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DEL INCONVENIENTE DE HABER NACIDO

Humanizar lo deshumanizado

Cuando uno ha agotado el interés que tenía por la muerte, y da por concluido el asunto, retrocede hasta el nacimiento, y se dispone a afrontar un abismo, también inagotable…

—Emil Cioran

Lo primero a lo que recuerda Del inconveniente de haber nacido (The Trouble with Being Born, 2020) es al libro homónimo de Emil Cioran y, teniendo en cuenta el desarrollo artístico de Sandra Wollner, no sería descabellado hacer una lectura a la luz de su pensamiento. Aunque la directora austriaca se distancia del pensamiento antinatalista que exploró en The Impossible Picture (Das unmögliche Bild, 2016), donde lo brillante de la ejecución no dejaba dudas acerca de su pesimismo, pueden encontrarse otras derivas interesantes en esta nueva obra.

Partiendo de las bases de una ciencia ficción minimalista y la perspectiva problemática que sin duda está generando la inclusión de inteligencias artificiales en los procesos relacionales del hombre, Del inconveniente de haber nacido se expresa como la cara B del trauma individualista. En una sociedad enferma que ha hecho de los problemas personales el eje de la investigación tecnológica, un padre cuya hija desapareció hace seis años compra un robot para suplantarla. Elli será pues un objeto que emula a la persona perdida, un cascarón vacío sobre el que se imprimen los rasgos físicos al mínimo detalle y que se rellena con los recuerdos del ser «extraviado». La película parte desde el punto de vista de un robot que se humaniza para abrir un territorio inexplorado en el terreno distópico, puesto que el «padre» continúa una relación incestuosa y pederastica con su nueva «adquisición»…

El hecho de que el punto de vista sea el de el «objeto», que sin duda juega continuamente con la idea de parecer o ser una persona, es esencial para abrir debate en torno al film. Del inconveniente de haber nacido comienza con una imagen-glitch en el bosque, premisa de la conclusión de la historia de Elli y, por tanto, signo de que toda la película es un gran flashback. Y el gran recuerdo de Elli, el único real de todos cuantos le insertan, comienza ya con la idea de la muerte. La segunda escena la mostrará mirando su reflejo en la piscina y, después, ahogada en ella. El tema de los reflejos es importante y quizá demasiado evidente durante todo el metraje, pero el tema del suicidio está más soterrado. Wollner exploraba también la idea del suicidio en su anterior película y aquí parece hacerse más ambiguo ¿por qué? Porque ambigua es la naturaleza de la protagonista, la cual es, a todas luces, una niña de diez años que se hace pasar por un juguete sexual… Ya desde lo extra-cinematográfico surge esta ambigüedad con la que Wollner se ha peleado (independientemente de que su película haya generado rechazo por parte de ciertos críticos y programadores) y que es el eje de la controversia interna del film. Ante las dudas (lógicas) generadas en y por el aparato cinemático surge la cuestión de la máscara de silicona que oculta el rostro de la actriz cuyo pseudónimo es Lena Watson. Máscara que sirve, además de para ocultar la identidad real de la actriz, para crear una sensación todavía más incómoda si cabe; más austera y terrorífica. Un robot que se humaniza, pero también un humano que se cosifica.

Sé que mi nacimiento es una casualidad, un accidente risible, y, no obstante, apenas me descuido me comporto como si se tratara de un acontecimiento capital, indispensable para la marcha y el equilibrio del mundo.

