PETER PAN & WENDY
El fin de la infancia
Como tantos otros remakes emprendidos desde la factoría Disney sobre su propio legado cinematográfico en los últimos años, la irregular e interesante Peter Pan & Wendy (David Lowery, 2023) se postula indistintamente como una nueva versión del icónico filme de animación Peter Pan (Clyde Geronimi, Hamilton Luske, Wilfred Jackson y Jack Kinney, 1953) y de la obra literaria firmada por James M. Barrie en 1911. El escritor, periodista y dramaturgo inglés había presentado a la sociedad eduardiana a la más célebre de sus creaciones en 1902, con la publicación de Peter Pan en los jardines de Kensintong, bajo la apariencia de un bebé, perdido pero dotado de habla, convertido en el guardián de una infancia que se traspasa generación tras generación. En 1904 el personaje daría el salto a los escenarios teatrales con una edad algo más avanzada que ya no abandonaría y convertido en el líder de los niños perdidos de Nunca Jamás y siempre en liza con su némesis, el relamido capitán James Garfio.
Tanto la obra de teatro como la canónica versión narrativa posterior llevaron por nombre Peter Pan y Wendy, título recogido por esta nueva adaptación de The Walt Disney Company a pesar de que su influencia en el filme de Lowery sea más bien residual. El título en común funciona, más bien, como una declaración sobre lo lejos que Peter Pan & Wendy se halla de aquel Peter Pan animado que hoy cumple sus siete décadas de existencia; y no por lo que pueda parecer en un primer vistazo, aunque efectivamente el filme de Lowery fortalece el protagonismo femenino bajo una perspectiva aguerrida y empoderada que, entre otras cosas, borra del mapa todo conato de sexualidad incipiente, incluyendo los celos que otrora sustentaban la relación entre Wendy (interpretada en este filme por una magnífica Ever Anderson) y Campanilla (Yara Shahidi), en aras de una sororidad que se extiende a otros personajes antaño secundarios, como las sirenas o princesa india Tigrilla (aquí Alyssa Wapanatâhk), que en esta ocasión obtiene una presencia mucho mayor en la trama. Pero estos aparentes guiños hacia las sensibilidades actuales, junto a otros como un mayor grado de inclusión en su reparto (provisto por una vez de una divertida doble lectura, potencialmente maliciosa en el caso de los Niños Perdidos) se sustentan en un cambio de punto de vista que subvierte mucho de lo planteado por sus precedentes los cinematográficos y literarios de la película de Lowery.
El arranque de Peter Pan & Wendy, lo mejor de un filme muy superior en las distancias domésticas que como espectáculo que nunca llega a cuajar del todo, resulta sintomático de esta interesante variación. Una noche de tormenta, tras jugar a los piratas con sus hermanos pequeños, John (Joshua Pickering) y Michael (Jacobi Jupe), la joven Wendy Darling es reprendida por su padre (Alan Tudyk) y su madre (Molly Parker), que le recuerdan que al día siguiente partirá a una escuela internado, abandonando su hogar y dando el primer paso hacia una vida adulta en la que, según ellos, no hay lugar para tales diversiones. Lowery muestra sus cartas con meridiana claridad como uno de los dos coguionistas de la película, pero articula en imágenes y sonido el conflicto que acompañará a la joven Wendy, y a la propia película en su totalidad, de forma muy elaborada.
La tormentosa oscuridad que rodea la casa de los Darling, antesala de un mundo amenazador, la colección de fotografías que registran el paso del tiempo, petrificándolo, mientras las siluetas de los niños jugando saltan sobre sus marcos como espíritus, o la ambigüedad con que Wendy se pone uno de los pendientes de su madre frente a un espejo roto durante sus juegos con John y Michael, son algunos de los elementos planteados por el cineasta a partir de un aparato formal tan ampuloso como sorprendentemente bien calibrado del que resulta una atmósfera muy sugestiva y capaz, por otra parte, de domar la naturaleza discursiva de muchos de los diálogos de esta primera escena. Réplicas y contraréplicas de las que deviene la conclusión de que crecer, en Peter Pan & Wendy, es sinónimo de acatar el inmovilismo de una vida adulta basada en la conservadora repetición de tiempos pasados. Este determinismo vital, social y cultural pesa como una losa sobre la joven Darling en el crepúsculo de su infancia, pero se extiende también al terreno de fantasía que inaugura la llegada de Peter Pan (un Alexander Molony insípido) y la huida de Wendy, Michael y John al País de Nunca Jamás cuya puerta es en el filme de Lowery un espejo que refleja a quien la abre: Wendy.
