BLONDI
Horizontalidad y vigilia
¿Existen las relaciones horizontales? Es una utopía complicada de lograr, puede que más aproximable en entornos de amistad o de relaciones creadas en la madurez, pero en la cuestión familiar suele coger otras densidades. Dolores Fonzi navega esta cuestión en su opera prima como directora Blondi (2023). La directora analiza la relación de una madre y su hijo, que tuvo con 15 años, haciendo germinar entre ellos un vínculo socialmente más asociado a la amistad, rompiendo la jerarquía hegemónica familiar. Esta ruptura se ve desde el primer plano, madre e hijo (encuadrados en un plano cenital) están dormidos, compartiendo cama, encarados al mismo nivel. Esto recuerda al arranque de Lady bird (2017), siendo la primera referencia al filme de Greta Gerwig. Hay una perceptible intencionalidad estética en la puesta en escena; el plano cenital se rompe desvelando un plano secuencia (con cierta peripecia técnica ya que la cámara pasa de estar en una estructura a steadicam con el que el espectador sigue a Blondi (interpretada por la propia Dolores Fonzi) mientras se prepara para ir a trabajar y se descubre una casa caótica tras una fiesta. En pocos segundos se ha introducido a Blondi y su contexto sin mediar palabra.
“Estoy pensando… en que voy a estar pensando”, esta línea de diálogo (de las pocas improvisadas del metraje) surge de forma natural de la protagonista como una síntesis no solo de su personaje sino de la propia esencia de la película. Por un lado, funciona como un recalco del modo de habitar el mundo de Blondi. Una contraposición de lo que se supone que se ha de hacer y por mucho que sea madre permanece capturada en un modo de transitar juvenil y alocado. Y a la vez actúa como una invitación al espectador a aproximarse a la mirada de esta madre, ya que no se la trata con condescendencia por mucho que se muestre como fuma porros con su hijo Mirko (Toto Rovito). Dolores Fonzi y Laura Paredes (coescritoras del guion) se esfuerzan por no dejar el clásico retrato de mala madre por pertenecer a los márgenes. Una oda a las diferentes formas de educación y como eso es indistinto a la transmisión de sentimientos y calidad de estos.
Blondi es una oda a la improvisación y lo genuino. Se entrevé cuando su hermana (superficial y perfeccionista con la cual no tiene gran sintonía) por primera vez toma una decisión alocada, desapareciendo sin previo aviso para ir a una comunidad nómada alejada del mundo. Martina (Carla Peterson) ha despertado, ha tomado las riendas y aunque con una bronca de por medio entre ellas, esto las termina acercando y permite que su relación mejoré, gracias a dejar transitar los sentimientos. Como Fonzi anotó sobre la película “nadie se empodera sola, se requiere de lo colectivo, de la comunidad”. Hay una gran lectura política y discurso de mirada. Cuando Blondi confiesa (en la normalidad de un desayuno por la mañana) que a ella le habría gustado abortar, pero no se podía; hay una suave pero notoria crítica social. Lo interesante es la capacidad de un filme de poder ser profundo y subversivo sin perder la comicidad, y ver como todos los elementos cohabitan sin restarse el uno al otro.
Ahora bien, es cierto que, dentro de toda la reivindicación, la película en ocasiones peca de una ausencia de discurso en sus formas, con una búsqueda de estética visual artificiosa que crea entornos saturados de ilimitación ficticia (como las fiestas nocturnas o las secuencias en el hotel) o planos imposibles que terminan viéndose más como peripecias de puesta en escena impostadas, sin un calado significativo detrás, en lugar de llegar a un lugar de entender el espacio, cómo transitar por él y respetarlo para poder construir desde ahí, sin imposiciones ciegas. Aun así, esto no es la regla y sí se hallan sutilezas y momentos creados desde el cariño nacido en el guion.
Son varias las situaciones de intimidad y de compartir en el instante del desvelo, desde el ya mencionado arranque de Blondi y Mirko durmiendo, o cuando Blondi despierta junto a su madre y sobrinos. La cama se lee como un espacio de seguridad e intimidad. Ese lugar en el que has de relajarte y confiar en tu compañía, creando complicidades y entornos seguros. No se sabe si realmente es posible llegar a alcanzar relaciones horizontales en nuestro entorno, pero sí que hay relaciones maternofiliales que se acercan a ello y que todo se puede resumir en encontrar a esas personas con las que puedas entrar en estado de vigilia.
Blondi (Argentina, 2023)
Dirección: Dolores Fonzi/ Guion: Dolores Fonzi y Laura Paredes/ Dirección de fotografía: Javier Julia/ Productores: Santiago Carabante y Darian De La Fuente/ Música: Pedro Osuna/ Montaje: Andrés Pepe Estrada y Susana Leunda/ Diseño de producción: Micaela Saiegh/ Reparto: Dolores Fonzi, Toto Rovito, Carla Peterson, Rita Cortese, Leonardo Sbaraglia.