EL CALLEJÓN DE LAS ALMAS PERDIDAS
Monstruos interiores
Guillermo del Toro mantiene en El callejón de las almas perdidas (2021) una dirección de arte tan barroca, brillante y colorida como en sus otras obras, pero esta vez presenta su película más saturada en el plano narrativo. Este es un film dividido en tres actos muy marcados que podrían conformar tres historias diferentes. En ocasiones tiene tintes a un relato cercano al cuento de hadas pesadillesco, pero también es una fábula enmascarada en un thriller de engaños y misterio que más adelante mutará de un melodrama enrarecido a una película de terror. El director de La forma del agua (2017) abre un gabinete de curiosidades en el que reviste con su estilo clichés y paradigmas de sobra conocidos, conformando así un neonoir con tintes anacrónicos o fuera del tiempo.
Podría parecer que en El callejón de las almas perdidas el director mexicano ha dejado de lado la fantasía para poner el foco en una historia que, si bien no es del todo realista, sí que transcurre en nuestro mundo y se rige bajo las leyes de lo real. Guillermo del Toro ha cambiado el prisma desde el que mira el mundo y trae la que probablemente sea su película más pesimista. El imaginario del cineasta, plagado de demonios, hadas, bestias chupasangre y seres marinos, ahora deambula por los espacios embriagados del cine negro y persigue las sombras del interior de sus protagonistas en una nueva adaptación de la novela de William Lindsay Gresham, que ya fue llevada al cine en 1947 por Edmund Goulding y protagonizada por Tyrone Power.
Tal vez ya no veamos a los monstruos o seres de cuento a los que nos acostumbraba del Toro, pero podemos distinguir un trasunto de estos en los personajes principales: vemos una bruja en la pitonisa Zeena (Toni Colette), un mago con un poderoso grimorio en el viejo Pete (David Strathairn), Molly (Rooney Mara) es una especie de princesa perdida entre mundos y la doctora Lilith Ritter (Cate Blanchett) encarna a una vampira sedienta de poder. Personajes rodeados de enanos, forzudos y engendros, los freaks del circo. El protagonista Stan Carlisle (Bradley Cooper) sería la encarnación simbólica del hombre de las mil caras que, si bien no sufre las transformaciones protésicas de Lon Chaney, evoluciona de tal forma que vive distintas vidas en las que cada vez interpreta un papel diferente. Se presenta como un buscavidas con oscuros secretos que irá ascendiendo hasta conseguir el éxito y llegar a lo más alto para luego, a través de mentiras y ambición confundida con codicia, verse arrastrado en un descenso a los infiernos. En esa neblina sonámbula en la que es encadenado hay un extraño eco de las palabras recitadas por Federico Lupi en El espinazo del diablo (2001) y que ya son un icono en el cine de Guillermo del Toro: “¿Qué es un fantasma? Un evento terrible condenado a repetirse una y otra vez, un instante de dolor quizás, algo muerto que parece por momentos vivo aún, un sentimiento suspendido en el tiempo, como una fotografía borrosa, como un insecto atrapado en ámbar…”.
No hay fantasmas reales en El callejón de las almas perdidas, solo espectros de la memoria. Imágenes que irrumpen los pensamientos y la narración en forma de flashbacks o fotografías antiguas. Reflejos del pasado acechador que persigue a Stan, solo que él no sabe que no hay salida en el callejón de las pesadillas.
El callejón de las almas perdidas (Nightmare Alley, EE.UU., 2021)
Dirección: Guillermo del Toro/Guión: Guillermo del Toro,Kim Morgan. Novela: William Lindsay Gresham /Fotografía: Dan Laustsen /Música: Nathan Johnson /Reparto: Bradley Cooper, Rooney Mara, Cate Blanchett, Toni Collette, Willem Dafoe, David Strathairn, Richard Jenkins, Mark Povinelli, Ron Perlman, Holt McCallany, Jim Beaver, Mary Steenburgen, Tim Blake Nelson
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