—Emil Cioran

La creación de Elli no es casual, al igual que no lo es la comparación entre el robot y la niña y entre el «problema» de nacer y el de crear. La película de Wollner debe ser tratada con cuidado tanto para alabarla como para condenarla ya que nace de una ambigüedad que no debe tomarse a la ligera. La «excusa» palpable de la ciencia ficción aparece como única vía de retratar varios de los problemas de la contemporaneidad, tal y como ha sido siempre en las películas del género que merecen la pena, y la forma de la película crea un aura crítica compleja. El caso es que, en un mundo donde la muerte no significa nada y se pueden reemplazar los recuerdos y los cuerpos por versiones superficialmente idénticas, surge el conflicto moral de repensar la condición humana. Los avances de la ingeniería robótica, que avanzan siempre un paso por detrás que los de la social, ya comienzan a procesar sustitutos del ser humano para remediar pérdidas, aplacar la soledad y satisfacer vicios sin haber pensado siquiera en las consecuencias nefastas (e incontrolables) que esto puede acarrear. En Del inconveniente de haber nacido se aborda, en una primera mitad, la vida de un pederasta que puede satisfacer su repugnante conducta con total impunidad mientras que, en la segunda, una anciana puede recuperar a su hermano fallecido y continuar languideciendo en su hogar. Ambos personajes, Elli y Emil (nombre misterioso que se retrotrae a The Impossible Picture) «regresan» por medio del cuerpo del robot moldeable y sin género, sin alma, sin facciones y sin nada que se pueda considerar humano… Y sin embargo lo es, porque así se crea y porque su cuerpo alcanza otra cualidad al adquirir memoria(s). La idea típica de deshumanizar al otro, sea el monstruo de Frankenstein o un negro de la África tribal, por el hecho de no pertenecer al género humano, a la idea imperante de lo humano, para obviar el deber ético de no causarle mal y además justificarlo atendiendo a su «no-humanidad» es lo que aquí sucede con la pederastia y la pedofilia. Y si a esto le sumamos la importancia de los recuerdos (ajenos, impuestos, pero recuerdos de alguien al fin y al cabo) el resultado se amplía y el principio de esa idea de humanidad nacería de la memoria unida al cuerpo, según Wollner y, curiosamente, según algunos antinatalistas. A grandes rasgos, Elli es un robot, pero también una niña. Su cuerpo y su memoria no son humanos por sí solos, pero forman una humanidad al unirse. Este ser híbrido, el androide, es tremendamente distinto de un bot pornográfico de internet o de un consolador…

Del inconveniente de haber nacido. Revista Mutaciones 4

Dentro de la memoria que es la totalidad real de Del inconveniente de haber nacido, Elli, la original, huyó de casa diez años atrás y Emil murió hace sesenta. El androide, como memoria andante que tiene un cuerpo adecuado a las características del original se entiende como una extensión de los propios niños y genera empatía a pesar de su conducta programada y distante que no deja de ser una de sus muchas capas. Elli-androide huirá de la misma manera que lo hizo Elli sin llegar a entender por qué, pero introduciendo la alteridad esencial de la que el film parece carecer a priori. Lejos de ver con buenos ojos la conducta de este pederasta con un «robot», Wollner rescata el carácter moral de las circunstancias y, por supuesto, durante la primera parte la película se queda estancada en términos formales, haciéndose incómoda y nada agradable de mirar. Escaparate de la existencia cuyo nulo sentimiento se acerca al nihilismo más interesante y demoledor.

Llena de dualismos, la película de Sandra Wollner ahonda en los propósitos del hombre que crea un no-ser y le da la vida. Un Pinocho sin Pepito Grillo cuya memoria implantada lucha con su instinto básico y servil (como el del perro, figura tremendamente importante en el cine de la austriaca). Lo amoral de Elli se contrapone a lo inmoral del «padre» y a lo egoísta de la anciana para llevar a otra dimensión lo que Charlie Brooker rozó en Black Mirror: Ahora mismo vuelvo (Black Mirror: Be Right Back, 2013). Bajo una serie de motivos musicales que abordan «el problema de cualquier cosa» (véanse los títulos de las pistas del álbum de la banda sonora) entre los que se encuentra el tema “Live is life” de Opus (probablemente una de las canciones más nihilistas de los ochenta) Wollner propone una visión arriesgada para hacer crítica de dos aspectos de la contemporaneidad que parecen ser invisibles… Algo cambia cuando aparece la Elli original interpretada por otra actriz que le dobla la edad (Jana McKinnon) sin prótesis de silicona. Su rostro es otro de los reflejos (quizá el más importante) de la Elli-androide que toma el testigo de víctima. Una víctima no humana pero sí humanizada que advierte sobre los peligros de suplir carencias y acrecentar o normalizar conductas abyectas en vez de suprimirlas.


Del inconveniente de haber nacido (The Trouble with Being Born, Austria, 2020)

Dirección: Sandra Wollner / Guion: Sandra Wollner & Roderick Warich / Fotografía: Timm Kröger / Montaje:  Hannes Bruun / Música: Peter Kutin & David Schweighart / Diseño de producción: Pia Jaros / Producción: David Bohun, Timm Kröger, Lixi Frank / Reparto: Ingrid Burkhard, Simon Hatzl, Susanne Gschwendtner, Jana McKinnon

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