LA ESTRELLA AZUL
De generación en generación
Cuenta Javier Macipe que en el proceso de preparación de su ópera prima, La estrella azul, encontró unas cartas que Mauricio Aznar (poeta y músico zaragozano – líder de Más birras- sobre el que versa la cinta) enviaba a su pareja desde Latinoamérica. Esto le valió al director para descubrir y recorrer por sí mismo el itinerario que Mauricio (interpretado por un gran Pepe Lorente) trazó durante su estancia en Argentina, el cual ocupa buena parte del metraje y que supuso un importante punto de inflexión en su vida. Así Macipe, también músico, también zaragozano y admirador del artista, pudo conectar con aquello con lo que Mauricio conectó en los años 90. Zonas del interior del país, inspiraciones como Atahualpa Yupanqui o la chacarera, pero sobre todo con las mismas personas que lo acogieron en Santiago del Estero: la familia Carabajal, músicos de pura cepa y principales culpables de la pasión de Mauricio por el folclore argentino. Si Mauricio Aznar se unió intensamente con esta humilde familia a través de la creación musical, 30 años más tarde Javier Macipe lo hace a través de la creación cinematográfica, y en concreto, gracias a una película sobre esas mismas experiencias de décadas atrás. Resulta entonces perfectamente coherente que uno de los primeros planos de la cinta sea un detalle de las páginas del mismo guion que vamos a ver a continuación. Gesto de transparencia tremendamente honesto, le sirve al director para apuntar, por un lado, uno de los temas principales (la creación cinematográfica como punto de unión entre individuos) y para advertir, por el otro, que estamos ante una recreación ficticia de una realidad moldeada por los recuerdos.
Una recreación que se centra en el esencial viaje por Argentina de su protagonista, pero también en las causas que le llevan a hacerlo (la ruptura con su pareja, problemas de adicción y falta de vocación), y en las consecuencias tanto artísticas (su salida del grupo) como íntimas (la conflictiva relación con su ex pareja y, sobre todo, con su hermano). En las partes rodadas en Zaragoza, Macipe asienta su puesta en escena en largos planos -algunos fijos y otros de laboriosa coreografía- en los que cada corte ha de estar muy justificado. Así, espacio y tiempo permanecen inalterados y sus personajes realmente tocan en directo la música que oímos (reforzada además por un diseño sonoro repleto de ideas brillantes, que no disimula sus costuras), y habitan de verdad esos bares, salas de concierto y apartamentos fielmente reproducidos. Las filmadas en Santiago del Estero, por su naturaleza casi documental y sus actores no profesionales (la propia familia Carabajal y vecinos), se presentan algo más fragmentadas; pero aquí son de nuevo las actuaciones musicales, la espontaneidad de los diálogos, los decorados reales (la casa de verdad de los Carabajal, los bares, las peñas, el río…) y la iluminación natural las que no restan ni un ápice a la vida interior de los planos.
La estrella azul es, en definitiva, una ópera prima ambiciosa, que logra ser a su vez una road movie, un drama romántico, un drama familiar, un documental y un musical. En la que incluso un plano subjetivo desenfocado nos pone en la piel de un demonio símbolo de la inspiración (y quizá de la muerte), o panorámicas y travellings pueden llevarnos de lo terrenal (un concierto o un bar) a lo onírico/mágico (una especie de portal entre espacios o una orquesta tocando a Bach), al estilo de Federico Fellini o Theo Angelopoulos. Macipe logra huir de un posible desperdigamiento, y une cada desvío usando de bisagra la música –¿cómo no?-, pero también los poemas de Atahualpa Yupanqui y las propias cartas de Mauricio.
De todo este jugoso magma de recursos expresivos, hay una decisión que sobresale con especial firmeza. Es aquella que toma el director trasladando al fuera de campo dos fantasmas que rondan constantemente a su protagonista: la droga y la muerte. Macipe evita así la fácil provocación y el morbo, mostrando un hondísimo respeto por sus personajes, por el espectador y por las personas que de verdad sufrieron esos años y han ayudado a la realización de la película. De esa manera, convierte una cinta inherentemente oscura, en una luminosa reflexión sobre la creación artística como gran generadora de indestructibles vínculos humanos y, sobre todo, como fuerza capaz de sanar nuestras heridas más profundas. No es gratuito pues, que uno de los planos finales se libere de sus ataduras y todo el equipo de rodaje abandone sus puestos para romper a bailar al ritmo de la chacarera. Lo contemplan conmovidos en el contracampo de la ficción Atahualpa Yupanqui (interpretado por su propio hijo, Roberto Chavero), Carlos Carabajal (interpretado por Cuti Carabajal) y Mauricio Aznar, juntos en el mismo plano; la tradición pasando de generación en generación. Unas manos rasgan una guitarra cortando la película a negro, pero, por suerte, la música sigue sonando.
La estrella azul (Javier Macipe, 2023)
Dirección: Javier Macipe / Guión: Javier Macipe / Producción: Simón de Santiago, Amelia Hernández Causapé, Hernán Musaluppi / Música: Pateco Carabajal, Alicia Morote / Fotografía: Alvaro Medina, Rui Poças / Montaje: Nacho Blasco, Javier Macipe / Reparto: Pepe Lorente, Saúl Belindo (Cuti) Carabajal, Bruna Cusí, Marc Rodríguez, Mariela Carabajal, Noelia Verenice Díaz, Catalina Sopelana, Javier Macipe