Estrenos

LUCA

La amistad, una mutación afectuosa

«Nadie, sin embargo, escapa a la nostalgia: […], yo también tengo un cine perdido que busco una y otra vez en el recuerdo»

Guillermo Cabrera Infante, 1978.

En el mundo de Luca, la amistad es una manera de explorar y transformar las fantasías a través de la aventura y el conocimiento. Para ello la película homónima de Enrico Casarosa no busca explicaciones de por qué en esta historia hay ciertos humanos que pueden ser a la vez monstruos marinos y “monstruos de tierra”. Quienes gustemos de interpretar las imágenes nos tentará entender de múltiples maneras esta doble monstruosidad. Pero se trate de una alegoría sobre la sexualidad, las razas u otras aparentes minorías, lo cierto es que Enrico invita a que sus personajes muestren y acepten estas ambigüedades y que además se liberen de las vergüenzas ancladas a ellas*.

Para tal fin apela al agua y los tonos azules que tan presentes han estado en otras películas creadas por Pixar. La diferencia está en que aquí el agua transforma el cuerpo de Luca y Alberto en monstruos marinos, también a los padres del primero. Sus formas mutan cuando les cae la lluvia, entran al mar o les echan agua.

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En este sentido, si tomamos dos obras de Disney como Buscando a Nemo (Andrew Stanton, 2003) y La sirenita (Ron Clements y John Musker, 1989) donde lo acuático también prepondera, observamos que Luca (2021) lleva la relación entre el hombre y el monstruo a otro nivel.

Por una parte, lo exclusivamente humano de estos monstruos es su voz. Recordemos que Ariel o Tritón eran mitad humanos, mitad figuras mitológicas. Y en la obra de Stanton, la fauna marina hablaba mas no había monstruos ficticios.

Por otro lado, en esta ocasión la maldad no proviene de un pulpo humanizado como Úrsula, ni desde lo ambiguo de Darla o los tiburones en la obra de 2003. Aquí la maldad, ejemplificada en Ercole y su avaricia de triunfo, es puramente humana y aun esta no es un retrato oportunista para hacer un sermón sobre por ejemplo, la pesca. Y en oposición, los monstruos marinos se fijan en objetos humanos como Ariel hacía en el clásico animado de Disney.

Pero los objetos humanos en los que Luca más se enfoca tienen un valor diferente. Mientras Ariel quería y cantaba sobre su anhelo por pies para caminar, saltar y bailar; Luca busca una libertad fuera de su cuerpo, venga de sus fantasías, de un automóvil o de objetos alusivos al tiempo, la música y los libros.

Ahora, su libertad onírica progresa a lo largo de la obra. Sus fantasías y sueños van desde una libertad hogareña hasta poseer una Vespa y, lo más problemático económicamente, tener montañas de dinero para tener muchas motocicletas. Es gracias a Giulia (Emma Berman) que Luca vuelve a soñar sobre el universo. Esta amiga que Luca y Alberto conocen en el pueblo costero Portorosso es quien lo acerca a estos conocimientos en forma de imágenes. Giulia entonces se nos muestra más diáfana e independiente que otras protagonistas como Ariel e incluso la desmemoriada Dory en Buscando a Dory (Stanton, 2016), la secuela de Buscando a Nemo.

Como avezada lectora y trabajadora, en Giulietta dialogan lo mundano y lo afectuoso con la complicidad de su padre. Es más evidente el guiño a su tocaya, la Giulietta Massina, musa de Federico Fellini. Además en la plaza hay un afiche de La Strada (1954).

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Sería oportuno detenernos en los paralelismos con películas como estas u otras de las que ahí aparecen sus afiches. De hecho algunos diseños de vestuario recuerdan aquellos en el clásico italiano. Aun el reloj que Luca guarda es parecido al de Joe Bradley (Gregory Peck) en Vacaciones en Roma (William Wyler, 1953), de la que aparece un afiche en la plaza de Portorosso.

Más allá de las alusiones directas al autor italiano y la geografía de la Riviera italiana; hay más ficción y la impronta de Pete Docter aquí. Otro afiche advierte de esta necesidad de mantenernos en lo ficticio: el de Attacco del mostro marino, una película de terror digna del mundo ficcional de Julio Verne pero que no existió como La Strada o Vacaciones en Roma. De hecho Portorosso tampoco existe fuera de la película.

Tengamos presente que Docter, quien funge aquí como productor ejecutivo, gusta de caídas significativas en sus películas. Casarosa transforma este movimiento espacial en algo más lúdico. Luca y Alberto disfrutan rodar cuesta abajo hasta que la moto armada por ellos mismos se rompa y caigan en el agua. Mientras para Pete el salto y la caída son un aprendizaje, aquí ambos traslados significan primero un juego para Enrico, una manera de sortear a “Bruno”, como Alberto nombra los pensamientos auto saboteadores.

Desde ese lado es comprensible la crítica contradictoria de Leonardo D’Esposito . La fantasía revolucionaria de Pixar acabó 25 años después de iniciada, apunta él. Lo refiere porque hay cierta domesticación en las decisiones de estos protagonistas y una nostalgia final de la que cuesta sacudirse.

También es cierto que en varias escenas la obra se siente floja más allá de la maravilla visual. Como si las costas italianas robaran la atención de estos juegos pueriles. Otro ejemplo sería la madre de Luca, quien carece de la fuerza de otras figuras maternas recientes. Pero al mismo tiempo, y aquí este texto se suma a la contradicción presente en el de Leonardo: las fantasías y la vida de Luca son eso, ficción y más todavía, sinsentido.

Y desde ese sitio, el deseo de Luca por estudiar en Génova es coherente. Como el mundo y la imaginación son lugares incomprensibles, no basta trabajar o ejercer oficios como la pesca o la cocina. Hay que ir a la universidad para atisbar algún ilusorio sentido incluso si las monstruosidades quedan más evidenciadas en el camino.

* Según Joan Corominas etimológicamente el monstruo muestra, avisa, advierte. Kari Martínez destaca que surge del latín monstrum, ‘prodigio’. De acuerdo con su interpretación religiosa, un monstruo era una especie de designio divino, pues su naturaleza diferente (o contra natura) funcionaba como una señal de que algo vendría o algo pasaba. Puesto que los monstruos podían ser desde animales con dos cabezas o personas nacidas con deformidades, la palabra paulatinamente adquirió otros significados ligados con lo sobrenatural (e incluso médico) y perdió pizcas de su acepción religiosa, mas no de la mágica y diferente.


Luca (Estados Unidos, 2021)

Dirección: Enrico Casarosa/ Guion: Enrico Casarosa, Jesse Andrews y Simon Stephenson / Producción: Pete Docter, Kiri Hart, Andrea Warren  / Fotografía: David Juan Bianchi y Kim White / Montaje: Catherine Apple y Jason Hudak / Música: Dan Romer / Reparto: Jacob Tremblay, Jack Dylan Grazer, Emma Berman, Saverio Raimondo, Maya Rudolph, Sandy Martin, entre otros.

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