RIVALES
Enfrentar el deseo
En la primera escena de Una mujer para dos (1933) Lubitsch se preguntaba cómo construir formalmente la idea del deseo en un triángulo amoroso en el permisivo Hollywood del pre-code. La respuesta era clara: un juego de planos y contraplanos montados con sugerentes planos detalle de suaves roces entre George (Gary Cooper) y Tom (Fredric March), a un lado del espacio, y Gilda (Miriam Hopkins), al otro. Más de noventa años después, parece que para Guadagnino la respuesta sigue siendo la misma, ya que la primera escena de Rivales (2024) se compone únicamente de 3 primerísimos primeros planos consecutivos: Art (Mike Faist), a un lado de la pista de tenis; Patrick (Josh O’Connor), al otro; y entre ambos, los ojos de Tashi (Zendaya).
El deseo continúa siendo el campo de exploración principal del cine de Guadagnino, al que se ha acercado desde ángulos complementarios como la comedia exagerada en Cegados por el sol (2015), el erotismo intimista de Call me by your name (2017) o el consumo de cuerpos en forma de road movie caníbal en Hasta los huesos: Bones and all (2022). En Rivales toma del tenis la idea del cara a cara y somete todo el juego de experimentación formal de la película a la idea del enfrentamiento de miradas entre los tres protagonistas. Por lo tanto, el plano-contraplano subjetivo, los trasfocos, el slow motion y la reiterativa banda sonora de Trent Reznor y Atticus Ross (Nine Inch Nails) son las armas principales para acercarse a las dinámicas de competitividad en el deporte y el sexo entre tres personas a lo largo de varios años.
Guadagnino traduce el esquema clásico del melodrama romántico a un sencillo partido de tenis en 3 sets, (marcados en intertítulos), correspondientes a los 3 actos dramáticos. El juego de conquista, desvelado desde un inicio cuando Tashi dice “el tenis es como una relación”, codifica a sus dos protagonistas masculinos como arquetipos opuestos y enfrentados. Patrick y Art, como sujeto activo y pasivo respectivamente, compiten en ese partido metafórico que es la vida, mientras el homoerotismo -tan presente en el mundo del deporte- se filtra en recurrentes simbolismos y diálogos más o menos sutiles. Por otro lado, Zendaya es iconizada desde un primer momento a través de la mirada de ambos, lo que en ocasiones -como ocurre con el tilt down que recorre el cuerpo de la actriz de la segunda escena- lleva a su reducción formal a un mero cuerpo cosificado y observado como objeto de deseo.
Esta hiperestilización formal basada en el plano-contraplano culmina en la última secuencia de la película, en la que se va extremando cada vez más el plano subjetivo hasta la aparición de dos consecutivos encuadres en gran angular y cámara en mano, que sumergen al espectador en el dinamismo orgásmico de su coda final. Parece claro en este sentido, que el plano-contraplano continúa siendo un complejo recurso desde el que seguir reflexionando sobre el amor y el deseo en el cine contemporáneo -tanto Carol (Todd Haynes, 2015) como Retrato de una mujer en llamas (Céline Sciamma, 2019) han sido grandes ejemplos de ello en la última década-. Por tanto, si para Lubitsch era una herramienta para sugerir lo oculto del encuentro amoroso, para Rivales es la forma perfecta de comprender el cuerpo como campo de batalla, tanto en el deporte como en las dinámicas de pareja. Los ligamentos se rompen con la misma sensualidad que el sudor recorre los rostros y los ojos se reencuentran en miradas prohibidas, en el momento en que un viento fordiano irrumpe en la víspera del partido para desatar el caos.
Rivales (Challengers, EE.UU., 2024)
Dirección: Luca Guadagnino / Guion: Justin Kuritzkes / Productor: Luca Guadagnino, Rachel O’Connor, Amy Pascal, Zendaya / Música: Trent Reznor y Atticus Ross / Fotografía: Sayombhu Mukdeeprom / Montaje: Marco Costa / Reparto: Zendaya, Josh O’Connor, Mike Faist