RAY & LIZ
(Con motivo de su estreno comercial, recuperamos esta crítica realizada durante Filmadrid 2019)
Siguiendo el camino trazado por el más genuino cine social británico (alejado de Loach y cercano a nombres como Bill Douglas y cierto Terence Davies), la ópera prima de Richard Billingham consigue extraer belleza de una sordidez mostrada de manera frontal, dejando huella de singularidad gracias a una ejemplar fotografía en celuloide y al ritmo moroso con el centra su foco en el presente de un anciano alcoholizado y solitario y el pasado de su hijo menor, trasuntos del padre y el hermano del director, que exorciza sin miramientos su más que problemática herencia.
Una habitación sucia y semivacía, en la que tres botellas de plástico sin etiqueta llenas de un líquido (misterioso durante gran parte del metraje) engullido a chorro se erigen en casi única decoración, constituye el significativo paisaje vital con el que Ray & Liz retrata al hombre decrépito que asegura estar “feliz como un cerdo en su pocilga”, en acerado contraste con la infancia del niño Jason, sumido en la pobreza y el abandono pero capaz de dar forma a secuencias de sencillez emotiva tan límpida como su ensimismada contemplación de un caracol devorando su lechuga, símbolo de la curiosidad por el mundo que lo rodea (en ningún caso atrofiada por la fetidez en la que vive), o su avidez al deglutir una tostada, hecha en una fogata rodeado de amigos con el deleite por el sabor del pan como símbolo de austeridad y pobreza pero también de delectación en lo básico y lo sencillo y, en definitiva, de la grandeza moral de una infancia.
Ray & Liz (Richard Billingham, 2018)
Dirección: Richard Billingham / Producción: Jacqui Davies / Guion: Richard Billingham / Fotografía: Dan Landin / Montaje: Tracy Granger / Reparto: Tony Way, Ella Smith, Justin Salinger, Sam Gittins.