NO SUDDEN MOVE
Vivir y morir como un don nadie
En Ocean’s Eleven (Steven Soderbergh, 2001), unos tipos carismáticos interpretados por George Clooney y Brad Pitt montaban un verdadero golpe de estilo, un robo a gran escala, un entretenimiento a la medida de su osadía. Es curioso, por el contrario, que un elenco tan espectacular como el del último film de Soderbergh, No Sudden Move (2021), con nombres como Don Cheadle, Benicio Del Toro, Jon Hamm, Brendan Fraser, Kieran Culkin, David Harbour o un sorpresivo Matt Damon, no cause ni pretenda causar el mismo efecto. Esto no tiene por qué ser negativo y, de hecho, no lo es. No Sudden Move, de alguna manera, continuaría la senda de Logan Lucky (Steven Soderbergh, 2017), al contar la historia de una panda de underdogs que quiere sacar pasta de donde sea para mejorar sus condiciones vitales. No obstante, mientras que en esta última seguíamos a una familia redneck en su personal epopeya contra supersticiones absurdas, No Sudden Move presenta a unos criminales de poca monta y sus daños colaterales, en una especie de film gansteril y neo-noir.
No estamos ante una película de poderosos y seductores gangsters, cuyo modo de vida subversivo les ha permitido alcanzar la cima del Sueño Americano por vías no convencionales, sino ante unos patéticos individuos atenazados por su propia necesidad económica y un sentido primario de la justicia, de los últimos eslabones de una cadena criminal muy superior a ellos. Incluso cuando se nos permite ver a “mafiosetes” de más alto rango, nos encontramos con paranoides y enajenados individuos, como es el caso de la aparición de Ray Liotta – en un gesto bastante meta –, cuyo comportamiento, junto con el de la mayoría de los personajes del largometraje, parece sacado del universo Coen por momentos.
Por un lado, es esa amplia gama de personajes lamentables la que lastra a No Sudden Move, cuando se intenta abrir una ventana a las miserias de cada uno de ellos. Estas escenas van una detrás de otra, poco cohesionadas y con mucho énfasis en el diálogo, a veces intrascendente. Por otro lado, poner el foco principal sobre criminales de poca monta y cómo se ven envueltos en una trama mucho mayor que ellos, inserta el relato en una tradición noir que es abordada por Soderbergh con una estética interesantísima. Primero, retoma los clásicos planos holandeses del cine negro que dan inestabilidad a la imagen en conjunción con los estados mentales de los protagonistas. Además, cuando estos transitan calles o lugares más amplios, una lente de pez deforma casas y coches, llevando a otro nivel esa sensación alienante y de constante peligro.
Sin comerlo ni beberlo, los personajes interpretados por Cheadle y Del Toro, en un Detroit de los años 50, acaban enfrascados en una compleja red de corrupción que vincula al hampa con las principales industrias automovilísticas de la amenazante ciudad, amparadas por las propias fuerzas del orden. Es la errática lógica de los protagonistas la que les va llevando hasta las altas esferas, en un desesperado intento por sacar tajada y abandonar su condición de mandados a sueldo. El determinismo de estos individuos, su desencanto y falta de escrúpulos es un gesto ya típicamente neo-noir que, contra todo pronóstico, nos acaba enseñando la podredumbre de la sociedad, pero no es capaz de encontrarle remedio. Aquí no triunfa el pequeño criminal, ni la femme fatale, pero no por darse de bruces con una vuelta al status quo amparado por un sistema justo que corrige sus fallas, sino por un sistema podrido hasta los cimientos que aplasta, en su inabarcable corrupción, toda disidencia.
No Sudden Move (Estados Unidos, 2021)
Dirección: Steven Soderbergh / Guion: Ed Solomon / Producción: Julie M. Anderson, Corey Bayes, H.H. Cooper / Fotografía: Steven Soderbergh / Música: David Holmes / Montaje: Steven Soderbergh / Diseño de producción: Hannah Beachler / Reparto: Don Cheadle, Brendan Fraser, Benicio Del Toro, Julia Fox, Kieran Culkin, Amy Seimetz, David Harbour, Jon Hamm, Ray Liotta, Matt Damon.