Sin ser precisamente sutil, lo obvio de esta metáfora no quita lo que tiene de significativa en términos narrativos: Peter Pan & Wendy es una película que se debate entre la necesidad de cambiar y la obligatoriedad de perpetuar a quienes nos preceden. No en vano se encuentra construida desde la perspectiva de su protagonista femenina (que por otra parte eclipsa sin problemas a su desabrido contrapunto masculino con el que comparte título), y del retrato de un país de Nunca Jamás planteado como una proyección de los miedos y anhelos de la joven respecto a su propio proceso de madurez. Lo que convierte a este filme en uno narrado, en un doble juego narrativo, desde una cierta distancia respecto al eterno conflicto entre Peter Pan y un capitán Garfio (Jude Law, en la mejor interpretación masculina del filme), conocido y consabido tanto por Wendy como por los niños y niñas que la rodean bajo las resabiadas formas de un cuento explicado antes de ir a dormir. El inconveniente es que ese desencanto se infiltra a un precio demasiado alto en una puesta en escena que, si bien brilla con luz propia al inicio del filme, realzando las claves de su guion, se revela incapaz de generar el sentido de la maravilla imprescindible para dotar al grueso del filme del interés que podría haber tenido como monumento a la nostalgia de una infancia que Wendy ve cómo se le escurre entre los dedos.
Más allá de su espectacularidad, tan pulida como vacua, la falta de ilusión de la mayoría de sus pasajes abandona la película a la racionalización de lo que en el Peter Pan animado eran espacios en blanco narrativos, sustentados por la suspensión de incredulidad del público ante lo lúdico de sus propuestas. Por el contrario, y en ausencia de este sentido de la maravilla, el maquillaje por Naomi Bakstad, el vestuario de Ngila Dickson, la reiterativa banda sonora de Daniel Hart o una fotografía de Bojan Bazelli, que funciona en los pasajes más lúgubres pero que en los luminosos deviene increíble en sentido estricto, resultan tan elaborados como poco creíbles en pantalla. A cambio, su efectividad de cara a suspender la incredulidad del espectador recae sobre largos diálogos explicativos cuyos tintes trágicos y su grado de autoconciencia terminan por resultar más lejos de la deconstrucción que de la monotonía autoreflexiva incluso cuando se adentran en terrenos interesantes, turbios o inexplorados.
Entre todos ellos destaca el modo en que Lowery y el coguionista Toby Halbrooks ahondan en la relación entre Pan y Garfio, a un paso de convertirlos en seres malditos, monstruos cada uno a su manera, pero con la obligación común de reproducir una y otra vez la historia de su rivalidad tal y como Wendy se siente al seguir los pasos de su madre hacia las obligaciones de la vida adulta. Pero lo que en el conflicto materno-filial funciona como atmosférico melodrama gótico, la histórica rivalidad que niño y pirata parecen obligados a repetir para que la eternidad de sus vidas tenga algún sentido (y que casi parece un comentario sobre el peso del legado del filme de 1953) deviene más rutinaria que trágica; carente, incluso en momentos de alto voltaje dramático, de la épica que se adivina entre sus intenciones de esta película demasiado cínica para resultar creíble y/o infantil, según la visión que de la infancia y alergia a la desilusión tiene el mismísimo Pan.
Y en una de las mayores disyuntivas planteadas por un filme que hace suyo el conflicto que espolea a Wendy, obligándola a elegir entre madurar para cambiar aún a costa de que todo permanezca igual y resistir como infante capaz de hacer, pensar y sentir que todo es posible ¿qué será de la infancia rebelde personificada por Peter Pan sin historias que nos hagan creer en todo aquello que lo libera de las ataduras del tiempo?
Peter Pan & Wendy (EE.UU., 2023)
Dirección: David Lowery / Produccion: Jim Whitaker, para Walt Disney Pictures, Roth/Kirschenbaum Films y Whitaker Entertainment / Guion: David Lowery y Toby Halbrooks, a partir de Peter Pan (1953) y Peter Pan y Wendy, de James M. Barrie / Dirección de fotografía: Bojan Bazzelli / Montaje: Lisa Zeno Churgin / Música: Daniel Hart / Reparto: Alexander Molony, Ever Anderson, Jude Law, Yara Shahidi, Molly Parker, Alan Tudyk, Jim Gaffigan, Alyssa Wapanatâhk, Sebastian Billingsley-Rodriguez, Garfield Wilson.
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