SEIS DÍAS CORRIENTES
Butacas ocupadas
Imaginemos la perspectiva que se puede divisar desde la última fila de una sala de cine al completo, y si es en la butaca del centro mejor. Tal vez, cien o más cabezas manteniendo una posición orientada hacia el punto de fuga de una pantalla. Cien o más universos compartiendo un mismo espacio con un mismo fin: contemplar una visión subjetiva y fragmentada de la vida. Cien o más universos iguales y distintos entre sí. Sería todo un privilegio poder escrutar en ellos y generar una cartografía, unos mapas que retraten el momento en el que estamos.
Esto, que puede parecer algo así como un pequeño impulso que puede pasar por la cabeza de un inquieto espectador u observador, no es muy distinto de lo que Neus Ballús consigue al poner en faena a los tres fontaneros de la película premiada en las últimas ediciones de Locarno y la Seminci de Valladolid: Seis días corrientes. Tres lampistas, verídicos en la profesión y creíbles en la ficción. Tres personajes, Moha, Pep y Valero interpretados por Moha, Pep y Valero, algo que en sí mismo no constituye ninguna osadía ni novedad, ahí tenemos como ejemplo a las mujeres del pueblo extremeño de la reciente Destello Bravío (Ainhoa Rodríguez, 2021) interpretadas por ellas mismas. Tres típicos currantes muy distintos entre sí, que disfrutan del privilegio de transitar a diario por las casas o locales y las peculiaridades de sus ocupantes. ¡Lo qué sus ojos no habrán visto!
Esta comedia con cierto aire de documental, en la que la directora se mueve entre pequeños trabajos en interiores y planos en exteriores que recuerdan a En construcción (2001) de José Luis Guerin, supone un corte transversal en el tejido urbano. Fibras abiertas para que el espectador se asome y saque sus conclusiones sobre la heterogeneidad social y cultural en Barcelona, o por extensión, en cualquier ciudad europea actual. No se trata solo del uso constante y natural de tres lenguas, el castellano, el catalán y el árabe, o de la comicidad a las que se presta el fluir de variopintos personajes en cada una de las visitas que por avisos de trabajo realizan a lo largo de una semana, sino también de la serenidad con la que se muestra a los habitantes, con toda su plasticidad, en las ventanas y fachadas cuarteadas por balcones abiertos a espacios comunes como son los patios o las calles, y por qué no, de una reflexión en off sobre Internet que todo lo conecta. Espacios, cajas en definitiva, que suponen universos diferentes en un enorme espacio común.
Si algo enseña Neus Ballús (la aproximación al documental no deja de tener algo de pedagógico) es que el cómico tiene la potestad para abrir puertas que invitan a mirar dentro sin que nadie se plantee ponerlo en duda, o que lo humilde no es contrario a lo profundo. Que la sencillez en los recursos puede, y debe, albergar mucho cine. Que lo más cercano, que lo corriente, puede ser lo más humano. Que habitamos, en el concepto más extenso del término, un gigantesco cine con todas sus butacas ocupadas.
Seis días corrientes (España, 2021)
Dirección: Neus Ballús/ Guion: Neus Ballús, Margarita Melgar/ Producción: Miriam Porte / Montaje: Neus Ballús, Ariadna Ribas/ Fotografía: Anna Molins / Sonido: Amanda Villavieja, Elena Coderch / Música: René-Marc Bini / Reparto: Mohamed Mellali, Valero Escolar, Pep Sarrá.