forzada. Gracias a que esta segunda parte coge el cometido de profundizar en los personajes y otorgarles mayores capas, esa misma solidez se ve emulada en los conflictos que se desarrollan y presentan poco a poco. 

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Entre los constantes giros de guion y la presentación de un buen número de nuevos personajes, el largometraje se configura como el comienzo de una monumental odisea para Miles Morales que aquí tan solo empieza a sembrar lo que está por venir en la tercera parte. A pesar de tener esa próxima entrega en el horizonte, esta no se siente rellenada con trivialidades ni pierde el tiempo en escenas vacuas. La acción trepidante no da respiro al espectador -incluso puede llegar a abrumarlo- y pese a esa aceleración todo se construye con detenimiento. Desde el diseño de unos planos detallados al puro estilo rococó pasando por una trama que se sumerge en la humanidad del relato -facilitando una mayor conexión que algunos personajes de carne y hueso-, el equilibrio deviene otro de los ejes cruciales que adereza la obra hacia un resultado sobresaliente. 

Al final, aquí se halla un claro ejemplo de cómo se puede rizar el rizo sin caer en la incoherencia, ni perder de vista la esencia de la historia. En el género de superhéroes, unos parecen haberse abandonado a efectismos, exploraciones de universos extraordinarios y grandes ostentaciones narrativas y visuales montados sobre castillos de naipes; parecen haberse adentrado en la fabricación en cadena de obras entendidas como meros productos sin alma ni personalidad. Y aquí es donde, de nuevo, Spider-Man: Cruzando el multiverso demuestra cómo todo ello carece de valor si no hay unas bases firmes, si no hay una voluntad por dotar de alma al proyecto y entenderlo también como una creación que abraza su dimensión artística. Con el equilibrio que logra entre dramatismo, minuciosidad visual, frenetismo, autorreferencialidad, emotividad, etc. destaca en última instancia -y a diferencia de sus homónimas producciones-, porque posee corazón. 

 


Spider-Man: Cruzando el multiverso (Spider-Man: Across the Spider-Verse, EE.UU., 2023)

Dirección: Joaquim Dos Santos, Kemp Powers, Justin K. Thompson / Guion: Dave Callaham, Phil Lord, Christopher Miller / Producción: Phil Lord, Christopher Miller, Amy Pascal, Avi Arad  / Música: Daniel Pemberton/ Montaje: Mike Andrews / Interpretación: Shameik Moore, Hailee Steinfeld, Oscar Isaac, Jake Johnson, Issa Rae, Brian Tyree Henry, Luna Lauren Velez, Daniel Kaluuya, Andy Samberg, Jason Schwartzman, Karan Soni, Amandla Stenberg, Shea Whigham

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