EVANGELION: 3.0 + 1.0 THRICE UPON A TIME
Adiós a Evangelion
Lo que hace de Evangelion 3.0 + 1.0 (Hideaki Anno, Kazuya Tsurumaki, Masayuki Kojima, 2021) la mejor de las cuatro es precisamente lo que ha sido la marca distintiva entre los autoproclamados remakes y la serie original. Lo que empieza siendo una fiel adaptación de una buena porción del anime, acaba siendo una relectura a través de los personajes y lo que se sabe de los mismos, de unos acontecimientos que a priori son similares a los de la serie, pero que difiere desde un nuevo prisma.
Esta perspectiva se apoya fundamentalmente en una vuelta de tuerca definitiva a tramas y antecedentes, cambios imperativos a los personajes e incluso nuevos protagonistas que de primeras pueda parecer que sirven como roles que ya existían de primeras. El cuentagotas que han sido los estrenos de estas cuatro entregas, sobre todo los muchos retrasos que ha sufrido la cuarta, han servido para intensificar una sensación de falta de rumbo generalizada con estos cambios.
Si bien es cierto que no todos los experimentos de Evangelion 3.0 (Hideaki Anno, Masayuki Kojima, Kazuya Tsurumaki, Mahiro Maeda, 2012) sirven como ejemplo de los más interesantes que pueda ofrecer esta nueva exégesis de Evangelion, los hay a puñados que innovan en la idea preconcebida de la historia. La mayoría, además, pequeños cambios que pueden haber pasado desapercibidos. Rei es un personaje más amable, incluso en su nueva versión “clónica”, Kaji aparece mucho menos que en la serie, pero se le eleva a una posición heroica humilde, Fuyutsuki muestra trazas de arrepentimiento, y un largo etcétera.
Todos estos cambios arrastran entonces esta interpretación a un territorio cordial, pero aprensivo. El misterio sería si Anno decidiría volver a ese tono huraño, pero apropiado para un final acorde con la serie que tenía The End of Evangelion (Hideaki Anno, Kazuya Tsurumaki, 1997), o si sería fiel a esta corriente más “simpática”.
Los primeros cincuenta minutos de esta última película sentencian entonces su decisión: este iba a ser un final familiar, pero devoto a la lógica de estas nuevas entregas, y a su vez, Anno dedica gran parte de la película a convivir con unos personajes en un ambiente sereno, idílico, con apenas interacción de un mundo exterior lleno de problemas y al borde de un apocalipsis. En cambio, vuelve a aparecer esa dinámica tan habitual en la serie y los primeros tramos de estas nuevas películas; la de una indiferencia parcial a la fuerza mayor que los ha llevado a una situación límite. De pronto, este nuevo mundo aterrador que se planteaba en Evangelion 3.0, pasa a un segundo término mientras Rei aprende las costumbres del pueblo, o Shinji consigue aceptar la posición en la que se encuentra, y qué es lo que de verdad necesita hacer.
Es este segmento, alargado y sin ninguna prisa, lo que cimenta el cometido último que tenía Anno para con estos remakes. Quizás, un acercamiento menos mezquino (aunque de nuevo, la serie original se beneficiara de ese efecto) para unos personajes que no merecen padecer las consecuencias de fuerzas superiores que tampoco deberían preocuparles.
El paisaje rural sirve como perfecto contraste con el mundo cósmico del desenlace, más accesible y mucho mejor diseñado que el de la anterior entrega. Se ha sentado una especie de arquitectura alrededor de este mundo, que lo hace más fácil de seguir sin dejar de ser una experiencia caleidoscópica, con acción exacerbada y sin reparos que bebe más del subgénero mecha más actual que del clásico en el que se asentó la serie original. Es una acción frenética, fantástica y, de nuevo, confusa pero comprensible.
Este contraste entre la imaginería de la ciencia ficción más marciana con los escenarios de un Japón rural y tradicional ya se han intentado en el cine de animación nipona, principalmente por parte de Makoto Shinkai, cineasta que parece haberse enamorado demasiado de unas imágenes de una plasticidad adulterada y falta de naturalismo, a pesar de lo que sus escenarios puedan sugerir. En Evangelion 3.0 + 1.0, en cambio esta palestra de contrastes sirve como recordatorio de lo intencionadamente artificioso que ha sido el apartado visual en estas nuevas entregas, y concluye con la ya famosa desarticulación del medio animado.
Dios es máquina, es la filosofía que sigue la trama. Tanto dentro como fuera de la ficción, busca esa presencia de una fuerza superior, creativa, que ponga a los personajes en situación y, figurativamente, le dé al botón de REC. El clímax ocurre en una serie de localizaciones ordinarias, rodeadas de elementos fílmicos que subrayan la intencionada artificiosidad de las imágenes, para más tarde regresar paulatinamente a medios más y más reales, hasta culminar con un plano grabado con imágenes reales del mundo real.
Es por ello que los cambios suceden de una perspectiva más sincera, ya que no hay ninguna pretensión en lo que se presenta. La idea que se plantea desde la primera película de cuento de hadas macabro culmina con ese final, temáticamente apropiado, en una estación de tren (elemento imprescindible a lo largo de todo el canon), con la imagen de los personajes caminando hacia la puesta de sol, y al que le falta casi un colorín colorado.
Evangelion: 3.0+1.0 Thrice Upon a Time (Shin Evangerion Gekijoban, Japón, 2021)
Dirección: Hideaki Anno, Masayuki Kojima, Kazuya Tsurumaki, Mahiro Maeda / Guion: Hideaki Anno / Producción: Hideaki Anno, Tomoyuki Ogata, Toshimichi Otsuki, Yuiko Sagisu / Música: Shiro Saguisu, Hikaru Utada / Fotografía: Toru Fukushi / Montaje: Yeong-mi Lee / Dirección Artística: Hideaki Anno, Hiroshi Kato, Tatsuda Kushida / Reparto: Megumi Ogata, Megumi Hayashibara, Kotono Mitsuishi, Yuriko Yamaguchi, Fumihiko Tachiki