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KOKO-DI KOKO-DA

Otro día para acampar

Koko-di Koko-da. Revista Mutaciones

El cine de regresiones y obstrucciones temporales ha disfrutado de una generosa cantidad de propuestas en los últimos años: desde las más accesibles como la reciente Palm Springs (Max Barbakow, 2020) hasta las más experimentales como El infinito (Justin Benson y Aaron Moorhead, 2017). Es un llamativo concepto que ha terminado sustituyendo a la premisa clásica de viajes en el tiempo. Concepto que sigue explorando Koko-di Koko-da.

En la película de Johannes Nyholm una pareja decide buscar una nueva conexión acampando juntos en el bosque, para más tarde ser acosados por un siniestro grupo de artistas ambulantes. Este escenario se repetirá varias veces a lo largo de la película, mostrando nuevos puntos de vista, diferentes secuencias, y cambios cada vez más substanciosos a medida que los protagonistas empiezan a comprender el malvado ciclo en el que se encuentran encerrados.

Nyholm ejecuta la premisa de Koko-di Koko-da con soltura, descontextualizando por completo a su simpático grupo de villanos, creando así un ambiente de violencia y tortura a priori innecesario, sádico, y que nunca deja de escalar en su crueldad. La gracia del juego está en esa falta de puesta en común con los asesinos y el elemento fantástico de la película, que obliga por completo a ponerse en la piel de un protagonista hastiado por este bucle cada vez más infernal, el tener que volver una y otra vez a una relación que no funciona, y el ser incapaz de huir de lo inevitable. Sin embargo y a pesar de lo que pueda resultar en primera instancia, sería osado considerarla una película morbosa. Tiene tacto con sus protagonistas, se preocupa de mostrar estampas de mundana convivencia, y tampoco sería justo decir que está interesada en recrearse en una violencia que rara vez es llevada a cabo en detalle.

Koko-di Koko-da. Revista Mutaciones

Aun así, la propia naturaleza de ciencia ficción hace que el desarrollo pueda ser levemente inconsistente. Si bien algunas secuencias de bucle funcionan y pueden enseñar nueva información, hay otras que simplemente sirven para castigar a la pareja protagonista sin ninguna razón aparente. Esta dicotomía opera curiosamente bien como propio elemento de tortura al espectador, pero puede ser repetitiva e inconsecuente en más de un bucle, a pesar de que esa sea la intención inicial. En esta mazmorra del dolor temporal, aquél deseoso de una explicación o una resolución lógica solo recibirá más de lo mismo.

Es una película profundamente cruel que, por una austera puesta en escena, puede ser difícil de entrar al trapo que ofrece. Dos bellísimas secuencias de sombras chinas sirven como más que necesario hiato en el relato, para descolocar y reconfigurar la mirada. La segunda siendo casi el clímax emocional de un tercer acto aparentemente disociado con el resto de la cinta, que ocurre incluso en una localización nunca antes visitada. Esta confusión se ve amedrentada por la ausencia por completo de lógica en este teatro de sombras, que solo hasta el cierre por completo de toda la historia, podría mostrar al espectador alguna clase de motivación o respuesta a todo lo que ha ocurrido.


Koko-di Koko-da (Suecia, Dinamarca. 2021)

Dirección: Johannes Nyholm / Guion: Johannes Nyholm / Producción: Johannes Nyholm y Peter Hyldahl (para Beofilm y Stray Dogs) / Fotografía: Johan Lundborg y Tobias Höiem-Flyckt / Música: Simon Ohlsson y Olof Cornéer / Reparto: Leif Edlund, Peter Belli, Ylva Gallon, Katarina Jakobson, Morad Baloo Khatchadorian y Brandy Litmanen

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