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DESCONOCIDOS


Entre desconocidos del ayer y del mañana

Volver al pasado es una pulsión inherente al ser humano. En el cine se ha fantaseado y creado multitud de historias entorno a esta idea. En esta ocasión Andrew Haigh presenta en su última película, Desconocidos (2023), un enfrentamiento a los fantasmas del pasado y los nuevos encuentros, una combinación que reflexiona sobre el inexorable paso del tiempo y el renacer de posibles futuros. El metraje se balancea entre el deseo y la pasión de Adam (Andrew Scott) tras conocer a un vecino; y la nostalgia y desasosiego de unos encuentros con sus difuntos padres en la casa de su infancia. Un relato de fantasmas que se nos introduce sin tópicos, juegos de sombras o música sórdida. Un retrato de un encuentro con el pasado donde se desconoce si su origen es espectral, imaginativo o un brote psicótico, ya que lo importante son las conversaciones que se dan con esos padres congelados en la edad en la que murieron.

En un intento por encontrarse a sí mismo, Adam se sitúa en una gran introspección alrededor de las temporalidades y sus densidades. Adam se encuentra aletargado, comido por su propia rutina dejada (en su primera aparición está desplomado en el sofá rodeado de caos), cuando un ruido le despierta y ahí entra en estado de alerta que no abandona durante el resto del metraje. Este ruido es la puerta que abre su interés por Harry (Paul Mescal), un vecino del que se percata por primera vez. Se trata de un momento clave de la trama ya que despierta en un mismo momento una nueva fijación sexual (cargada de inseguridades y excitación por los posibles futuros no ocurridos) y, por otro lado, introduce en Adam esa necesidad de encontrarse con un dolor nunca cerrado (la muerte de sus padres, el desconocimiento de estos sobre quién es su hijo ahora y su orientación sexual, y el miedo al posible rechazo de quienes fueron las personas más importantes para él).


Desconocidos. Revista Mutaciones - 1

No es casualidad encontrarse estás temáticas en Andrew Haigh, pues se podría percibir como la culminación de los interés que siempre ha estado rondando. En Desconocidos se aprecian similitudes con Weekend (2011) en el interés y fijación por la exploración de la homosexualidad, los primeros encuentros y el entendimiento de uno mismo con su sexualidad y la percepción que tiene la sociedad de ella. ¿Se vuelve real nuestro ser cuando somos conscientes de él o cuando nuestro entorno lo percibe? Haigh abre esta reflexión al mostrarnos los propios reparos de Adam y Harry en sus primeros encuentros. La segunda vez que se ven en el ascensor, podemos percibir el nerviosismo de ambos. Cuando finalmente Adam se lanza a hablar con Harry, la posible conversación termina con el cierre de puertas del ascensor: este se convierte en una materialización de esa huida previa a una decisión final, un anticiparse por miedo a que su propuesta sea rechazada, o incluso aceptada. Poco a poco, estas inquietudes del ahora se solucionan rápidamente y se dinamitan con los encuentros sexuales y emocionales entre ambos personajes.

Intercalado con esos primeros pasos con su nuevo amante se empiezan a vislumbrar las conversaciones con sus padres. No obstante, antes de ese primer encuentro con sus progenitores, su mirada se cruza con la de un inocente niño que mira desde la ventana de una casa contigua y ese anecdótico gesto se percibe como una entrada a esa infancia que va a revivir con la madurez de un adulto. Una vez se adentra, Adam tiene profundas y triviales conversaciones con sus padres, entre las que surgen las dificultades de ellos por aceptar y entender su orientación. Esta percepción va evolucionando, pero hace que la película caiga en lugares comunes al retratar el arco de unos padres que cambian su visión homófoba para entender a su hijo de una manera muy formada y repentina.

Desconocidos. Revista Mutaciones - 2

Desde la muerte de sus padres, Adam ha crecido sin olvidar jamás ese acontecimiento que tanto le marcó. El tratamiento del paso del tiempo y la maduración se acerca a 45 años (2015), donde vemos el calado que supone recordar a la gente y cómo el amor no cesa a pesar del ineludible transcurrir de los años. En ambos largometrajes se ve cómo las personas permanecen vivas en la mente de los personajes indistintamente de su presencia física. Esta idea se verbaliza al hablar sobre el accidente de sus progenitores, Adam comenta que todo “está bien, ocurrió hace mucho tiempo” y Harry le comenta que “no creo que eso importe”.

Sanar para seguir es la forma como Haigh crea este viaje al pasado de Adam para que él entienda mejor esas heridas que no le permiten mirar al futuro. Este camino se ve demasiado contrastado entre frío y calor, con encadenados disruptivos entre los momentos compartidos con ese nuevo amante y con sus fantasmales padres. Una falta de cohesión que, por otro lado, se entiende dado a que se aproxima al caos que está ocurriendo dentro del propio protagonista. Con todo ello, Desconocidos termina convirtiéndose en un camino de pérdida y encuentro con la mirada personal de Andrew Haigh, pero siempre dejando margen al espectador para volar entre sus imágenes.

 


Desconocidos (All Of Us Strangers, EE.UU.-Reino Unido, 2023)

Dirección: Andrew Haigh / Guion: Andrew Haigh (basado en la novela de Taichi Yamada) / Producción: Blueprint Pictures, Film4, Searchlight Pictures, TSG Entertainment / Fotografía: Jamie Ramsay / Montaje: Jonathan Alberts  / Música: Emilie Levienaise-Farrouch / Reparto: Andrew Scott, Paul Mescal, Jamie Bell, Claire Foy, Carter John Grout, Ami Tredrea

3 comentarios en «DESCONOCIDOS»

  • Un texto muy acertado y coherente.
    Más que una crítica es un exhaustivo desmembramiento de este interesante relato. Tras ver esta película, con su escrito me hace descubrir situaciones ocultas para un amante del cine como yo

    Respuesta
  • Pingback: RIPLEY - Revista Mutaciones

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